Julio Ernesto Palacios
Politólogo académico
Con el sano intento de visualizar el escenario del Sistema de Pensiones Sociales en El Salvador, a los usuarios y contribuyentes del sistema nos informan los técnicos y los encargados de prensa de los propietarios y sus secuaces, por ello es necesario aproximarnos a la visión real y cruda de la mayoría de salvadoreños que carecen de seguridad social de pensión monetaria en dólares. Les relato como sigue:
En ese hospedaje idílico de bajo costo allá por el alegre y guapachoso barrio de San Jacinto, se suscitaba una acalorada y sesuda discusión en que estaban reunidos tres tristes tigres, de tristes trabajos, pero… ¿Quiénes eran estos ciudadanos con el goce de todos su derechos? Una pareja de trabajadoras del sexo -ellas-, y un tercero que se gana la vida como vendedor de cachadas y transeúnte, quienes se enfrascaban en una discusión digna de los mejores lectores de noticias conocidos como presentadores estrellas de la tele simulación local.
La “Carmelona” como es conocida la corpulenta luchadora del sexo todo terreno, que hacia suyas las afirmaciones que pudo haber leído de la noticia de que únicamente el 25 % de los trabajadores salvadoreños están bajo el régimen de pensiones. -Puchica dijo Marilu- la chica de todos los colores habidos y por haber, alegrona dama de compañía de renta media, que siempre tiene opinión publica calificada por ser una trabajadora de invierno y verano. –Bueno dijo- y el otro 75 % que “ondas”. Esa frase coloquial muy nuestra que dice mucho del pragmatismo del que hace gala quien gobierna sin opositores calificados, en ausencia de líderes válidos, los impresentables nombrados de dedo se muestran como gatos panzarriba en debates estériles contra el discurso mesiánico pragmático del gobernante. ¡Qué pena para la dama democrática!
¡Qué decís exclamo la Carmelona! Que el ya trillado 75 % de los trabajadores informales no trabajamos como cualquier hijo de vecino, ¡Ergo! Lo hacemos trabajando de sol a sol y sin tener cobertura en el sistema de seguridad social, rogamos y suplicamos como única atención en las benditas Unidades de Salud con todo y lo pésimos que son los empleados de esas salas de tortura en salud. La inmensa mayoría de los salvadoreños nos rebuscamos para sobrevivir con alguna dignidad para sostener nuestras familias.
Que venga un barcino a decir que el sector informal por el hecho de no poder celebrar un conclave conocido como el “ENADE” somos unos Ánades en esta laguna de ingratitudes ciudadanas. ¡No señores, banqueros! Para nada nos sentimos excluidos del mercado laboral. Si el trabajo es dignificado por la Constitución Política de la República, cuando en el Art.1. Reza así: “El Salvador reconoce a la persona humana como el origen y el fin de la actividad del Estado, que está organizado para la consecución de la justicia, de la seguridad jurídica y del bien común”. Y en el tercer inciso sentencia: “En consecuencia, es obligación del Estado asegurar a los habitantes de la República, el goce de la libertad, la salud, la cultura, el bienestar económico y la justicia social. ¡Aja! donde dice que hay salvadoreños formales unos y otros salvadoreños informales.
El vendedor de ilusiones callejeras había estado expectante de la jerga que tenían las féminas, y dijo con gran garbo, -ahora que el Bicho Selfie presidente los tiene aculados, están angustiados los banqueros, y los políticos disfrazados de técnicos en finanzas públicas, para no perder ese negocio de las AFP de alta rentabilidad y despojo financiero de sus obligados clientes; y para el caso, ellos ya han movilizado a sus huestes en los medios de desinformación y la tele simulación para vender el espejismo de pensiones dignas de alta rentabilidad financiera. ¡Wacala! ¡qué asco de campaña electoral! y de los diputados que defienden ese oprobioso sistema de pensiones… Mejor sigo en mi pensión donde me brindan todas las prestaciones sociales amorosas… Aquí en la “Pensión Barrundia” de San Jacinto.
Y concluyo el ilusionista, el único sistema nacional de seguridad en materia de pensiones, lo encontramos en cada sucursal de nuestros barrios y vecindarios, donde se encuentra una pensión, hostal, motel, casa de citas o un oscuro hospedaje de precio de mercado de ciudadano de a pie. Seguiremos con la charla leída en otros comentarios… Los suyos y de los otros.
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