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CIERRE DE ESCUELAS, UN ELEMENTO DE LA CRISIS EN EDUCACIÓN

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

“La educación es un valor que dura toda la vida” …aprendiendo a ser, a hacer, a conocer y a vivir juntos, con estos cuatro pilares podemos llegar a ser mejores personas, convirtiendo este mundo, en un mundo más justo y libre”

(de la Educación Encierra un Tesoro, informe a la UNESCO de la Comisión Internacional para la Educación del siglo XXI)

El Frente Magisterial Salvadoreño (FMS), mediante su vocera, la profesora Idalia Zúñiga, informó que al 7 de febrero del presente año se habían cerrado 44 escuelas a nivel nacional.

Imaginemos lo que eso representa para maestros, familias y estudiantes. Imaginemos lo que eso representa para nuestra sociedad en el futuro, a partir de lo que en este tiempo se debería hacer para aspirar a ser un país mejor, justo, libre y democrático.

En los años 60 y 80 del siglo pasado, si se buscaba una explicación de por qué los niños y las niñas no asistían a la escuela, los informes ministeriales de la época ofrecían como primera conclusión, que los padres no quieren mandar a sus hijos a la escuela. Investigaciones de la Universidad de El Salvador (UES) demostraron que eso no era cierto, pero sí lo era la distancia de las viviendas de las escuelas y el abandono de maestros por traslados.

Algo de esto se escucha en la actualidad en opiniones de algunos profesionales, abordadas por los medios de comunicación, sobre el fenómeno de la reducción de la matrícula (me refiero a dirigentes gremiales de maestros y representantes de colegios privados); según esas declaraciones, son unos 50 mil niños los que quedan fuera del sistema educativo, dato que habrá de confirmarse al cierre oficial de la matrícula a inicios del mes de abril.

Familias que emigran, es otra explicación que se suele dar, junto a la reducción de la natalidad, y se argumenta en el hecho de que la reducción es proporcionalmente mayor en los primeros tres años, es decir, en el primer ciclo.

Realmente, la cercanía de la escuela a los lugares de vivienda es un factor que facilita el acceso, las condiciones económicas de las familias es fundamental y es bastante conocido a través de las encuestas y en informes de organismos internacionales, como la CEPAL, que la pobreza extrema y relativa han aumentado.

Un hecho que pasa desapercibido en esas explicaciones es que existen decenas de miles de personas, en edad reproductiva, madres, padres de familia detenidos (injusta o justamente en las cárceles) que han dejado niñas, niños, adolescentes y jóvenes al cuidado de quien quiera ampararles, familiares o vecinos, en una condición de abandono.

Vale la pena que quienes pueden investigar, como las universidades, centros de estudio, coloquen su mirada en este fenómeno, que es expresión de una crisis de la educación en el país. Porque la evidencia, como suele decirse, es un dato que mata el relato.

El peso de la crisis económica de las familias, de la reducción presupuestaria, de la migración y del abandono de padres y madres por estar detenidos, debería ser indagado y ofrecer una explicación más completa para visualizar soluciones.

Nací en un lugar rural, y en los años 60, el gobierno de entonces abrió dos escuelas en cantones vecinos, y a cada cantón debía caminarse al menos unos 4 kilómetros cruzando quebradas que en invierno eran un peligro; recuerdo a mi generación yendo a la escuela que tenía hasta tercer grado; mi madre me llevó a la escuela del casco del pueblo y eso me permitió hacer lo que es hoy el tercer ciclo, buscar condiciones después para un bachillerato autorizado y mas tarde llegar a la universidad.

Si veo hacia atrás a quienes eran mis vecinos, fuimos pocos los que persistimos, más que las generaciones anteriores sí, y menos que las que vinieron después, pero sin duda, la cercanía de la escuela es fundamental para mantenerse y continuar estudiando.

Me imagino que maestros  y maestras sufren al saber que la niña, el joven, ya no van a la escuela, o peor aún, que por el cierre de escuela se le trasladó o le despidieron.

En verdad, la crisis que se vive en educación hoy día requiere un esfuerzo mancomunado de las familias, para demandar el acceso de sus hijos e hijas, del magisterio y sus organizaciones para poner esperanza y propuestas para la superación de la crisis, exigencia de recursos para contar con condiciones apropiadas para la enseñanza, aprendizaje y para un salario justo.

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