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Colombia debuta con contundente 3-0 ante Grecia y desata la alegría

Belo Horizonte/Brasil/dpa

Colombia comenzó hoy con el pie derecho su participación en el Grupo C del Mundial de fútbol de Brasil, patient sale al golear por 3-0 a Grecia y dar un paso importante hacia los octavos de final.

Con goles de Pablo Armero a los 6 minutos del primer tiempo, Teo Gutiérrez a los 57 del complemento y James Rodríguez en el último minuto, Colombia ganó con autoridad.

El equipo sudamericano manejó mejor la pelota, se defendió con orden cuando no la tuvo, contó con las individuales más notables y pegó en los momentos precisos, al principio de cada etapa.

No obstante, no fue la suya una actuación completa, por lo que su entrenador, el argentino José Pekerman, tendrá razones para estar insatisfecho más allá del resultado final, exagerado si se tiene en cuenta el desarrollo del encuentro.

El equipo «cafetero» cayó en baches muy peligrosos durante demasiados minutos, una circunstancia que hubiera podido pagar cara ante un rival con más contundencia que la limitadísima Grecia que tuvo enfrente.

El partido había tenido un comienzo electrizante. Contagiada por el aliento emocionante de miles de compatriotas, Colombia se lanzó al ataque desde el primer minuto, cargando el juego por la banda derecha, hacia donde se tiraba James Rodríguez para conectar con Juan Cuadrado y Juan Zúñiga, y complicarle la vida a Cholevas.

Y no hubo que esperar mucho para que esa sociedad diera frutos. Del segundo encuentro entre James y Cuadrado, cuando apenas se jugaban 6 minutos, surgió el centro bajo del jugador de la Fiorentina que el lateral izquierdo Armero concretó en el 1-0 pese al esfuerzo de Manolas por evitarlo.

Grecia intentó responder enseguida con un remate desviado de Kone. Pero a partir de allí, y con el marcador en contra, el equipo heleno comenzó a desnudar sus carencias cuando debe asumir el protagonismo de un partido.

Los griegos no tenían a Mitroglou, a quien Fernando Santos dejó entre los suplentes pese a haber asegurado que estaba en condiciones físicas de jugar, y tampoco creatividad en el medio, por lo que al conjunto colombiano le resultó relativamente sencillo controlar sus tímidos ataques. Solo Kone, partiendo desde la izquierda ponía un poco de criterio al juego del equipo.

Sin embargo, la temprana ventaja en el marcador anestesió a Colombia, que no supo aprovechar la falta de claridad y comenzó a encogerse cerca de su área, perdió el dominio del balón y ni siquiera inquietaba de contraataque.

Antes del encuentro, Pekerman le había pedido «continuidad» a los suyos, pero esta fue justamente la materia que quedó pendiente de aprobar para el próximo partido.

Así, con todas sus limitaciones, Grecia se fue acercando. Un cabezazo de Torosidis primero, y un posterior remate de Kone a los 30, ambos desviados, debieron servir de despertador a los colombianos. Pero tampoco. Su parsimonia acabó contagiando a la hinchada, tal es así que Armero reclamó la participación de la «marea cafetera» promediando la primera parte, aunque era tan poco lo que entregaba su equipo que el aliento no se volvió a escuchar hasta el minuto 40, cuando una acción de Teo Gutiérrez exigió a la zaga griega.

Decidida a jugar con fuego, Colombia estuvo a punto de quemarse en la última jugada de la primera parte. Se atrevió Kone con un remate de media distancia y solo el plástico vuelo de David Ospina mantuvo en pie la ventaja al descanso.

Es imposible saber qué dijo Pekerman en el vestuario, pero los efectos de su discurso no demoraron mucho tiempo en dejarse ver en el campo.

Volvió con otra cara Colombia, dio varios pasos adelante, y pese a un primer intento de Samaras que pidió un penal inexistente, el partido comenzó a virar definitivamente al amarillo.

Con un remate que repelió Karnezis avisó James Rodríguez que su equipo se había sacudido la modorra, y a los 57, el propio volante del Mónaco ejecutó un córner desde la derecha, prolongó con la punta del botín Aguilar en el primer palo y Teo Gutiérrez la empujó para el 2-0.

Grecia sintió el golpe, y ni siquiera le ayudó la fortuna: a los 58, el travesaño repelió un cabezazo de Gekas con Ospina vencido. Fue el tiro de gracia. Desde ese momento y bajo la batuta de James Rodríguez, apareció en todo su esplendor el toque colombiano. El mismo toque que caracterizó a aquella inolvidable selección que dirigía Francisco «Pacho» Maturana y que ejecutaban Valderrama, Álvarez, Rincón y compañía, la única hasta hoy que había logrado ganar su primer partido en la historia de Colombia en los Mundiales.

Deliraban las 50.000 almas colombianas en las tribunas, bajaban los «oles», mientras Grecia se iba entregando mansamente. Ni los ingresos de Mittroglou y Karagounis lograron modificarle el el semblante. Mucho tendrá que cambiar en el conjunto heleno si pretende superar por primera vez la fase de grupos.

Y para rematar la fiesta, James Rodríguez, el mejor jugador de la cancha, cerró el marcador sobre la hora acomodando el balón junto al palo derecho del arquero y desatando el festejo de la «marea cafetera», dueña absoluta de la alegría en el mediodía de Belo Horizonte.

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