Washington/Pekín/AFP
Delphine Touitou/Ryan McMorrow
Pekín y Washington, que llegaron a un principio de acuerdo para reducir el déficit comercial estadounidense, suspendieron el aumento de sus respectivos aranceles aduaneros, alejando por ahora la amenaza de guerra comercial.
«Hemos avanzado significativamente y acordamos un marco», dijo el secretario estadounidense del Tesoro, Steven Mnuchin, al canal Fox News.
«Así que por el momento nos pusimos de acuerdo para suspender los aranceles mientras tratamos de implementar ese marco», añadió.
El viceprimer ministro chino, Liu He, había dicho ya que «las dos partes llegaron a un consenso de no participar en una guerra comercial y aumentar los respectivos derechos de aduana», según declaraciones difundidas más temprano por la agencia oficial Xinhua.
Este anuncio se produce después de las conversaciones de alto nivel en la capital estadounidense y tras meses de tensiones debido a las críticas del presidente estadounidense, Donald Trump, que considera que las relaciones comerciales entre ambas potencias son injustas.
Trump denuncia especialmente el déficit de Estados Unidos con el gigante asiático, que el año pasado llegó a 375.000 millones de dólares.
Liu había encabezado la delegación china que viajó a Washington esta semana para fraguar un acuerdo con Estados Unidos.
Desde marzo, las exportaciones chinas de acero a Estados Unidos eran gravadas con 25% de aranceles, y las de aluminio con 10%.
El gigante asiático también estaba bajo amenaza de impuestos sobre 50.000 millones de dólares en bienes. Un periodo de consulta debía expirar inicialmente el martes y se preveía la implementación inmediata de esa medida.
De su lado, Pekín había retomado represalias en los productos agrícolas estadounidenses como la soja, extremadamente dependiente del mercado chino y que es producida en estados favorables al presidente republicano.
La carne de puerco de Estados Unidos y los automóviles fabricados en Estados Unidos también estaban en la mira de las aduanas chinas, que anunciaron que reforzarían las inspecciones a esos productos.
El acuerdo fue fraguado ante la amenaza de que Estados Unidos podía gravar la importación de productos chinos por un valor de 50.000 millones de dólares a partir de la próxima semana.
«Necesidad»
Liu calificó el acuerdo como una «necesidad».
Mnuchin señaló, sin embargo, que si China no cumple sus compromisos, el presidente de Estados Unidos «siempre podría decidir volver a poner» sus aranceles.
«Al mismo tiempo debe quedar claro que derretir el hielo no puede lograrse en un día, resolver los problemas estructurales de la economía y las relaciones comerciales entre dos países va a tomar tiempo», indicó de su lado Liu.
Washington y Pekín anunciaron el sábado haber alcanzado un consenso para reducir de manera drástica el déficit comercial estadounidense. Para lograrlo el gigante asiático se comprometió a aumentar «considerablemente» sus compras de bienes estadounidenses, según dijeron.
Preguntado sobre la ausencia de cifras, y en vista de que las administración Trump exige una reducción del déficit de 200.000 millones de dólares, Mnuchin aseguró que hay «objetivos precisos» pero que no los haría públicos.
Estos objetivos se han establecido «industria por industria», indicó.
Insistió también en que se lograron compromisos chinos en sectores importantes como la agricultura y la energía. Y aseguró que el secretario de Comercio, Wilbur Ross, irá a China para ver cómo se concretan los acuerdos.
Estos anuncios deben dejar satisfecho al gobierno de Trump, sobre todo cuando se acercan las elecciones legislativas de noviembre en Estados Unidos.
Pues Pekín había tomado represalias en los productos agrícolas estadounidenses como la soja, extremadamente dependiente del mercado chino y que es producida en estados favorables al presidente republicano.
Liu precisó también que ambos países reforzarán su cooperación comercial en los campos médicos, de productos de alta tecnología y de finanzas.
Advertencia francesa
Si Estados Unidos y China enfrentan más dificultades en el futuro, Liu dijo ambos deben abordarlas «calmadamente, manteniendo el diálogo y manejándolas de forma apropiada».
Esta distensión se produce después de meses de crispación que alertó a los mercados por el temor a que se desatara una guerra comercial.
En Europa, sin embargo, el acuerdo fue recibido con precaución, sobre todo considerando que la Unión Europea también se encuentra bajo la amenaza de las tarifas estadounidenses al acero y el aluminio.
«Estados Unidos y China podrían ponerse de acuerdo a espaldas de Europa si Europa no es capaz de mostrar firmeza», declaró el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, en la televisora Europe 1.
«Estados Unidos quiere hacer pagar a Europa y a los países europeos el mal comportamiento de China. Todo ello es aberrante e incomprensible para los aliados», agregó.