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Esta es una pregunta existencial que nace de la realidad cotidiana. Se puede formular de otra manera, site ¿cómo construir alternativas para superar la pobreza? Pensar este problema histórico se puede hacer de muchas maneras. Nuestra opción será pensar una alternativa con sencillez y humildad, pues este problema tal como lo hemos expresado es de carácter global y no existe una varita mágica para resolverlo. Pensamos que para enfrentarlo hay que hacerlo con simpatía y sintonía con quienes padecen y sufren directamente los efectos y el impacto de la economía y de las finanzas globalizadas. Solo fusionando los horizontes con las inmensas mayorías que sufren la pobreza y la exclusión social se pueden asumir compromisos que transforman las dinámicas globales excluyentes para que se conviertan en incluyentes, participativas y también se resuelva el problema. Reflexionemos sobre el tema.
1) La crisis de la pobreza y del desarrollo humano
Hay algunos obstáculos que debemos superar para tratar el problema de la pobreza. No se puede confundir crecimiento económico y desarrollo de los pueblos. Hay crecimiento, pero con gran desigualdad y una gran desproporción global en la distribución de la renta generada.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha declarado algunos objetivos claros para revertir el problema de la pobreza teniendo como meta el año 2030: “Los Estados miembros de la Naciones Unidas aprobaron una resolución en la que reconocen que el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza y afirman que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible. La Agenda plantea 17 Objetivos con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental. La nueva estrategia regirá los programas de desarrollo mundiales durante los próximos 15 años. Al adoptarla, los Estados se comprometieron a movilizar los medios necesarios para su implementación mediante alianzas centradas especialmente en las necesidades de los más pobres y vulnerables” (http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/2015/09/la-asamblea-general-adopta-la-agenda-2030-para-el-desarrollo-sostenible/).
Al leer estos objetivos nos damos cuenta que son realmente ambiciosos, y por otra parte, difíciles de lograr. Precisamente porque el gran problema del cual se parte es la fractura social que ha creado el mal del empobrecimiento y de la exclusión social. Sentimos los síntomas los globalmente, pues hay grandes conflictos, no hay consenso en políticas conjuntas entre los gobiernos, las crisis políticas constantes son agudizadas por la misma crisis económica que viven millones de ciudadanos en el mundo.
¿Cómo se llegó a estos objetivos en la ONU?
“Los 17 Objetivos de la Agenda se elaboraron en más de dos años de consultas públicas, interacción con la sociedad civil y negociaciones entre los países. La Agenda implica un compromiso común y universal. No obstante, puesto que cada país enfrenta retos específicos en su búsqueda del desarrollo sostenible, los Estados tienen soberanía plena sobre su riqueza, recursos y actividad económica, y cada uno fijará sus propias metas nacionales, apegándose a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), dispone el texto aprobado por la Asamblea General” (http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/2015/09/la-asamblea-general-adopta-la-agenda-2030-para-el-desarrollo-sostenible/).
Si cada estado fijará sus metas, nos damos cuenta que continúa el problema de los recursos, pues muchos están en quiebra, dicho brevemente. Veamos las finanzas públicas de nuestros países centroamericanos. En el año 2014 la deuda externa de los países centroamericanos en miles de millones de dólares era la siguiente: Guatemala 18 (miles de millones US dólares); Honduras 6; Nicaragua 5; Costa Rica 15; Panamá 15; y El Salvador 14 (Cfr. http://www.indexmundi.com/map/?l=es&r=ca&v=94).
Nos damos cuenta que con esta deuda están hipotecados muchos de los recursos nacionales que podrían servir para impulsar un progresivo plan de inversión de desarrollo humano sostenible.
2) El crecimiento desigual y la necesidad del desarrollo humano
Desde la perspectiva de quienes están más afectados por las consecuencias del crecimiento desigual, asimétrico y desproporcionado de las finanzas y de la economía globales, esto es un real obstáculo para potenciar sus capacidades y solventar su situación de pobreza y exclusión, pues la condición fundamental para mejorar la calidad de vida y lograr el desarrollo humano sostenible es precisamente la inversión social.
Los países que tienen un índice muy alto de desarrollo humano según el Informe sobre Desarrollo Humano 2015 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado el 14 de diciembre de 2015 y compilado basándose en estimaciones de 2014, son los siguientes: Noruega, Australia, Suiza, Dinamarca, Países Bajos, Alemania, Irlanda, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, etc. Todos estos países muestran un índice de desarrollo humano de 0,913 o más, es decir, casi uno. Según este indicador “uno” es el mayor desarrollo humano posible. Cuanto más se aproxima a la unidad un país, tiene mayor desarrollo humano. ¿Qué mide el desarrollo humano? Sencillamente la calidad de vida de los ciudadanos de un país determinado: “El índice de desarrollo humano (IDH) es un indicador del desarrollo humano por país, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo(PNUD). Se basa en un indicador social estadístico compuesto por tres parámetros: vida larga y saludable, educación y nivel de vida digno” (https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%8Dndice_de_desarrollo_humano).
Si analizamos la relación entre el índice de desarrollo humano y la distribución del ingreso nos damos cuenta que todos estos países que tienen un índice de desarrollo humano muy alto tienen una mayor igualdad en la distribución del ingreso a excepción de los Estados Unidos y un poco menos Canadá.
Analicemos el indicador del índice de Gini de los países con mayor desarrollo humano del mundo. El indicador del índice de Gini nos da una primera imagen de cómo está distribuida la riqueza en la sociedad: “La lista de países por igualdad de ingreso está basada en el coeficiente Gini, de acuerdo al informe de desarrollo humano realizado por la ONU en2005. Este coeficiente representa el nivel de distribución de ingresos, donde el 0 es que los ingresos y el consumo están distribuidos equitativamente entre toda la población (sociedad igualitaria), mientras el 1 representaría una situación hipotética en la cual sólo una persona posee toda la riqueza (sociedad inicua)” (https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_igualdad_de_ingreso).
Por ejemplo Noruega, Suiza, Dinamarca, Países Bajos, Alemania, Irlanda situados entre los primeros seis países con mayor desarrollo humano tienen un índice de Gini inferior a 0,29. Estos países tienen una distribución más equitativa del ingreso. Australia que se sitúa en el segundo lugar con el desarrollo humano más alto en el mundo tiene un índice de Gini de 0,305. Canadá de 0,326 y Estados Unidos tiene un índice de Gini de 0,408. El informe de desarrollo humano de 2010 llegó a las siguientes conclusiones: “1) Existe una correlación negativa entre el PIB per cápita y el coeficiente de Gini en los 170 países analizados por el Informe de Desarrollo Humano 2010. Es decir, generalmente pobreza y desigualdad, van unidas. 2) Los países que reparten su renta de una forma más equitativa son los Nórdicos, Japón, Alemania y Suiza.
3) Los países anglosajones como EEUU, tienen mayores desigualdades sociales (sistema de sanidad, subsidios de desempleo, pensiones, etc.). En Gran Bretaña el Índice es de 0,36 (equiparable a los países mediterráneos) y a Irlanda. 4) A los países mediterráneos se los puede meter a todos en el mismo saco (desde Portugal 0,385 hasta España el 0,447). 5) Los Países Árabes tienen índices de Gini más bajos que los países de África Negra. 6) América Latina sufre un problema serio de desigualdad” (http://economy.blogs.ie.edu/archives/tag/indice-de-gini).
Si queremos que nuestros países tengan un mayor desarrollo humano nos damos cuenta que es fundamental la inversión en alimentación, salud y educación.
Desde la perspectiva de la equidad de género, entre los 25 países con el índice de desarrollo humano más alto están aquellos que tienen una mayor igualdad de género. Sin embargo, según la información de que disponemos, el mito de que los países con mayor crecimiento industrial sean automáticamente los más equitativos, se rompe con el indicador de la equidad de género: “De los países estudiados, Islandia es el que tiene mayor igualdad de género, seguido por Finlandia, Noruega y Suecia. Nicaragua es el país de Latinoamérica mejor ubicado, en la posición número 10. Yemen y Pakistán se ubican al fondo de la lista. Ningún país del G20, grupo que reúne a las naciones más industrializadas del mundo, está entre los 10 mejor evaluados. Tampoco hay países de Medio Oriente o África entre los 10 primeros” (http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/10/131025_vj_grafico_disparidad_de_genero_100_mujeres). El crecimiento industrial no significa automáticamente desarrollo en la equidad de género o desarrollo humano para la población. La equidad de género significa que las mujeres disfrutan del acceso más equitativo a la educación y al cuidado de la salud. También tienen la mayor probabilidad de participar plenamente en la vida política y económica de un país determinado.
3) ¿Cómo comprometernos con los empobrecidos y los excluidos?
La respuesta desde la realidad de quienes sufren y padecen la pobreza y la exclusión social es sencillamente comprometernos con la búsqueda efectiva del desarrollo humano y social. Esto significa trabajar, a todos los niveles posibles, por propiciar una vida larga y saludable, educación suficiente que tanto nos hace falta y un nivel de vida digno para todos los miembros de la sociedad, y en especial para quienes carecen de ello y se ven imposibilitados para acceder a estos bienes vitales. Las iniciativas individuales pueden ser buenas, pero para ser efectivas deben integrarse con esfuerzos nacionales que requieren de políticas de Estado que vayan orientadas en esta dirección. Centrémonos ahora en estas políticas de Estado:
a) Urge el rol protagónico de los Estados para la inversión en desarrollo humano.
Evaluar los presupuestos nacionales para hacer la inversión en alimentación, salud y educación. Esto supone un liderazgo comprometido en la recaudación, administración y la inversión de los impuestos de los ciudadanos. Con transparencia, con honestidad y aplicando la justicia en los casos en los que se comenten delitos en contra de los fondos públicos. Sin tener recursos financieros no se pueden realizar las inversiones que demanda el déficit de salud, educación, alimentación, necesarios para una vida digna en muchos de nuestros países latinoamericanos. Se necesitan liderazgos políticos que tomen decisiones históricas para enfrentar tantos problemas de nuestros pueblos que han sido acumulados por décadas. Es urgente que se combata la corrupción, se garantice la autonomía del Estado y del poder judicial de los grupos de poder económico y financiero.
No es una casualidad que alguno países tengan un índice de desarrollo humano muy alto, pues esto se explica porque hay una política clara de inversión en educación y salud. De estos países que ocupan los primeros diez lugares, Alemania es el que tiene menos inversión del gasto público en educación. Destina el 11% del gasto del gobierno para este rubro. Esto significa la inversión del gasto del Gobierno en instituciones educativas (públicas y privadas), administración educativa y subsidios para entidades privadas (estudiantes/hogares y otras entidades privadas). Así también podemos analizar la inversión de otros países: Noruega destina el 15% (2011), Australia el 13,2% (2012), Suiza el 16,1% (2012), Dinamarca el 15% (2011). Los Estados Unidos destina el 12,9% y Canadá el 12,2%. En la región de Centroamérica, Guatemala invierte el 20,6% (2013), Honduras el 19,2%, El Salvador el 15,9%, Panamá el 13% (Cfr. http://datos.bancomundial.org/indicador/SE.XPD.TOTL.GB.ZS).
Ciertamente la inversión en Centroamérica, según estos datos del Banco Mundial, no es tan baja. No obstante, tenemos un rezago en la educación de muchas décadas. Lo importante es mantener esta inversión constante y aumentarla, mejorando la calidad educativa en la región centroamericana. ¿Qué pasaría si nos propusiéramos como meta invertir el 20% de los gastos de cada gobierno en Centroamérica en educación con calidad?
De igual manera, los países con el índice de desarrollo más alto invierten constantemente en la salud de sus ciudadanos. Noruega destina el 9,6% del Producto Interno Bruto para el gasto de salud. Esto significa la suma de gasto público y privado. Esto implica la prestación de servicios de salud preventiva y curativa, las actividades de planificación familiar, las actividades de nutrición y la asistencia de emergencias sanitaria. Australia destina el 9,4%, Suiza el 11,5%, Dinamarca el 10,6%, los Países Bajos el 12,9%, Estados Unidos el 17,1% y Canadá el 10,9%. En Centroamérica el país de Costa Rica es el que más invierte en salud y destina el 9,9%, Honduras el 8,7%, Nicaragua el 8,4%, Panamá el 7,2%, El Salvador está en el penúltimo lugar con el 6,9% y Guatemala destina solamente el 6,4% del Producto Interno Bruto. (Cfr. http://datos.bancomundial.org/indicador/SH.XPD.TOTL.ZS/countries?display=default)
Desearíamos una Centroamérica sana y que nuestros gobernantes destinaran por lo menos el 12% a la salud.
b) Actualizar y aplicar las legislaciones que protejan el medio ambiente para orientar la capacidad productiva hacia una transición ecológica y garantizar la seguridad ciudadana: “Así pues, existe necesidad urgente de propiciar escenarios concretos para la transición ecológica, incluyendo programas de adaptación y mitigación. Los programas de mitigación son de capital importancia en el Norte. Para ser coherentes, estos escenarios alternativos deberían ir acompañados de una reducción de las subvenciones a la producción de combustibles fósiles, usándose el dinero ahorrado para invertir en infraestructuras verdes. Tales estrategias e inversiones a largo plazo no serán suficientes, sin embargo, si los estados no prohíben o al menos limitan simultáneamente los daños al medio ambiente. Las comunidades locales directamente afectadas deberán ser protegidas” (Promotio Iustitiae, Por una economía global justa. Construir sociedades sostenibles e inclusivas, N° 121, 2016/1, p. 31).
c) Lograr una justa articulación entre los Estados y los mercados con el protagonismo de los movimientos y la participación de la sociedad civil. Así por ejemplo: “La regulación de las operaciones financieras, pese a que ha demostrado ser una tarea difícil, no debería abandonarse. Como mínimo, reclamamos un impuesto sobre los rendimientos del capital. Esto reduciría la volatilidad de los mercados y facilitaría la inversión en infraestructuras verdes” (Promotio Iustitiae, Por una economía global justa. Construir sociedades sostenibles e inclusivas, N° 121, 2016/1, p. 31).
d) La creación de empleos decentes con la participación del Estado, la empresa privada y la cooperación internacional. Esto implica que se cumplan las leyes que protegen el empleo y garanticen salarios dignos y decentes. También que los países del Norte cumplan su compromiso de compartir con los países del Sur: “La mayoría de los países del Norte no cumplen su promesa de compartir el 0,7% de su PIB para fomentar el desarrollo real en el Sur. No obstante, algunos ejemplos, principalmente en la Europa septentrional, muestran que es posible. Abordar el desarrollo en el Sur no es solamente una cuestión de solidaridad. La tragedia de la migración y de los refugiados que se encaminan a Norteamérica y Europa es muestra de otras consecuencias que conlleva (Promotio Iustitiae, Por una economía global justa. Construir sociedades sostenibles e inclusivas, N° 121, 2016/1, p. 32).
e) Fomentar el liderazgo de la sociedad civil. En el despertar de los movimientos sociales y de las manifestaciones sociales se pueden construir alternativas relevantes que consoliden los vínculos entre los ciudadanos en la acción colectiva. El trabajo paciente de las organizaciones sociales que miran el poder no con el deseo de dominar y al servicio de intereses particulares sino de los ciudadanos es fundamental, poniendo en primer plano aquellos que no tienen posibilidades ni recursos para una vida digna. El poder se convierte en una fuente de movilización para pensar y actuar organizadamente asumiendo las preocupaciones del mundo de hoy. La solidaridad asume así las expresiones comunitarias, sociales, colectivas y se nutre de la fortaleza que nace del deseo por construir un mundo alternativo, sin discriminación, ni pobreza o exclusión social. Seguiremos pensando sobre este tema en una próxima reflexión.