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Cien Años de Versos:Buscando Poesía en la Biblioteca Nacional». Tania Primavera

Tania Primavera

La búsqueda de la memoria me llevó a los pasillos y recovecos de la Biblioteca Nacional de San Salvador, era el año 2005. Me puse a trabajar en varias cosas profesionales, viviendo en cuartos, cuidando a un anciano, limpiando una casa, jalando una caja tipo con cosas tesoros míos como lo hacía Clara del Valle en el libro La Casa de los Espíritus.  Empecé a trabajar un tiempo con la edición del libro, de un famoso banco, que hace libros llenos de fotos y textos, libros que ya van varias ediciones, era sobre flores. Mi trabajo, era ir a un par de reuniones en un lugar cerca de la zona rosa, para luego cada quien en lo suyo juntar lo que tenía que hacer para el libro.

Yo tenía la labor de compilar poesía salvadoreña, pero solo versos que hablaran de flores. Versos para colocarlos cerca de las fotografías que harían de flores diversas un fotógrafo. El fin era leer y reunir poesía al menos de cien años atrás, de 1850 a 1950 aproximadamente, leí mucho, algunos poetas como Roque Dalton no pude encontrar algo referente porque, si hubo alguno fue demasiado para las gentes a las que debía presentarles esos versos y no, no fue aceptado.

Como tenía que leer y buscar, me dirigí a la Biblioteca Nacional, ya había estado antes buscando las “Noticias para Niños” que escribía Salarrué en pequeños párrafos con humor que salían en el Diario Patria iniciado en 1928, pero nunca encontré porque justo en esa parte, estaba recortado, alguien las cortó y quizás llevó, hasta me enfermé en ese sótano lleno de periódicos antiguos, una Hemeroteca con la historia contemporánea.

Cuando comencé el trabajo de reunir los versos, me fui a hacer lo más intenso a la Biblioteca, un edificio frente al parque central de San Salvador, a un lado el Palacio Nacional, al otro Catedral con Monseñor Romero enterrado en una cripta del sótano, afuera las bocinas a todo volumen vendiendo discos CDs piratas, hoy creo que ya no venden todo ha cambiado, las calles afuera estaban repletas de ventas. Adentro, recuerdo bien las fotos de muchos escritores, poetas, una escalera eléctrica que no funcionaba, había que subir, bajar, muchas gradas.

Pero yo iba a lo mío, salía temprano de la habitación que alquilaba a unos ancianos cerca al parque Cuscatlán, y llegaba al centro histórico, todo el día pasaba ahí, a la hora del almuerzo pausa un rato, un día subí hasta la azotea, había un comedor ahí en ese tiempo en esas soledades, porque sí se sentía una gran soledad entre esas gradas hacia el último piso, paredes rajadas por los terremotos, habitaciones que no se sabía que había quizás más libros, se sentía raro, al llegar arriba descubrí un bello mural del artista Carlos Cañas, si no me equivoco era de 1962, abstracto, en colores naranja y terracota, y ahí en una pared estaba en silencio permanente a su alrededor, no sé si tomé foto, creo que no, no volví más a subir desde ese tiempo, el comedor quizás lo quitaron, no lo sé.

Pero entre tanto, entre las lecturas de poesía salvadoreña, y las horas en la biblioteca, se pasaba volando el tiempo. Claudia Lars, Hugo Lindo, Claribel Alegría, Juan Cotto, Manuel Delgado, Salarrué, Francisco E. Galindo, Pancho Lara, Mercedes Durand, Maura Echeverría, Lilian Serpas, Oswaldo Escobar Velado, David Escobar Galindo, Prudencia Ayala, Alice Lardé de Venturino…

Entre flores de ninfas, girasoles, bromelias, flores de izote, campanillas, botoncillos, cinco negritos, ginger, copa de oro, porcelana, flores de ayote, flores de pacaya, loroco, amor seco, epazote, pasiflora, galán de noche, terciopelo, no me olvides…

De tantos versos que seleccioné, pocos cabían en el libro, “Flores del rincón mágico” se llama, pero quedó la lectura, quedó el momento en el tiempo, de conocer la sala de ediciones príncipe donde hay libros en sus primeras ediciones, las fotos de tantos personajes guindadas en las paredes, las esculturas, los hongos en mi nariz por andar ahí en búsqueda, queda la palabra encerrada en la memoria, poemas que fueron leídos en el silencio musical de una biblioteca. Esa biblioteca fue demolida y ya no existe. La nueva, no la conozco.

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Todos los colores de las flores

adornan la armonía de la vida

y hasta las aves hacen sus amores

cuando gozan de dicha, de alegría

(Fragmento de poema de Prudencia Ayala. 1885-1936)

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Mi sueño es la flor

flor madurada

flor cercana

despierta y entregada

en un clima de suave madrugada

(fragmento de poema de Rolando Elías. 1940-1999).

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Foto: Federico Trujillo. libro Flores del rincón mágico. 2005
Buscando poesía en Diario Patria, en la antigua Hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Sótano.

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