Por: Rolando Alvarenga
Producto del buen trabajo que mi “team sabuesos” ha realizado en los últimos días, puedo presentir y sostener que en buen porcentaje de la gran familia olímpica se transpira un aire de mucho coraje y esperanza de tumbar al “Trump” del olimpismo local, y así dar un paso urgente y necesario en pro de este deporte que desde hace ratos esta en cuidados intensivos.
Y es que se viene la tan esperada Asamblea General Ordinaria del Comité Olímpico, en donde el plato fuerte será la elección de una nueva junta directiva.
En esta ruta han surgido una serie de revelaciones que empujan a no descartar un cuestionado y sospechoso proceso que pondrá a prueba el tan cacareado juego limpio y la mano peluda.
Si bien es cierto que los estatutos estipulan la celebración de la Asamblea para este mes, también es cierto que ha predominado el hermetismo olímpico a la hora de clarificar y publicitar las reglas del juego eleccionario, abonando la incertidumbre en un ambiente de extrema irritación. En lo personal, y rechazando toda venta de humo mediático por parte del actual Comité, tengo mis muchas dudas y razones para sostener que se viene un paseo de campo.
Y debido a la falta de claridad en la reglas que regirán la elección del Comité fue que Yamil Bukele, presidente de la Federación de Baloncesto, cuestionó directamente al presidente del Comité vía Twitter: ¿Federaciones con derecho a voto?; ¿vota la actual junta directiva? y ¿cuántas nuevas federaciones con derecho a voto hay? Sin embargo, Yamil -a quien en reiteradas ocasiones se mencionó como aspirante a la presidencia del Comité, algo que no se concretó- no
recibió respuesta. ¿No tienen derecho los presidentes a una respuesta aunque sea privada? Es que en esto de “nuevas federaciones” se habla de querer meter a la Asamblea a “federaciones fantasmas” que no habrían sido aprobadas por una Asamblea General.
Además, dada la necesidad de votos, también quieren darle vida en la Asamblea a los atletas olímpicos activos y retirados cuando estos, en su mayoría, nunca han recibido sus merecidas y bien ganadas prestaciones integrales y menos han aparecido haciendo algo en los eventos públicos.
Pero el renglón de las injusticias e ironías lo encabeza la Federación de Atletismo, que preside Juan Carlos Ramírez, que no goza del reconocimiento del Comité Olímpico, bajo el argumento de que hubo narices estatales en su elección.
No obstante, en el colmo de los descaros y con el pretexto de “no afectar a los atletas” el Comité sí los “utiliza” para el ciclo olímpico ¿Qué le parece esta doble moral? Obvio: hasta el fin de semana la más representativa de las federaciones, el Atletismo, aún no había recibido convocatoria.
Finalmente, en lo que a mi respecta, profesionalmente me siento timado y avergonzado por la censura y mordaza que la cabeza de este Comité impone en los principales medios deportivos para que no denuncien lo malo y lo feo. Y están las pruebas para cuando un juez de libre expresión las requiera. Y reitero veo pesadillas para el “Trump Olímpico”.
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.