Dr. Ralph M. Lewis, F.R.C. (2- ultimo)
(Pasado Imperator de AMORC De la Revista El Rosacruz, Mayo de 1907)
En todos esos casos es evidente que le comprensión apropiada de lo que es jugar o divertirse no la ha tenido el individuo. Una persona esta verdaderamente jugando o entreteniéndose cuando siente placer o gozo con lo que está haciendo. El divertirse es un estado positivo. La satisfacción que produce debe buscarse de manera tan diligente como el resultado del trabajo, pero se encuentra placer al hacerlo. La interpretación errada del juego o la diversión es considerarlo como estado negativo, como un estado de ocio, una simple suspensión u olvido de los asuntos y deberes corrientes. Cuando, por ejemplo, se asciende una montaña con un bulto en la espalda y cada uno de nuestros músculos duele, y cada nervio protesta, nada es tan atractivo como la idea del descanso después del esfuerzo. Cuando finalmente nos quitamos el bulto de la espalda y nos sentamos en el suelo el tiempo necesario para recobrarse, nada parece tan grato como ese descanso.
Sin embargo, cuando pasa este período, ¿entonces, qué? Pues entonces o se siente intranquilidad por el ocio forzado, o se re-emprende el penoso ascenso.
Esto describe más o menos la facultad de jugar o distraerse de una persona cualquiera. Se adquiere una especie de placer negativo que proviene del descanso. Este pasa rápidamente y con la nueva energía, nos deja irritados. El individuo regresa a su trabajo como único canal para gastar esas energías, y se queda perplejo ante la incapacidad de la vida para ofrecerle alguna felicidad. Esas personas miran a sus vecinos, quienes, por ejemplo, están desarmando un motor eléctrico, o fabricando un estuche para herramientas, o leyendo algún libro de su biblioteca privada, el domingo por la mañana, y a esos individuos se les califica de “ávidos de trabajar”. En realidad, esos vecinos pueden estar disfrutando de un verdadero entretenimiento.
Están “jugando” vivamente. Están haciendo algo diferente, y están haciendo lo que quieren hacer. La idea de hacerlo es un ideal y la realización de él produce una satisfacción verdadera. Es cierto que están trabajando para lograrlo, en el sentido de que están gastando energías pero otro sentido, están jugando. Al final del día, pueden estar mental o físicamente cansados, pero se sienten felices y satisfechos. Ninguna persona que emplee su tiempo de divertirse en tratar de “escaparse” conocerá jamás ese verdadero entretenimiento.
¿Cómo empezamos a divertirnos? haciendo algo que queremos hacer, que nos da un placer que hace algo más que mitigar el trabajo que requiere. Si usted prefiere no hacer absolutamente nada, usted no es normal. O estamos continuamente exhaustos, o necesitamos consultar a un médico. No hay una persona normal y de buena salud que no pueda pensar en algo que le gustaría hacer más bien que estar ociosa, pero a esto no lo consideran jugar o divertirse. Todo aquello que nos lleva a concentrarnos, a ocupar nuestra conciencia o nuestras manos, y que nos produce una saludable satisfacción mental, es un juego, una distracción.
Pensar que para divertirnos tenemos que entregarnos a algún juego tonto o pasatiempo desprovisto de interés, es absurdo. Para saber si estamos verdaderamente divirtiéndonos basta con determinar si nos gusta lo que hacemos. Por lo tanto, el juego o la distracción es un asunto personal. Hacer algo que alguien llama juego y que no nos produce satisfacción, es para nosotros un trabajo, sea cual fuere el sujeto y sean quienes fueren los que en él tomen parte.
No debemos tratar de entretenernos sino cuando estamos descansados. Cuando estamos sumamente cansados, hasta el comer requiere un esfuerzo. Podemos jugar con los demás, si así lo deseamos, pero siempre debemos jugar para nosotros mismos. Dicho de otro modo, juguemos o divirtámonos por el placer que obtenemos con ello y no para demostrar nuestra habilidad. Los juegos y deportes de competencia pueden llevarnos a gastar energía y a hacer esfuerzos que están más allá del punto en que gozamos. Si nuestra constitución psicológica solo nos permite satisfacción cuando ganamos, sea cual fuere el precio de las consecuencias; entonces los deportes y juegos de competencia serían apropiados para nosotros.
El que verdaderamente sabe jugar o distraerse, se convierte en un trabajador mejor, y su trabajo se convierte en algo que proporciona placer, a la vez que medios de subsistencia.