Santiago de Chile/Prensa Latina
La llegada al poder del presidente más joven en la historia de Chile, Gabriel Boric, es considerada hoy aquí como un hecho histórico y una esperanza para emprender los cambios estructurales necesarios en el país.
Boric, de 36 años y representante de la coalición de izquierda Apruebo Dignidad, tomó posesión la víspera durante una ceremonia en la sede del Congreso Nacional, en Valparaíso, donde participaron jefes de Estado o de Gobierno y delegaciones de varios países, en su mayoría latinoamericanos.
Después de su investidura, el mandatario se trasladó a la capital para ofrecer su primer discurso a la nación desde el Palacio de La Moneda.
“Hoy los sueños de millones de personas están acá empujándonos para llevar a buen puerto los cambios que la sociedad demanda”, dijo Boric ante una multitud reunida en la Plaza de la Constitución.
Sin embargo, reconoció que el cumplimiento de las metas no será fácil porque el país enfrenta una crisis interna y externa.
“Vamos a vivir tiempos desafiantes y tremendamente complejos. La pandemia (de la Covid-19) sigue su curso con saldo de dolor y pérdidas de vidas y nos va a acompañar por mucho tiempo”, advirtió.
Añadió que la economía sigue resentida y el país necesita crecer y repartir de manera justa los frutos porque cuando la riqueza se concentra solo en unos pocos, la paz es muy difícil.
El mandatario mencionó entre sus prioridades reducir la desigualdad social, combatir la delincuencia, reformar la policía y mejorar la salud y la educación.
Respecto a la crisis migratoria en el norte del país, prometió recobrar el control de las fronteras y trabajar con los países hermanos para abordar de manera colectiva las dificultades que conllevan al éxodo de miles de seres humanos.
Sobre la situación en La Araucanía consideró como injusto hablar del conflicto mapuche.
“No señores, no es el conflicto mapuche. Es el conflicto entre el Estado chileno y un pueblo que tiene derecho a existir. Y allí la solución no es ni será la violencia. Trabajaremos incansablemente por reconstruir la confianza después de tantas décadas de abuso y despojo”, afirmó.
Boric también prometió acompañar de manera entusiasta el proceso hacia una carta magna en reemplazo de la existente desde la época de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
“Necesitamos una Constitución que nos una, que sintamos como propia, que a diferencia de la que fue impuesta a sangre, fuego y fraude por la dictadura, nazca en democracia, de manera paritaria, con participación de los pueblos indígenas”, expresó.
El nuevo presidente manifestó su decisión de trabajar junto con los países vecinos para enfrentar los enormes desafíos. “Somos profundamente latinoamericanos y desde este continente haremos esfuerzos para que la voz del sur se vuelva a escuchar firme en un mundo cambiante”, declaró.
En opinión del jefe de estado argentino, Alberto Fernández, el nuevo gobierno chileno supone “un gran impulso” para América Latina; mientras, su homólogo boliviano, Luis Arce, consideró que la investidura de Boric permitirá fortalecer los puentes de integración regional.
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