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“Pechuguita” entretiene a los niños afectados por el enjambre sísmico en Chirilagua. Foto Diario Co Latino/David Martínez.

Chirilagua, con la esperanza viva ante la adversidad

David Martínez
@davidmar2105

Lo que parecía que iba a ser un día normal, el domingo 6 de mayo, se convirtió en una de las peores mañanas para Enoc Torres, uno de los habitantes de la colonia La Guayabera, del Cantón Tierra Blanca, en Chirilagua, San Miguel.

Chirilagua vivió hace una semana un enjambre sísmico que dejó a cientos de personas sin sus casas y que ahora tienen la esperanza que todo lo prometido se les cumpla.

Torres relata que los temblores comenzaron el sábado por la noche, pensaron que era de la actividad sísmica normal que tenemos en el país, sin embargo, los alertó cuando cada cinco minutos ocurría uno.

A pesar de ello dejaron que la noche pasara y durmieron en su casa. Habitación hecha de adobe, pues asegura que sus escasos recursos económicos no le permiten comprar materiales de construcción y tener una vivienda un poco más sólida.

Se llegó el domingo por la mañana. Como es costumbre, Enoc amaneció dándole gracias a Dios por un día más de vida, pues es un fiel creyente y siempre va a la iglesia evangélica del lugar para agradecer.

Pero al pasar las horas ocurrió lo inesperado, un temblor de 5.6 grados en la escala de Richter hizo que el techo de su casa se le viniera abajo, y que las paredes se convirtieran en escombros.

“Gracias a Dios pude sacar a mi esposa y a mis hijos, vi que la casita se nos había caído. Salimos con un poco de dificultad, pues mi esposa estaba recién operada, cumplió siete días el día que nos sucedió la tragedia. Alcanzamos a llegar hasta la puerta principal cuando vimos que el techo se nos vino abajo. Pero no nos podemos oponer a la voluntad de Dios”, relata Enoc con un poco de resignación.

En dicha casa viven cuatro personas, pero con ellos, a unos escasos metros, en un mismo terreno vive su padre, José Virgilio Torres, quien a sus 63 años de edad dice que ya no le extrañan estas tragedias.

Su casita está también “levantada” por su propio esfuerzo, pues la pobreza en la que viven no les ha permitido tener una vivienda con mejores condiciones. Su vivienda tuvo mejor suerte que la de su hijo, tiene solo algunas grietas en las paredes, aun así no es habitable.

“¡Salgámonos afuera! Le dije a mi hijo y a mi señora cuando sentí el ‘zamaqueón’. Nos asustamos bastante. ‘Anantes’ esas paredes quedaron levantadas, pero quebradas. Dios nos dio la oportunidad de que saliéramos”, expresa don Virgilio.

Otra de las afectadas fue María Carmelina Reyes, quien vive con su esposo y dos hijos. Ella asegura que ha sido un gran trauma, más para su hija mayor, quien tiene 13 años de edad, y aún no logra digerir lo sucedido.

Pero a pesar de la adversidad no dejan de tener fe. Eso que le ha ayudado a mantenerse con una sonrisa y unidos como comunidad.

Las muestras de solidaridad no se han hecho esperar, pues la semana pasada un grupo de personas pertenecientes al Sindicato de Payasos de El Salvador llegó a dar una pizca de alegría a los niños y adultos del albergue en el cantón Tierra Blanca.

Mientras, Comandos de Salvamento brinda seguridad médica a los albergados. Salieron desde temprano el jueves. Consigo llevaron piñatas, juguetes, pintacaritas, entre otras diversiones.

Llegaron casi al mediodía, 11 de la mañana para ser exactos. Había un evento del Presidente de la República, quien prometió reconstruirán las viviendas dañadas, entre otras acciones.

Después de todo el evento oficial llegó la diversión, este grupo de personas se pintaron, pusieron ropas de payasos y comenzaron a organizar los juegos. Antes de eso, la payasita “Pechuguita” hizo un vídeo “en vivo” en Facebook.

Esto como acto de agradecimiento a los que donaron. Dejó salir un par de lágrimas al ver las condiciones en las que los niños estaban, pero el show tenía que comenzar y estos no tenían que verla triste.

Hicieron varios concursos, entregaron dulces, quebraron piñatas y los niños se olvidaron por un momento de la tragedia vivida.

Algunos quisieron tomarse fotos con los payasos, pues a pesar de los escasos recursos, la tecnología y el consumismo les han impuesto comprar sus teléfonos celulares con cámara. Hubo sesión de fotos.

Terminó el evento, los payasos abordaron nuevamente la ambulancia que Comandos de Salvamento puso para trasladarlos, pues se hizo un acto muy grande de solidaridad.

Canillón, Pechuguita, Relojito, entre otros, iban satisfechos por el trabajo realizado. Sin embargo, los albergados aún esperan la ayuda de las autoridades, la cual llegará gradualmente en el transcurso de los días.

El pasado fin de semana, cientos de personas llegaron también a entregar víveres, ropas y otros enseres. Son afortunados, dicen algunos, porque las autoridades les han atendido muy bien. Tienen lo necesario para sobrevivir estos días. Ha pasado una semana de la tragedia, y los albergados continúan dándole gracias a Dios por un día más de vida, y con la esperanza de que esta situación terminará y se repondrán, como dicen ellos, siempre de la mano de Dios.

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