Los movimientos internacionales de capital y, tadalafil concretamente los flujos de inversión extranjera directa (IED), son de tal magnitud e importancia en el mundo actual que es casi imposible imaginar procesos de desarrollo económico sin los beneficios aportados por esas inversiones.
Consecuentemente, renovar las normas jurídicas que regulan dichas inversiones es una práctica internacional, en razón de las cambiantes situaciones económicas que tienen lugar, tanto a nivel global como en la economía interna de los estados.
En Cuba, la Ley 118 de la Inversión Extranjera, entró en vigor el 28 de junio del pasado 2014. Se trata de un mecanismo diseñado para potenciar el crecimiento económico nacional que, en un marco transparente, recoge las facilidades financieras, tributarias y otras capaces de brindar, a los inversores foráneos, la posibilidad de invertir capitales que contribuyan a la renovación del futuro económico de la Isla, con respeto a los principios socialistas y a las proyecciones de la actualización del modelo económico cubano.
¿Se rinde Cuba al capital extranjero? No. Expertos y autoridades confirman que de lo que se trata es de asumir dichas inversiones como alternativa necesaria, en razón de ser fuente de financiamiento y de tecnologías que -entre otros aspectos vitales- facilitan la formación de las cadenas productivas o de valor con empresas de otros países, asunto imprescindible hoy para entrar en mercados externos y ampliar las exportaciones.
Un claro ejemplo de su utilidad son los resultados en el turismo, sector que ha venido logrando significativos aumentos de viajeros mediante asociaciones con firmas hoteleras y agencias de viajes europeas, desde hace más de dos décadas.
Muy esperada por los empresarios con interés en negociar con la Isla, la Ley 118 sustituye a la No. 77 de 1995, que ya no se adecua a las urgencias económicas nacionales y a sus proyecciones futuras, enfocadas en reanimar la industria y ganar competitividad en el mercado internacional con las producciones locales.
Era preciso instaurar un marco regulatorio verdaderamente atractivo, para que inversionistas de otros países participen en áreas priorizadas como la agroindustria, el turismo, la biotecnología, y la energía renovable misma que -según se informó- demanda unos 3 000 millones de dólares para su desarrollo.
La nueva Ley propone más flexibilidad aduanal y garantías a los inversionistas en casi todos los sectores de la economía nacional; y ha permitido establecer una Cartera de Oportunidades con los más diversos proyectos, en busca justamente de promover las oportunidades de negocio en muy diversas áreas.
Aparecen, asimismo, un grupo de aspectos necesarios, como la incorporación de diversas formas de inversión extranjera, entre estas, las franquicias, los proyectos para la construcción, operación y posterior transferencia de la propiedad, los holdings, y la ampliación de las zonas francas.
Pero incentivar la participación de capital foráneo no significa en modo alguno vender al país, pues se ejecuta sobre la base de la protección y el uso racional de los recursos humanos y naturales y del respeto a la soberanía e independencia nacionales.
El ministro de Economía, Marino Murillo, ha explicado que nuestro país necesita de 2 000 a 2 500 millones de dólares anuales de inversión extranjera directa para desarrollarse y llevar adelante su modelo socioeconómico socialista, próspero y sustentable. Indicaba que un monto menor retardaría el desarrollo nacional, ya que la economía nacional precisa de un ritmo anual de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de entre el 5 y el 7 %. “Una inversión extranjera bien hecha no significa regalar el país a pedazos”, dijo.
Por su parte Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, certifica que la normativa no significa en modo alguno un retroceso o la venta del país, sino un procedimiento legal que se inserta en el proceso de actualización de la política económica y social que tiene lugar en nuestra nación, para contribuir de manera eficaz a los objetivos del desarrollo sostenible y a la recuperación de la economía nacional, todo lo cual, por cierto, tiene una connotación estratégica para Cuba.
Por Tribuna de La Habana en la sección Opinión