César Ramírez Caralvá
Escritor y Fundador Suplemento Tres mil
Es un concepto propuesto por Ignacio Ellacuría, llega a tiempo en el Siglo XXI donde la naturalidad de la desigualdad entre las naciones de primer mundo y los demás estratos de la humanidad se profundiza, ahora son visibles las movilización de los pobres hacia terceros países; mientras unos cierran sus naciones por medio de muros artillados, torres de vigilancia, patrullas armadas, equipos especiales de choque etc. millones de seres humanos tocan sus puertas al ser expulsados de sus naciones por las guerras, las persecuciones religiosas, políticas, los cambios climáticos, la inseguridad o simplemente porque no existe opción de realización generacional en el capitalismo de sus naciones.
Si el término puede referirse a la posesión de bienes materiales, también puede implicar la limitación de opciones en un mundo asimétrico y excluyente, si las naciones de primer mundo poseen derechos humanos, propiedad privada, información veraz, seguridad, economía, etc. el resto de la humanidad intenta aproximarse a esos conceptos que son las mismas palabras, pero la realidad es muy distinta.
En ese contexto, desde mi punto de vista la civilización de la pobreza implica un carácter liberador que refiere “el nosotros” que llama a la identidad universal que incluye a los refugiados sirios, palestinos, iraquíes, libaneses, etc, que llegan a Europa huyendo de las guerras impuestas, de igual forma a las caravanas de centroamericanos, caribeños, suramericanos etc. que intentan llegar a EEUU, al final son el resultado del mismo fenómeno capitalista; en conclusión son guerras impuestas a terceros, democracia fallida, corrupción etc., así se producen pobres en escalas masivas y una cultura de la miseria.
Existe cansancio en nuestras naciones por el desarrollo capitalista, la diferencia de acumulación científica, financiera, industrial, informática del primer mundo hacia el resto del mundo es abismal, necesitaríamos tres generaciones para alcanzar su actual nivel, en ese entonces ellas habrán avanza cinco veces más, de tal forma que continuaremos repitiendo la pobreza hasta el final de los tiempos.
En el Siglo XXI la contracultura capitalista nos liberaría del sufrimiento del consumo, mientras el retorno a la autoproducción agrícola y la promoción de los cultivos estacionales brindaría alimentos a muchas familias, aunque muy poco dinero para su autopromoción social, las multitudes desempleadas tendrían mínimas opciones en éstas realidades; en conclusión, por ahora el modelo es un fracaso.
En la civilización de la pobreza el concepto de nación, república y familia se extingue o amplia, nada une y separa tanto los intereses sociales e individuales como la tragedia, desafortunadamente es nuestro tiempo.
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