Por Mariano Andrade/Naciones Unidas/AFP
La Asamblea General de la ONU comienza este lunes en Nueva York centrada en la guerra en Siria, con discursos de los presidentes Barack Obama y Vladimir Putin, quienes se reunirán de manera bilateral para analizar salidas a ese conflicto.
En la apertura del pleno intervendrán además varios líderes de América Latina con realidades y necesidades diferentes: la brasileña Dilma Rousseff, el cubano Raúl Castro (en su primera participación), el mexicano Enrique Peña Nieto, la chilena Michelle Bachelet y la argentina Cristina Kirchner (en su última visita), entre otros.
Pero el mundo estará atento a lo que ocurra sobre todo entre los presidente Obama y Putin, que hablarán con unos minutos de diferencia desde la tribuna del hemiciclo de la ONU y se verán las caras por la tarde en su primera reunión en más de dos años.
Aislado por Occidente a raíz del conflicto de Ucrania, Putin se reinsertó de manera espectacular en el centro del escenario con Siria, arrasada por una guerra civil que lleva ya cuatro años y medio.
En momentos en que Rusia aumentaba sensiblemente su presencia militar en Siria, desplegando tropas y aviones en uno de los feudos del régimen del presidente Bashar Al Asad, Putin anunció que buscaba instalar con los países de la región una «plataforma común» para combatir a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
Moscú anunció el lunes a través de su vicecanciller Mijail Bogdanov una reunión de un grupo sobre la cuestión siria en octubre con la participación de Estados Unidos, Arabia Saudita, Irán, Turquía, Egipto y la propia Rusia.
Sorprendida por esta ofensiva diplomática, la Casa Blanca afirma que sería «irresponsable» no intentar un diálogo con el jefe del Kremlin, reivindicando un enfoque pragmático.
Explotando la falta de decisión en Occidente sobre el futuro del régimen de Asad, Rusia insiste en que apoyarlo es el único modo de poner fin a una guerra que ha dejado más de 240.000 muertos.
Estados Unidos reclama la partida de Asad, pero ha flexibilizado su posición y el secretario de Estado John Kerry admitió que el calendario sobre su salida era negociable.
Lo cierto es que mientras tanto el Estado Islámico consolida sus posiciones y mantiene su poder de atracción: unos 30.000 yihadistas extranjeros viajaron a Siria e Irak desde 2011, según responsables de inteligencia estadounidense citados por el New York Times.
Rousseff en su peor momento
Al margen de esta cuestión crucial, la 70ª Asamblea General de la ONU servirá de tribuna para la vuelta al escenario mundial de Cuba con el primer discurso de Raúl Castro y tendrá a varios presidentes latinoamericanos que atraviesan un momento delicado en casa.
Es el caso de Dilma Rousseff, que abrirá el debate con un discurso después del secretario general de la ONU Ban Ki-moon.
Golpeada por la peor crisis económica en años, con el real en su valor más bajo de la historia, la presidenta brasileña ya dijo el domingo aquí en una cumbre de desarrollo que su país no tendrá «ningún problema» por el dólar ya que cuenta con «reservas suficientes».
Otra presidenta cuestionada es Michelle Bachelet, en picada en los sondeos de aprobación en su país por los tropiezos de sus reformas y el escándalo de corrupción de su hijo Sebastián Dávalos.
En el frente externo se sumó el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ), que declaró su competencia para tratar la demanda de Bolivia para tener una salida al mar, disputa que tendrá un nuevo capítulo el lunes ya que también hablará en la ONU Evo Morales.
Si esta Asamblea General será la del regreso de los Castro, marcará en cambio la despedida de Cristina Kirchner, que abandonará el poder en Argentina en diciembre tras ocho años, doce sumando el mandato inicial de su fallecido marido Néstor.
Esta jornada de intensa actividad diplomática en Nueva York tendrá como eje también el discurso del presidente iraní Hassan Rohani, su primero desde la conclusión en julio pasado en Viena del compromiso sobre el programa nuclear de Teherán.
De su lado, el presidente francés François Hollande lanzará un llamamiento a movilizarse contra el cambio climático, de cara a la Conferencia de París que buscará en noviembre un acuerdo mundial para frenar el aumento de la temperatura en el planeta.
Latinoamericanos asumen con críticas la agenda de desarrollo de ONU
Líderes latinoamericanos reafirmaron el domingo la nueva agenda de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, expresando optimismo pero también críticas al documento y al papel de las
potencias económicas mundiales.
El ambicioso programa ya había sido acordado tras meses de negociaciones cuando fue aprobado el viernes por los 193 países miembros de la ONU, y recibió las encomiendas de mandatarios y ministros durante los tres días de la Cumbre sobre Desarrollo Sostenible en la sede del organismo en Nueva York.
En su discurso ante los líderes mundiales, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se mostró complacido con la agenda, que pretende acabar con la pobreza, promover la educación, garantizar vidas más saludables y combatir el cambio climático en los próximos 15 años.
«Nos complace sobremanera que tengan muy presente el cuidado del ambiente» y la reducción de las distancias económicas, dijo.
Pero en un tono crítico con los modelos de desarrollo de las principales potencias económicas mundiales, Correa denunció la «paradoja moral» de promover la libre circulación de mercancías para obtener «máxima rentabilidad», y por otro lado penalizar la libre circulación de personas que buscan seguridad y trabajo.
«Es sencillamente intolerable e insostenible desde un punto de vista ético», subrayó, acusando a los países ricos de implementar políticas migratorias «vergonzosas».
«Necesitamos que los países ‘centrales’ dediquen menos tiempo a diagnosticar nuestro ‘subdesarrollo’ y más tiempo a cuestionar su propio modelo de ‘desarrollo'», afirmó.
En sentido similar, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, llamó a descartar el «pensamiento único neoliberal» de los modelos de desarrollo como condición para alcanzar las metas post-2015.
«Si queremos avanzar en los grandes objetivos y metas que nos hemos trazado debemos plantearnos la construcción de otro modelo económico, social, y de relaciones de poder en el mundo», afirmó el presidente venezolano que pregona el llamado «socialismo del siglo XXI».
Ya el viernes el presidente boliviano, Evo Morales había pedido acabar con el capitalismo para erradicar la pobreza.
Por su parte, el canciller argentino Héctor Timerman denunció «desequilibrios» entre países en desarrollo e industrializados sobre los recursos para implementar un plan, cuyo costo podría ascender a 5 billones de dólares anuales.
Los países «desarrollados tienen la mayor responsabilidad y por ende la obligación de generar los mayores aportes financieros de acuerdo a sus compromisos históricos», afirmó.
«Porvenir mejor»
Otros líderes de la región tuvieron un poco más de clemencia con el documento, cuyo primer objetivo es la erradicación de la pobreza para 2030.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, destacó un acuerdo «fruto del diálogo incluyente y constructivo» que «refuerza el multilateralismo», y su par colombiano, Juan Manuel Santos, lo denominó un «llamado por un porvenir mejor».
La mandataria de Brasil, Dilma Rousseff resaltó una «agenda innovadora» que «exige la solidaridad mundial», en un discurso centrado en las contribuciones de la primera economía de la región para reducir la contaminación de gases de efecto invernadero.
En un tono optimista similar, el presidente de Perú, Ollanta Humala había dicho el sábado que «nos compromete a todos hacer realidad el futuro que queremos».
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