CARLOS GODOY
«En cualquier pedazo de papel escribimos el poema».
Alfonso Hernández.
I
Ha muerto el dictador en San Francisco California.
El parlamento rinde un minuto de silencio
por su heroísmo de asesino,
por llegar a viejo con su pensión vitalicia
de salvador de la patria, rinden homenaje,
felicitan su determinación
de no arrepentirse.
En el pecho cuelga de impune
la medalla más honrosa.
La risa del bufo que mando a parar.
La sátira de la historia
a punta de intervención y macana.
El olor a muerte que en el viento pernocta,
las venas del indiferente beso
del que se despide
ensangrentado de las manos,
sin el hierro merecido penetrando el pecho.
II
Un desaparecido siembra un jardín
sobre 25 Avenida Norte.
Todos saben contar
y no saben cuántos son.
El doctor Luis Coreas, olvida está herido
y busca ayudar,
ráfaga, estallido, desolación, muerte,
puente, gritos, muerte.
Cuatro siglos después Carlos Fonseca
vuelve del letargo desnudo,
posa con entereza frente a la tanqueta.
Junto a él Balmore Cortez, Sergio Cabezas,
Napo Calderón, Reynaldo Hasbún,
Eber Mendoza, Roberto Miranda,
Chema López, Humberto Hernández,
María Miranda, Domingo Aldana.
Unos prefieren no dar su nombre,
quedarse en el silencio en el sitio
donde encuentren la calma postrera.
Llueve es 30 de julio y el color de la sangre
jamás se borró del pavimento.