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Ciudades charter, una propuesta absurda

José Acosta

El  Diccionario Americano Oxford  se  refiere a charter como:”Una subvención escrita por un país o  poder legislativo y soberano mediante la cual una institución se crea y define sus derechos y privilegios”. El otro significado de “charter” es reservar un avión, health barco, autobús para uso privado.

La política “Ciudades Charter” se promueve como  la idea  del académico de Stanford, Paul Romer; quien considera en forma simple que es justificado   trasplantar grupos o empresas   de  un Estado dominante  a países periféricos  y ocupar en forma autónoma y violatoria de toda soberanía: tierra y territorio   en los países dependientes. Romer  partidario del neoliberalismo, hace caso omiso de la historia, de la cultura y de  la ideología, para recurrir a una visión reduccionista e individualista donde lo más importante es la ganancia y  la reproducción de los valores capitalistas, para continuar perpetuando un modelo económico inhumano y fracasado.

Las ciudades charter es una de las propuestas de la ANEP, en su ENADE 2014, para explicarla de mejor manera, convocó al mismo Paul Romer que durante el encuentro empresarial expuso pacientemente de que trata el asunto: La Ciudad Charter es una zona de reformas en donde los servicios se importan de otros países, por ejemplo una empresa francesa podría proporcionar los servicios de agua y electricidad, un país como Canadá o Chile podría administrar los servicios de seguridad, otro país podría establecer y controlar a los jueces.

Según Romel este tipo de ciudades deben establecerse en un territorio dentro del país, un espacio que puede ser de un par de hectáreas  o de cien o más kilómetros cuadrados, habitado hasta por un millón de personas, en todo caso lo importante no es el espacio físico, ni la cantidad de personas que lo habita, si no la administración, la cual no depende del gobierno central, si no de gobiernos extranjeros y fundamentalmente de empresas privadas transnacionales.

Para la ANEP el propósito principal es la construcción de confianza hacia los inversionistas mediante la creación de buenas reglas que permitan que estas zonas se rijan bajo una administración especial. Esta propuesta puede ayudar a superar los obstáculos que limitan el crecimiento económico,  argumenta la gremial.

Sin embargo, para el economista chileno Manfred Max-Neef, este tipo de pensamiento es perverso al considerar el crecimiento económico  más importante que las personas.  Según este académico, la perversidad de la economía neoliberal radica en que “no entiende el mundo y, además, los seres humanos son irrelevantes. Lo relevante son los indicadores macroeconómicos, lo que le haya pasado a las personas no importa”, en su opinión el neoliberalismo, “mata más gente que todos los ejércitos juntos”

Otro crítico de este tipo de políticas es el  ambientalista y ex candidato presidencial de Honduras, Juan Almendares, quien afirma:  Las ciudades charter  no pertenecen a una nueva idea que se  implementa en el siglo XXI en Honduras y otras naciones; ni tampoco es producto del cerebro privilegiado de un académico promotor del “libre mercado”; más bien corresponde al proceso  de acumulación histórica del capital que se ha producido como consecuencia del saqueo de nuestros bienes naturales, de las invasiones de marines, de las ocupaciones militares, económicas, ideológicas y políticas; de las guerras coloniales y neocoloniales que se apropian de nuestros  territorios  en nombre de las tres  “D”: Dios, Desarrollo y Democracia.

Comparto la tesis de Juan Almendares, el proyecto ciudades charter solo es la continuación de un proceso de acumulación de capital que en El Salvador se ha manifestado en la apropiación y explotación de las tierras agrícolas y más recientemente con la implementación del Programa de Ajuste Estructural, la dolarización, la firma de tratados de libre comercio, la corrupción y el aprovechamiento patrimonialista del Estado. De esta forma se han depredado los recursos naturales y se ha trastocado las condiciones materiales, espirituales y culturales  de la población. Por fortuna en el actual gobierno este tipo de propuestas no tienen viabilidad; es evidente que la ANEP busca otro objetivo, quizás tener una justificación para echar por la borda el proceso de diálogo iniciado por el nuevo gobierno y cerrar filas con su partido ARENA en la próxima campaña electoral; pero aún con este propósito deshonesto y electorero, las ciudades charter en El Salvador, es una idea absurda.

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