Por Carlos Rodríguez
Bogotá/AFP
Colombia logró un nuevo acuerdo con las FARC, pero sellar la paz con la guerrilla más antigua de América Latina requiere que el texto reciba el visto bueno de la oposición y responda a dos interrogantes: cómo se refrendará y cómo se implementará.
El pacto, firmado el sábado por los jefes negociadores de ambas partes en La Habana, incluye parte de los cuestionamientos, precisiones y aportes de diversos sectores que se opusieron al pacto original, alcanzado el 26 de septiembre pero derrotado en un plebiscito el pasado 2 de octubre.
«Con toda humildad, quiero reconocer que este nuevo acuerdo es un mejor acuerdo», dijo el presidente Juan Manuel Santos, premiado con el Nobel de la Paz por este proceso, al presentar en un discurso televisado algunas de las modificaciones.
El director del Centro de Análisis del conflicto Cerac, Jorge Restrepo, coincidió en declaraciones a la AFP en que la nueva versión es mejor porque «preserva la Constitución al eliminar innovaciones jurídicas innecesarias, que buscaban dar garantías a FARC».
Sin embargo, ni Santos ni los negociadores en La Habana entregaron detalles sobre cómo será el proceso de refrendación del nuevo acuerdo.
Por ahora, el presidente colombiano ordenó al jefe negociador Humberto de la Calle comenzar a reunirse con los líderes del «No» para explicarles detalladamente las modificaciones.
De la Calle explicó este domingo desde La Habana que inicialmente se pensaba publicar solo lo nuevo que tuviera el texto acordado en comparación con el anterior.
«Pero las FARC opinaron y creemos que tienen razón, que es mejor que los colombianos conozcan todo el acuerdo ya ensamblado y lo que estamos haciendo es ensamblando para que sea conocido por todos los colombianos de manera integral», dijo De la Calle en un video publicado en Twitter.
El otro gran interrogante que surge sobre el futuro del proceso es si los opositores, después de conocer el acuerdo, decidirán apoyarlo, hacerle observaciones o rechazarlo definitivamente, lo que implicaría que siga la incertidumbre sobre su implementación.
El exmagistrado de la Corte Constitucional Eduardo Cifuentes indicó a medios locales que se debería decretar la Conmoción Interior para que «el presidente pudiera agilizar la convocatoria de cabildos abiertos», a través de los cuales se haría la fase de legitimación «a la mayor brevedad posible».
El más férreo opositor al proceso de paz con las FARC, el expresidente Álvaro Uribe, solicitó que los voceros de la oposición puedan estudiar el nuevo texto y que el acuerdo «no tenga alcance definitivo» hasta que no terminen de revisarlo.
«Muchos del ‘No’ se sumarán al nuevo acuerdo» y sólo «una minoría radical» se pronunciará en contra, por considerar que varios de los aspectos claves del acuerdo se mantienen, vaticinó Restrepo.
El asesor del proceso de Paz, el conservador Álvaro Leyva, aseguró que el acuerdo «es final y definitivo» y a todos «se les dio gusto sin llegar a poner en peligro la paz»
«Ingenuidad pensar que en materia de paz se le puede dar gusto a todo el mundo en todo. Particularmente a quienes nada les va a satisfacer», dijo Leyva en Twitter.
Una de las principales críticas que sufrió el pacto original fue dar a los jefes del grupo armado la posibilidad de participar en política, punto que permanece en la nueva versión.
Santos pidió a los colombianos entender que el objetivo de los procesos de paz «es precisamente que los guerrilleros dejen las armas y puedan hacer política dentro de la legalidad».
Aunque la mesa habló de la limitación de su participación política, Santos admitió que «no se logró avanzar» en ese tema.
El mandatario resaltó de todas formas que las FARC «tendrán que participar en las elecciones» con las mismas condiciones que los demás movimientos políticos.
Apoyo y esperanza
Al mismo tiempo que los voceros del «No» consignaron sus dudas y pidieron tiempo para estudiar el acuerdo, la noticia del nuevo acuerdo fue muy bien acogida por otros sectores.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, destacaron los esfuerzos de las partes por incorporar al acuerdo las observaciones del los partidarios del NO.
«A través de este ejercicio, los colombianos se han escuchado y han reafirmado su deseo colectivo de paz», dijo Ban en un comunicado, mientras Almagro aseguró que gobierno y FARC «lograron sortear las complejidades, debatieron en torno a las diferentes propuestas del ‘No’, y encontraron puntos de consenso».
El canciller español, Alfonso Dastis, dijo que espera que el nuevo acuerdo sea «lo más inclusivo posible» y que pueda «ser la base para esa paz duradera y justa».
El sábado Estados Unidos y la Unión Europea saludaron el acuerdo y mantuvieron su apoyo a los esfuerzos de paz.
Además, decenas de colombianos salieron a la histórica plaza de Bolívar de Bogotá a celebrar la noticia al grito de «¡Si se pudo».
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