Por Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Hay que reconocer que, de momento, el discurso del presidente Bukele, en su cuarto aniversario, cambia el tema de conversación.
El informe de los 153 muertos bajo custodia del Estado (presos), documentado por CRISTOSAL, el alto costo de los alimentos, el cierre de empresas que dejan centenares de mujeres sin empleo, la persecución política a líderes sociales y ambientalistas, todo eso cede espacio a la pregunta de qué va a pasar con los municipios al reducirse de 262 a 44.
Pero es que en realidad no se trata de reducción nada más, sino de que los 262 municipios desaparecen como tales (serán distritos) y se crean 44 nuevos municipios con nuevos y antojadizos nombres, como el de La Paz Centro y otros tantos 43. Aquellos nombres de municipios que aparecen en nuestras partidas de nacimiento ya no existirán como municipios. Se pretenderá que sean sustituidos por la nueva concentración de “distritos”), y pasará lo mismo con los DUI, y la capital del país cómo se llamará, San Salvador Centro, y será sólo el distrito “San Salvador” o serán todos los “distritos” de este nuevo municipio. Las interrogantes se multiplican, como qué pasará con las cabeceras departamentales, etc.
Es que los anuncios, que no fueron informe de labores como manda la Carta Magna, sí representan un cambio; pero un cambio para retroceder, un cambio para menor democracia, cambio para concentrar poder, cambio para maquillar la cara enlodada por el fracaso de sus funcionarios y de sus inventos, como el de la creación de la Dirección de Obras Municipales.
También anunció que reducirá la representación del pueblo en el Parlamento, quitando catorce diputaciones.
La mayoría da por hecho que lo anunciado se convertirá en ley, pero todavía no es ley, como no es ley tampoco la reforma aprobada a la Ley de Tránsito.
Quienes lo dan por hecho sin conocer un texto que indique cómo quiere el Presidente Bukele el tamaño geográfico de los municipios, lo hacen porque saben que en la actual Asamblea Legislativa el partido oficial tiene más de sesenta diputados, a los que no les interesa conocer, analizar, consultar, mirar antecedentes históricos, ni revisar leyes relacionadas; simplemente están allí, listos y listas para apretar su respectivo botón y aprobar como ley lo que les mande su líder, ¿o será su carcelero?
Señales de respeto, fingidas o reales, a la independencia del poder legislativo o al sistema de justicia, son inexistentes. Sigue privando aquella expresión hecha por el señor Bukele el 9 de febrero de 2020, cuando usurpando el sillón del presidente de la Asamblea Legislativa, dijo: “ahora queda claro quién tiene el control”.
Por otra parte, los 262 alcaldes y sus síndicos y regidores fueron electos por el pueblo para un mandato de tres años, llevan dos años y un mes, entonces, a estos funcionarios elegidos de forma directa por el pueblo, ¿se les va a respetar su mandato o pasarán a ser alcaldes y concejales de un distrito si se aprueba la ley? Más aún, cómo se desconoce el texto de esta Ley propuesta, es 3viable preguntarse si atiende la ley estas “cosas” o simplemente las ignora.
Y cómo hará el Tribunal Supremo Electoral, para definir cuántos regidores propietarios le corresponderá a cada uno de los propuestos nuevos municipios, ¿siempre serán 18 el máximo número?
¿Qué pasara con la ley de partidos y el calendario electoral que manda un plazo para tener electos y electas las candidaturas a concejos municipales, diputaciones y presidencia y vice presidencia de la República?
Mientras una parte de la ciudadanía piensa o especula en estas cuestiones, los empleados de las alcaldías pensarán para dónde agarrarán para ganarse la vida si pierden sus empleos.
Las empresas instaladas en los municipios pensarán cómo rehacer sus facturas y calcular las tazas a pagar, pues sus domicilios habrán cambiado si se aprueba el capricho.
Estas y muchas otras preguntas quedarán pendientes mientras no exista “ley”.
Pero, por qué, si los alcaldes, alcaldesas, concejales del partido que gobierna la mayor parte de municipios, no les mandan a competir de nuevo y refrendar el orgullo de haber sido electos por el hecho de ser candidatos de la N de Nayib?
Es que parece que el presidente se da cuenta que cuando afirma contar con el 97% de respaldo popular es falso, que en verdad hay arrepentimiento de la ciudadanía de haber dado el voto por alcaldes que no conocían, que carecen de experiencia, que su jefe les quitó recursos para responder a las necesidades del pueblo y que es lógico esperar que la gente vote por otros y no por las “nuevas ideas”.
Lo mismo pasa con sus diputados, si bien es cierto que le son leales en su mayoría, sabe bien que han incumplido expectativas y promesas, que el electorado puede cambiar su voto, quitar respaldo al coro de propagandistas que aprueban leyes lesivas para los intereses de sectores importantes.
Concentrar poder, manipular funcionarios que debieran actuar con autonomía, le resultará menos costoso si de un plumazo se desprende de los actuales, en nombre de una gran reforma de Estado.
Pero faltan meses para la cita en las urnas, ojalá los partidos cumplan su rol orientador y ayuden a abrir los ojos de la ciudadania. La realidad es un todo, estos hechos están articulados con otros anteriores, incluida la frustración de gente que esperaba algo diferente.
No será menos la basura que se debe recoger, los cementerios que limpiar, el alumbrado que asegurar, las calles que mejorar.
La vida sigue su marcha y, en algún momento, las personas que votan, vincularán lo mal que pasan con la responsabilidad de los gobernantes y de su ambición de perpetuarse, de abarcar y concentrar más poder a toda costa.