Por Agnès Pedrero
Ginebra/AFP
Cientos de musulmanes rohingyas habrían muerto en el oeste de Birmania desde el lanzamiento a principios de octubre de una operación del ejército contra esta minoría, informó el viernes la ONU, denunciando «graves violaciones» de los derechos humanos.
Estas operaciones «probablemente causaron varios cientos de muertos y llevaron a 66.000 personas a huir a Bangladés y a otras 22.000 a desplazarse en el interior» del país, estimó en un informe el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
El ejército birmano lanzó el 10 de octubre una gran ofensiva en el Estado de Rakhine (oeste) después de que los rebeldes atacaran puestos fronterizos.
Las autoridades birmanas acusan a los rebeldes rohingyas, entrenados en el extranjero con la ayuda de países árabes, de ser los autores de estos ataques.
Según el International Crisis Group (ICG), una organización independiente que analiza los conflictos en el mundo, se trata de un grupo de militantes llamado Harakah al Yaqin, respaldado por Arabia Saudí.
Refugiados en el vecino Bangladés, los rohingyas han denunciado abusos del ejército birmano, de la policía y a veces de campesinos no pertenecientes a esta minoría, que han perpetrado violaciones en grupo, asesinatos y torturas.
«Los ataques contra la población rohingya en la región (asesinatos, desapariciones forzadas, tortura y trato inhumano, violaciones y otras agresiones sexuales, detenciones arbitrarias…) parecen haber sido ampliamente generalizadas y sistematizadas, indicando que probablemente se cometieron crímenes contra la humanidad», según el informe.
‘Política del terror’
Interrogado por la AFP, el portavoz del gobierno birmano, Zaw Htay, afirmó no haber leído el informe, agregando que por el momento no haría ningún comentario al respecto.
El documento fue realizado a partir de entrevistas realizadas por la ONU a más de 200 víctimas y testigos, que afirman que los soldados birmanos cometieron asesinatos, violaciones en grupo y torturas. Estas atroces descripciones hablan de mujeres y chicas violadas, de hombres quemados o incluso de bebés y niños masacrados a golpes de cuchillo.
Esta «política del terror» aplicada por el ejército birmano desde octubre está lejos de ser un «acto aislado», según el texto.
«El gobierno de Birmania tiene que poner fin inmediatamente a estas graves violaciones de los derechos humanos contra su pueblo, en lugar de seguir negando que se están realizando, y aceptar la responsabilidad de garantizar que las víctimas tengan acceso a la justicia, a compensaciones y a sentirse seguras», declaró el Alto Comisionado, Zeid Ra’ad Al Husein en un comunicado.
«La gravedad y la envergadura de estas alegaciones implican una reacción enérgica de la comunidad internacional», advirtió.
El informe de la ONU también señala que el desplazamiento forzado de personas pertenecientes a una minoría étnica o a un grupo religioso es considerado por el organismo como «limpieza étnica».
En junio, este alto responsable ya había estimado que las violaciones de los derechos de los rohingyas, principalmente la negación de la ciudadanía, el trabajo forzado y las agresiones sexuales, tendrían que ser consideradas «crímenes contra la Humanidad».
Considerados como extranjeros en Birmania, país budista en un 90%, los rohingyas musulmanes son vistos como apátridas y sufren diariamente discriminaciones.