Traducido por Carlos Bucio Borja, try Fundación Kultur Internacional
Noam Chomsky
(CNN) Después del ataque terrorista a Charlie Hebdo, capsule el cual mató a 12 personas, rx entre ellas el editor y otros cuatro caricaturistas, y el asesinato de cuatro Judíos en un supermercado kosher poco después, el primer ministro francés, Manuel Valls declaró «una guerra contra el terrorismo, contra el yihadismo, contra el islam radical, contra todo lo que está destinado a romper la fraternidad, la libertad, la solidaridad».
Millones de personas se manifestaron en la condena de las atrocidades, amplificado por un coro de terror bajo el lema «Yo soy Charlie». Hubo pronunciamientos elocuentes de indignación, representados bien por el jefe del Partido Laborista de Israel y el principal rival para las próximas elecciones, Isaac Herzog, quien declaró que «Terrorismo es terrorismo. No hay vuelta de hoja», y que «Todas las naciones que busquen la paz y la libertad [enfrentan] un enorme desafío» de parte de la violencia brutal».
Los delitos también suscitaron una avalancha de comentarios, indagando en las raíces de estos impactantes asaltos en la cultura islámica y la exploración de formas para contrarrestar la ola asesina del terrorismo islámico, sin sacrificar nuestros valores. El New York Times describió el asalto como un «choque de civilizaciones», pero fue corregido por el columnista del Times Anand Giridharadas, quien tuiteó que «No & nunca una guerra de civilizaciones o entre ellos. Sino una guerra POR la civilización contra grupos del otro lado de esa línea. #CharlieHebdo».
La escena en París The scene in París fue descrita vívidamente en el New York Times por el veterano corresponsal de Europa Steven Erlanger: «un día de sirenas, helicópteros en el aire, frenéticos boletines de noticias; de cordones policiales y multitudes ansiosas; de niños pequeños siendo alejados de las escuelas en pos de seguridad. Fue un día, al igual que los dos anteriores, de sangre y horror dentro de, y en los alrededores de París».
Erlanger también citó a un periodista sobrevive quien dijo que «Todo se estrelló. No había manera de salir. Había humo por todas partes. Fue terrible. La gente gritaba. Era como una pesadilla». Otro reportó un «una enorme detonación, y todo se tornó completamente oscuro». La escena, Erlanger reportó, «fue una cada vez más familiar, de vidrios rotos, paredes rotas, vigas retorcidas, pintura quemada y la devastación emocional».
Estas últimas citas, sin embargo —como el periodista independiente David Peterson nos recuerda— no son de enero de 2015. Más bien, son de un reportaje de Erlanger el 24 de abril de 1999, el cual recibió mucha menos atención. Erlanger estaba reportando sobre el «ataque con misiles contra la sede de la televisión estatal serbia» de la OTAN, el cual que «sacó a Radio Televisión Serbia fuera del aire», matando a 16 periodistas.
«La OTAN y funcionarios estadounidenses defendieron el ataque», informó Erlanger, «como un esfuerzo para socavar al régimen del presidente Slobodan Milosevic de Yugoslavia». El portavoz del Pentágono Kenneth Bacon, dijo en una conferencia en Washington que «la televisión serbia es una parte tan importante de la máquina de la muerte de Milosevic como su ejército lo es», por lo tanto, un objetivo legítimo de ataque.
No hubo manifestaciones o gritos de indignación, ni hubo gritos de «Somos RTV», ni investigaciones respecto a las raíces del ataque en la cultura y la historia cristiana. Por el contrario, el ataque a la prensa fue alabado. El diplomático estadounidense de gran prestigio Richard Holbrooke, entonces enviado en Yugoslavia, describió el exitoso ataque a RTV como «uno enormemente importante y, creo, un desarrollo positivo», un sentimiento compartido por otros.
Hay muchos otros eventos que requieren de investigación respecto a la cultura occidental y la historia —por ejemplo, la peor atrocidad terrorista en Europa en años recientes, en julio de 2011, cuando Anders Breivik, un extremista de ultra-sionista cristiano e islamófobo, mató a 77 personas, en su mayoría adolescentes.
También está ignorada en la «guerra contra el terrorismo» la campaña terrorista más extrema de los tiempos modernos —la campaña de asesinatos global de Barack Obama, dirigida a personas sospechosas de tal vez intentar hacernos daño algún día, y cualquier desafortunado que resulte estar cerca. Tampoco faltan otros desafortunados, tales como los 50 civiles muertos según se informa, en un bombardeo liderado por Estados Unidos en Siria en diciembre, el cual apenas fue reportado.
De hecho, una persona fue sancionada en relación al ataque de la OTAN a RTV —Dragoljub Milanovi?, el gerente general de la estación, quien fue condenado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos a 10 años de prisión por no evacuar el edificio, según el Comité para la Protección de los Periodistas. El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia consideró el ataque de la OTAN, llegando a la conclusión de que no era un delito y, aunque las víctimas civiles eran «lamentablemente muchas, éstas no parecen ser claramente desproporcionadas».
La comparación entre estos casos nos ayuda a entender la condena al New York Times por parte del abogado de derechos civiles Floyd Abrams, famoso por su enérgica defensa de la libertad de expresión. «Hay momentos para el autocontrol», escribió Abrams, «pero en la estela inmediata del asalto más amenazante contra el periodismo en la memoria viva, [los editores del Times] habrían servido a la causa de la libertad de expresión mejor mediante la participación en ella» publicando las caricaturas de Charlie Hebdo ridiculizando a Mahoma que provocaron el ataque.
Abrams está en lo correcto al describir el ataque Charlie Hebdo como «el asalto más amenazante contra el periodismo en la memoria viva». La razón tiene que ver con el concepto de «memoria viva», una categoría construida cuidadosamente para incluir Sus crímenes contra nosotros, escrupulosamente excluyendo Nuestros crímenes contra ellos— los últimos no crímenes, sino noble defensa de los valores más altos, a veces inadvertidamente erráticos.
Este no es el lugar para investigar lo que se estaba «defendido» cuando RTV fue atacado, pero que dicha investigación es bastante informativa (vean mi artículo «Una nueva generación traza la línea»).
Hay muchos otros ejemplos de la interesante categoría «memoria viva». Uno lo proporciona el asalto de la Marina [de los Estados Unidos] contra Faluya en noviembre de 2004, uno de los peores crímenes de la invasión anglo-estadounidense a Irak.
El asalto comenzó con la ocupación del Hospital General de Faluya, un crimen de guerra mayor, al margen de la forma en que se llevó a cabo. El crimen fue reportado de manera destacada en la portada del New York Times, con una foto que ilustraba cómo «Los pacientes y empleados del hospital fueron bruscamente sacados de las habitaciones por soldados armados, y se le ordenó sentarse o acostarse en el suelo mientras las tropas les ataron las manos detrás de su espaldas». La ocupación del hospital se consideró meritorio y justificado: se «cerró lo que los oficiales dijeron era un arma de propaganda para los militantes: el Hospital General de Faluya, con su lista de reportes de víctimas civiles».
Evidentemente, este no es un asalto a la libertad de expresión, y no reúne las condiciones para formar parte de la «memoria viva».
Hay otras preguntas. Uno naturalmente preguntaría cómo Francia defiende la libertad de expresión y los principios sagrados de la «fraternidad, la libertad, la solidaridad». Por ejemplo, ¿es a través de la Ley Gayssot, repetidamente implementada, lo que efectivamente le otorga al Estado el derecho de determinar la Verdad Histórica y a castigar desviación de sus edictos? ¿Expulsando a descendientes miserables de los sobrevivientes del Holocausto (Roma) a una encarnizada persecución en Europa del Este? ¿Mediante el trato deplorable de los inmigrantes del norte de África en las banlieues de París, donde los terroristas Charlie Hebdo se convirtieron en yihadistas? ¿Cuando la valiente revista Charlie Hebdo cesó al dibujante Siné por motivos de que un comentario suyo se consideraba que tenía connotaciones antisemitas? Muchas más preguntas surgen apresuradamente.
Cualquier persona con los ojos abiertos se dará cuenta rápidamente de otras impactantes omisiones. Así, prominentes entre los que se enfrentan un «enorme desafío» de la violencia brutal son palestinos, una vez más durante el feroz asalto de Israel contra Gaza en el verano de 2014, en el que fueron asesinados muchos periodistas, a veces en coches de prensa bien marcados, junto con miles más, mientras que la prisión al aire libre israelí1 era reducida nuevamente a escombros con pretextos que colapsan instantáneamente bajo escrutinio.
También fue ignorado el asesinato de tres periodistas más en diciembre en América Latina, con lo que el número se elevó a 31 el año pasado. Tan solo en Honduras ha habido más de una docena de periodistas asesinados desde el golpe militar de 2009 que fue reconocido de manera efectiva por los EE.UU. (pero muy pocos otros países), probablemente constituyendo a la Honduras post-golpe en la campeona mundial de asesinatos per capita. Pero, una vez más, este no es un asalto a la libertad de prensa en la memoria viva.
Contrariamente a las elocuentes declaraciones, este no es el caso de que «Terrorismo es terrorismo. No hay dos caminos al respecto». Definitivamente hay dos caminos al respecto: el de ellos contra el nuestro. Y no sólo el terrorismo.
1 Chomsky se refiere a Palestina.