París/AFP
Katy Lee
Francia empezó a sentir el lunes los inicios de tres meses de huelgas intermitentes en los ferrocarriles, a las que se sumarán otros sectores, desde la energía a la recolecta de basuras, contra la agenda de reformas del presidente Emmanuel Macron.
El personal de la empresa pública de ferrocarriles franceses SNCF comenzó a las 7:00 de la noche, hora local, del lunes un paro que debe prolongarse hasta el jueves por la mañana. Será la primera de una serie de huelgas de dos días que tienen previsto repetir cada cinco días hasta junio.
Los sindicatos advirtieron de que esta protesta provocará graves perturbaciones para los 4,5 millones de usuarios del tren en Francia.
El martes prevén que circule, de media, uno de cada ocho trenes de alta velocidad. No habrá ningún tren con destino a España, Italia y Suiza, afirmaron, aunque sí circularán tres de cada cuatro Eurostars hacia Londres y Bruselas, y el Thalys con destino a Bélgica y Holanda operará casi con normalidad.
«Nos estamos preparando para una movilización muy fuerte, con un gran impacto para los pasajeros de trenes», dijo a la AFP una fuente gubernamental que pidió el anonimato.
El lunes por la noche, el retorno del largo fin de semana de Pascua parecía escapar al caos con un tráfico «normal», contrariamente a las repetidas advertencias de la SNCF.
Así, en la estación de Toulouse, en el sur del país, los pasajeros que disponían de billete no sufrían ningún estrés particular. Sin embargo, para quienes creían poder comprar uno en el último momento, imposible salir de la ciudad: todos los trenes con destino a París, Lyon y Burdeos tenían el cartel de «completo», al igual que los autobuses hacia la capital.
Pero la verdadera movilización comenzará el martes, una jornada que la prensa francesa ya ha bautizado como «martes negro».
Entre el personal que debería declararse como huelguista con 48 horas de antelación, la SNCF ya contabilizó casi un ferroviario de cada dos (48%) y más de tres de cada cuatro entre los maquinistas (77%).
«Convergencia de luchas»
Este es el mayor desafío contra la agenda reformista de Macron desde que el joven presidente, de 40 años, llegó al poder en mayo de 2017.
Los sindicatos de la SNCF protestan contra la supresión del estatuto especial de sus trabajadores para los nuevos contratados, la apertura del servicio de ferrocarril a la competencia y la transformación de la empresa en sociedad anónima, lo que abre la vía a una futura privatización, algo que niega el gobierno.
El proyecto de reforma «busca destruir el servicio público ferroviario por puro dogmatismo ideológico» y «no solucionará el tema de la deuda, ni el de los disfuncionamientos», afirman en su convocatoria de huelga.
Este movimiento de protesta, que prevé 36 días de paro en casi tres meses, apuesta por el desgaste de la opinión pública que, según los sondeos, considera de momento esta huelga como injustificada pero que, esperan los ferroviarios, podría cambiar de parecer si el ejecutivo de Macron se muestra intransigente.
Philippe Martinez, secretario general del primer sindicato de Francia, llamó así a la «convergencia de luchas» aprovechando que aumenta el descontento entre los jubilados, los estudiantes, los recolectores de basuras y los empleados del sector energético, que también harán huelga el martes.
Pero también en el sector privado, como la aerolínea Air France, cuyo personal parará de trabajar el martes por cuarta vez en poco más de un mes para reclamar un aumento general de sueldos del 6%.
La compañía aérea prevé un tráfico más perturbado que en la jornada precedente, el 30 de marzo, en que operaron 75% de vuelos. Hay convocadas más jornadas de paro en Air Francia los días 7, 10 y 11 de abril, en un movimiento que no está directamente relaciones con las reformas de Macron.