Mauricio Vallejo Márquez
coordinador
Suplemento Tres mil
Recuerdo ese febrero cuando se me invitó a coordinar el Suplemento Cultural Tres Mil, doctor comenzamos a labrar 16 tabloides cada sábado y seguimos en esa lucha: seleccionando los materiales, sovaldi sale editándolos, sovaldi corrigiendo, diseñando, diagramando, subiéndolos a la web, generando pdf.
Tener cinco años coordinando estas páginas me hacen volver atrás en el tiempo, porque este suplemento cultural no sólo es el único de nuestro país, sino el único en su especie en toda Centroamérica, y podemos decir con toda solvencia que casi todos los escritores y artistas de este país han visto luz en sus páginas.
El Tres Mil siempre resultó importante para mí, desde que vi esa portada rosada en marzo de 1990 cuando fue fundado por Cesar Ramírez Caralvá y Gabriel Otero. Afortunadamente, el estar cerca de Tres mil me hizo conocer a Caralvá, quien ha sido un verdadero mentor y guía. Me gustaba escribir y ver los trabajos de todos, me motivaba. Para un escritor en ciernes siempre es una bendición encontrar materiales como este. Comenzar a escribir es un camino complicado en el que a veces se debe atravesar a pie y descalzo, porque no nacemos aprendidos. Hay escritores que en lugar de convertirse en mentores toman el papel de verdugos, otros ni siquiera les interesa y dejan que los vates naufraguen. En mi caso tuve esas dos etapas, pero esa tradición de maestros en mi familia por cuatro generaciones me mostraron que la forma de aportar a un neófito es el apoyo, el dar dirección, contribuir. Por eso creo firmemente que uno debe ayudar a los demás.
Mi primera publicación en Tres Mil fue en 2000 gracias a una selección de Álvaro Darío Lara, cuando lo coordinó Luis Alvarenga. Esa publicación la guardo con cariño, así como cada una de mis publicaciones en revistas. Todas tienen su valor.
Con Álvaro Darío Lara y Lya Ayala comenzamos la aventura de trabajar directamente en el Tres Mil en 2001. Asumimos completamente el Diseño y la diagramación con la asesoría de Roberto Palencia, gran amigo de mi papá. Fue todo un ejercicio de aprendizaje que me llevó a otros medios de comunicación e instituciones. En esos años comprendí el gran sacrificio que hace la cooperativa de Diario Co Latino por mantener vivo el periódico más antiguo de El Salvador. Así como la tenacidad de su director, don Francisco Valencia, de quien he aprendido muchísimo, de su compromiso con el trabajo y con la verdad. Mantenerse firme sabiéndo que luchamos muchas veces con un gigante, y sobre todo el valor de defender nuestras ideas
Luego colaboré cuando José Roberto Cea coordinó junto a Salvador Juárez, Mario Castrillo, Mauricio Marquina y Roberto Quezada.
Y Otoniel Guevara tuvo a bien en que le colaborara como encargado de Información por un tiempo, para luego asumir la coordinación.
En ese camino aprendí mucho de los seres humanos, del trato con artístas, de resquemores e intrigas, así como de solidaridad, de crecimiento y madurez. Leer cada uno de los materiales que se publican es algo maravilloso, corroborar sus autores, sus vidas y su labor te llega a mostrar que el camino que uno debe tomar para escribir o para vivir con el arte no tiene que ver con una postura o con ego que domine todo. Escribir es un compromiso con uno mismo y con los lectores, en simbiosis, en común. No hay escritor sin lector ni lector sin escritor. Gracias por lo que hemos aprendido estos cinco grupos de 365, gracias a todas y todos los que colaboran en sus páginas, gracias a sus lectores.
Me alegro de verdad del camino que he recorrido con este suplemento, las páginas que he escrito, que he diseñado y diagramado, y las que puedan venir. Así que celebro con este pequeño escrito que logramos sumar el número cinco viendo cada sábado el Tres Mil amanecer en esta rotativa.
Debe estar conectado para enviar un comentario.