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El comercio ilícito de cigarrillos es un fenómeno silencioso que amenaza la economía, la institucionalidad y seguridad de los países centroamericanos, especialmente, en El Salvador. Dado el acelerado crecimiento del contrabando de cigarrillos, se ha convertido en una actividad de interés para el crimen organizado y el terrorismo, según Crimen Stoppers El Salvador.
De acuerdo a la entidad, esto sucede porque el contrabando de cigarrillo es una actividad de bajo riesgo y altas ganancias para las pandillas, por eso es utilizado para financiar sus ganancias, asimismo, les resulta ventajoso, ya que puede ser cubierto fácilmente como una actividad legal, por ejemplo, puede introducirse el producto en envoltorios de golosinas o esconderse, las ganancias resultan muy altas y los riesgos mínimos para los contrabandistas.
La grave amenaza a la seguridad ciudadana, producto de los cigarrillos de contrabando se suma a los efectos dañinos que dicho crimen representa para la institucionalidad democrática, jurídica y económica de los países, ya que de acuerdo con datos del Banco Mundial el comercio ilícito de cigarros representa entre un 10 y 12% del mercado.
Anualmente, 600 mil millones de cigarrillos ilegales generan una pérdida en la recolección de impuestos entre 40 50 mil millones de dólares, esto de acuerdo al estudio de Cid Gallup en 2016, denominado “El comercio ilícito de cigarrillos en Centroamérica”.
Solo en El Salvador son consumidos 940 millones de cigarros al año, de los cuales el 32% son ilícitos, este hecho genera una evasión fiscal acumulado de unos 15.5 millones de dólares anuales, es decir, el Estado deja de percibir ese monto en impuestos. En términos de pérdida por evasión fiscal a nivel centroamericano los gobiernos dejan de percibir ingresos por un monto de 113.6 millones de dólares, encabezado por Panamá con una pérdida de $41.9 millones por año y Costa Rica con 26 millones de dólares anuales.