Por Philippe Zygel
Bogotá/AFP
Colombia reanuda este lunes el rumbo hacia la paz tras la reelección del presidente Juan Manuel Santos, medical mandatado en las urnas para sellar las negociaciones con la guerrilla en un país todavía dividido después de medio siglo de conflicto armado.
El camino está abierto al diálogo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), viagra sale últimos grupos de extrema izquierda activos, con 8.000 y 2.500 combatientes, según las autoridades.
Vencedor de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con el 50,95% de los votos frente al candidato de la oposición, el derechista Óscar Iván Zuluaga, muy crítico de las conversaciones con los insurgentes, Santos, cuya coalición de centroderecha ya había obtenido en marzo la mayoría relativa en el Congreso, ha superado un nuevo obstáculo.
En su discurso de victoria, este liberal de 62 años proveniente de familia influyente en la política colombiana, se comprometió a conseguir una «paz justa» y sin «impunidad». «Tendremos que dar pasos difíciles para asegurar que no solo sea justa sino duradera», admitió.
«El proceso de paz sale fortalecido tal como está siendo negociado y cada vez se ve más viable. Incluso las FARC y el ELN salen fortalecidas como negociadores», dijo a la AFP Jorge Alberto Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto (Cerac).
Para Santos, sin embargo, sería un error cantar victoria antes de tiempo. Su caudal electoral, de 7,8 millones de votos, revela un apoyo relativo en un país de más de 47 millones de habitantes, con una abstención ligeramente superior al 47%.
En Colombia, un país con buenos indicadores macroeconómicos, un tercio de la población es pobre, a pesar de un crecimiento de más del 4%.
«La ventaja es clara y la diferencia es significativa, pero el resultado estuvo marcado por las personas que votaron por Santos convencidas de que el proceso de paz continúe y no necesariamente convencidas por el gobierno de Santos», dijo a la AFP el politólogo Felipe Botero, profesor de la Universidad de los Andes.
El papel de la oposición
Santos, quien jurará en agosto junto con la reanudación de la actividad legislativa, tiene ahora el reto de precisar su estrategia después de haber acordado alianzas con partidos de izquierda en nombre de la paz.
«La jornada electoral deja un gobierno con deudas políticas por pagar a sectores políticos y a las propias guerrillas que le colaboraron en su campaña y que ahora pueden cobrar su participación en el nuevo gobierno», explicó a la AFP Rubén Darío Acevedo, historiador de la Universidad Nacional.
La reelección de Santos «revela la existencia de una franja de la población exigente con los diálogos de paz», agregó.
También queda por verse qué papel jugará la oposición de derecha encarnada por Zuluaga, perdedor del balotaje con sólo 45% de los sufragios, en una elección con poco más de 4% de votos en blanco.
Zuluaga sabe que el escepticismo frente a las negociaciones de paz con las FARC, que se desarrollan en Cuba sin un cese al fuego desde noviembre de 2012, sigue siendo fuerte, así como la oposición a los diálogos del expresidente Álvaro Uribe, muy popular por haber librado una lucha frontal contra la guerrilla entre 2002 y 2010.
«Muy orgulloso de haber sido el candidato del uribismo», Zuluaga, un economista 55 años, fue apadrinado por Uribe. El exmandatario, senador electo y líder del mayor partido de oposición, el Centro Democrático, sigue luchando contra Santos, su exministro de Defensa, a quien acusa regularmente de «traición».
La excandidata presdidencial del Partido Conservador, Marta Lucía Ramírez, que se unió a la campaña de Zuluaga tras la primera vuelta del 25 de mayo, dijo por su parte el domingo que seguirán «insistiendo en que cualquier negociación debe realizarse con condiciones».
«El uribismo se hace ahora una fuerza importante que se va a oponer a Santos en el Congreso, observando muy de cerca las negociaciones de paz», dijo Botero.
La oposición anunció que seguirá exigiendo que las FARC no sólo cesen las hostilidades, sino también abandonen el uso de minas antipersonales, el reclutamiento de menores, los secuestros y las extorsiones.