Por: Rolando Alvarenga
La alarmante y agónica crisis en la que ha caído el boxeo salvadoreño amateur y profesional desde el año 2000 -que lo tiene incluso esperando el acta de su defunción- solo nos deja suspirar profunda y nostálgicamente por el boxeo espectacular y de alta competencia que vimos en El Salvador en las décadas del 60 al 90.
Aquel boxeo que, por su estilismo, explosividad, coraje, espíritu deportivo y hue…sos, electrizaba a los miles de eufóricos asistentes a la Arena Rivera Escalante (después Santa Anita); Metropolitana, el Gimnasio Nacional, “El Poliedro” y dos que tres veces el Palacio de los Deportes. Aquel boxeo en el cual, por 100 o 500 pesos, los protagonistas se mal mataban como machos, sin andar pensando en los Derechos Humanos, ni la Cruz Roja y que anecdóticamente solo dejó un muerto, pero un resto de fracturados y mucha sangre.
Fueron aquellos años dorados en los que tipos del calibre del “Pato” Fuentes, Baby Ríos, “Pacuacho” Cabrera, “Chuvalo” Cubías, “Chico” Aparicio, Mario Méndez, Guillermo de Jesús Méndez, René Valiente, Ricardo Canizalez, “La Muerte” Estrada, Manuel de J. Mariona, “El Terror” Realagueño, “La Tromba” Machado, “El Gallito” Cornejo, “El Bachiller” González, “El Mortero” García, Osmán Jiménez, “Rocky” Zelaya, los tres hermanos Dimas Valle, Wilfredo Franco Navidad entre otros demostraban su poderío boxístico sobre el ring.
De este selecto grupo, cuya mayoría ya perdió por nocaut y escuchó la cuenta fatídica ante la muerte, viene al caso recordar que “El Pato”, Mario, “Chuvalo” y Aparicio lograron el privilegiado de estar ranqueados a nivel mundial; mientras que el resto tuvo destacada actuación a nivel nacional e internacional. Tipos que con alma, corazón, vida y devolviendo golpe por golpe, escribieron el nombre de El Salvador en letras doradas. E incluso muchos se fueron sin recibir justicia deportiva.
Del cuadro histórico del “box cuscatleco”, en esta ocasión hablaré del “Chuchito” Méndez. Un cristiano que entre 1974 y 1986, en las categorías amateur y profesional, siguió exitosamente los pasos de su hermano, Mario, hasta coronarse como campeón nacional en los pesos mini moscas. Era un tipo de baja estatura, algo así como 1.60 metros, pero muy aguerrido e incansable a la hora de abrirse paso a fuerza de puños. Su secreto siempre fue: el coraje y la buena condición física.
Teniendo como su arma más mortífera y efectiva el cruzado de derecha, los combates en amateur más memorables del “Chuchito” fueron contra Ricardo Canizález, Osmán Jiménez, el nicaragüense Onofre Ramírez y el chileno Eduardo Burgos, esta última fue en los Juegos Panamericanos de San Juan, Puerto Rico en 1979. Una pelea que a su criterio había ganado para avanzar a las semis, pero que se la despojaron los jueces.
La consagración profesional de Méndez fue la noche del 16 de agosto de 1983, superando por puntos en 10 rounds al mexicano Hugo Rodríguez en el Palacio de los Deportes. Y fue su consagración porque, sacando el indio cuscatleco, le ganó a un azteca que en su esquina trajo como entrenador al excampeón mundial Ultiminio Ramos, de Cuba. Mientras que el salvadoreño fue asesorado por su hermano Mario y “Chuvalo”. Un día de1988, con su integridad física intacta, se marchó en busca del sueño americano y hoy, a sus 62 años, es un risueño residente en Garland, Texas, con su esposa Lupita, sus cuatro hijos y nietos.