Por: Rolando Alvarenga
En un acto de justicia deportiva, el Comité Olímpico y la Federación Salvadoreña de Atletismo acordaron que Ricardo Reyes, instructor de Marcha, será el entrenador que acompañará a los tres atletas que competirán por esta disciplina en los Juegos Olímpicos de la Juventud, Buenos Aires 2018.
Sin restarle méritos a los otros dos aspirantes (Alejandro León y Oscar López), considero que la designación de Reyes es un justo reconocimiento al fructífero trabajo y resultados que durante los últimos años ha acumulado el entrenador originario de San José Guayabal.
Un trabajo que incluye la quijotesca misión de estar sembrando en San José Guayabal el futuro de la marcha salvadoreña; una labor que realiza con mucha fe e ilusiones.
Y si hablo de justicia deportiva es por los interesantes y esperanzadores resultados que Ricardo Reyes ha logrado dirigiendo en los últimos tres años a Gilberto Menjívar.
Y para muestra, Gilberto ha logrado en los últimos años: marca juvenil Panamericana en 2016; dos clasificaciones a Mundiales Juveniles y varios oros centroamericanos. Además, este año obtuvieron la primera presea de bronce pre mundialista en Monterrey y ahora su meta es lograr un buen lugar en el podio en Buenos Aires.
Pero también es justicia deportiva porque Ricardo Reyes merecía ir a los Juegos Olímpicos Río 2016, pero el Comité Olímpico prefirió enviar al cubano “Maca” Medina para que acompañara a los marchistas Luis López y Yesenia Miranda. Al final, no sirvió de nada porque los resultados en Río no pudieron ser más desteñidos y arruinaron la carrera de ambos marchistas que eran muy jóvenes.
Ahora bien, a partir de los resultados del deporte en general y mientras no se demuestre lo contrario, siempre seré del criterio que por justicia deportiva al extranjero deben viajar los entrenadores salvadoreños. Suficiente con el gran sueldazo que devenga el entrenador extranjero con respecto a lo que reciben los pobres nacionales. ¿Estamos?