Miami / AFP
Leila Macor
Michael Barker, de 69 años, se sintió enfermo durante unas vacaciones en las montañas de Colorado. Cuando volvió a Florida sospechó que tenía coronavirus. Pasó un día recorriendo hospitales sin conseguir hacerse el examen, en un país que está lidiando con escasez de tests para contener la pandemia.
Hace tres semanas, Barker y su esposa viajaron a la estación de esquí de Vail, Colorado, con dos parejas de amigos. Él se sintió enfermo el 7 de marzo, pero adjudicó su malestar a la deshidratación. La palabra «coronavirus» parecía una cosa lejana.
Los Barker volvieron a su casa en Wellington, 130 Km al norte de Miami, el 11 de marzo, cuando Florida -de 21 millones de habitantes- contaba apenas 23 casos. Este lunes eran más de 1.170, de los que han fallecido 14.
Hasta ahora, el virus ha dejado más de 13.000 muertos en todo el mundo y unas 900 millones de personas están confinadas en sus casas.
En Estados Unidos, un tercio de la población está bajo cuarentena, mientras se registran más de 35.000 casos del virus y al menos 471 decesos.
«El jueves (12) fui al consultorio de mi doctor, me examinó y su opinión fue que era probable que yo tuviera coronavirus, pero él no tenía tests», contó Barker, quien se jubiló hace 10 años como asistente jefe de los bomberos de Boca Ratón.
«Me pasé el día tratando de encontrar un lugar donde pudieran examinarme», dijo a la AFP en una charla telefónica, desde el confinamiento en su casa. «Luego fui a otros dos lugares donde me habían dicho que tendrían tests, pero no sirvió de nada. No tenían».
Fue un día estresante para él y su esposa, quien prefiere no ser nombrada. Nadie les sabía indicar dónde podían examinarlos. Llamaron a hospitales que admitieron no tener kits de análisis. Pasaba el tiempo y los síntomas de Barker empeoraban.
Hasta que «el jueves de noche, mi esposa contactó a nuestro vecino, quien es un médico de emergencias del condado de Palm Beach. Él pudo ingresarme y hacerme la prueba».
Los resultados llegaron cinco días después, es decir el martes siguiente.
Cuando confirmó que tenía coronavirus, ya había tenido síntomas por diez días sin haberse recluido. Alertó a los amigos con los que había vacacionado. El pueblo de Vail en este momento es uno de los centros de mayor contagio en Colorado.
Richard y su esposa se aislaron, pero él no fue hospitalizado. Lo enviaron a casa y lo telefonearon todos los días para hacerle seguimiento.
«Me dolía la cabeza, me sentía mentalmente confundido, aturdido. Tenía fiebre, me dolía el cuerpo. Sentía una sed excesiva. Todo el tiempo tenía sed», contó. «Y no podía respirar sin toser. Y cuando lo hacía, dolía mucho. Duele el pecho».
Ya se siente mejor y este domingo estaba en su cuarto día sin fiebre.
Entretanto, las autoridades de Florida han adquirido miles de kits de pruebas y han realizado 9.300 hasta el momento. Pero siguen sin ser suficientes y sólo examinan a las personas mayores de 65 con todos los síntomas, además de a los trabajadores de la salud.
Ahora la esposa de Barker, de 66 años, tiene bronquitis y no sabe si se ha contagiado, lo cual parece probable.
El Departamento de Salud del condado la telefonea todos los días para conocer su temperatura. Pero no tiene fiebre. Por tanto, «no están interesados en examinarme», dijo la señora Barker.
«Tengo bronquitis, no tengo fiebre, me cuesta respirar, me duele el pecho. He estado así desde que llegamos».
«Debería haber más ayuda cuando te mandan a tu casa y te dicen ‘confínate por tu cuenta y si te sientes muy, pero muy mal, regresa'».