Mario Castrillo
Escritor
Martivon Galindo ha organizado una labor retrospectiva de su obra pictórica que inicia en 1984 y desemboca como río caudaloso en el año 2016. Treinta y dos años a través de los cuales podemos observar su visión pictórica. Sus tremendas diferencias, sus contradicciones y sus cambios. Sus pasiones. Aquello que permanece a través del tiempo manifestándose con líneas y colores. Manifestándose a través del tiempo que corre hasta ahora en una misma dirección. Manifestándose insistente obsesivo aquello que permaneces a través del tiempo y la memoria.
El ser humano vive en el tiempo. Durante toda su existencia, vive en presente, donde no existe más realidad que el ahora. Martivon quiere que realicemos un ejercicio inverso. Que veamos hacia atrás, que partamos de sus inicios. En sus inicios, hablo de los años 1985 a 1990, hay dos pinturas que son significativas: “Caos”: un ser semejante a los Super Héroes norteamericanos; la otra pintura lleva por nombre “Guinda”: una serie de hombres y mujeres jóvenes que huyen despavoridas aterradas cerca de un lugar en llamas. Otras pinturas son niñas en condiciones humildes rayando en la pobreza como la mayoría de nuestro pueblo. Está también el elemento étnico, identitario: “Protegida por los dioses” y “Protección de la Diosa”.
El acrílico “Entre mundos” presenta elementos que irán manifestándose en el transcurso del tiempo hasta tornarse insistentemente obsesivos: La figuración temática al centro del lienzo –Andando lejos (monoprint), Niña de mi tierra (Mix media)- la diversidad de rostros fragmentados y formando a la vez uno solo, las líneas y colores, la simbología del color y la importancia de su dibujo estilizado. Todo un caudal de sensaciones y emociones, de ideas cambiantes.
En el transcurso del tiempo los temas que ha destacado son la Patria, su pasado y su presente – el presente personal, como individuo, y el presente colectivo, como ser social, ciudadano de una Patria y del Mundo -, la mujer y la niñez desprotegida, el exilio, la inmigración ingrata, la naturaleza, los paisajes, los pequeños ardientes detalles de ciertos follajes de peculiar colorido, el colorido ardiente del trópico, los movimientos sociales, sus luchas, sus esperanzas y anhelos.
“Homenaje a Monseñor Romero” es un monotipo en el cual combina elementos figurativos y elementos abstractos. Con figuras humanas realistas y otras figuras etéreas, espiritualizadas. Se vive un contraste de tonalidades rojas, amarillas y azules. Predomina absolutamente el azul que llega a alcanzar una fuerte intensidad simbólica.
Este elemento, el azul y lo que ello significa en las diferentes culturas, es un elemento en común con “Homenaje a Alfonsina Storni: Alfonsina y el mar”. El azul se posesiona de dilatada extensión del monoprint. Observando acuciosamente esta obra, Martivon ha presentado imágenes múltiples sutilmente integradas, compuestas de naturaleza muy diversa. Presenta un universo azul intenso y un ser humano cámbiate, transfigurándose dentro del azul del mar.
“Y me he quedado sola” es un monoprint dramático. Una mujer ardiendo. En llamas. Sola. Absolutamente sola entre las llamas. A su alrededor un entorno oscuro, tenebroso, entre los que prefiguran algunas casas, detalles de rostros y seres humanos. Al medio, la llama enorme con una mujer adentro, ardiendo, transfigurada.
La mujer está presente con frecuencia en su obra pictórica. Sus personajes son mayoritariamente seres humanos femeninos. La presencia de mujeres se plasma a través de una figuración estilizada hasta desembocar en elementos expresionistas y surrealistas, sin faltar el mundo de lo abstracto.
“El Adiós” es un monoprint de rico colorido, de intensos contrastes tonales que van desde el fuego hasta alcanzar el negro profundo en la sombra del propio cuerpo del personaje. Es una figura estilizada. Diríase surgida del movimiento y el ritmo, de la música. Diríase una figuración musical, lo cual es un contrasentido. La música es absolutamente abstracta y no puede ser figurativa, de ninguna manera. Es vibración intangible. Pero este ser que nos dice adiós, con toda su corporeidad figurativa, está hecho de música.
“Sobre Picasso” denota influencia cubista como lo sugiere su nombre. La fuerza del dibujo está equilibrada con las manchas de color. Zonas de color rojo insinúan figuras humanas ascendentes. El monoprint está realizado con un dibujo mesurado y estilizado. Martivon aborda la eliminación de elementos superfluos, de detalles innecesarios para expresar su idea. Idea que ha transcurrido por un proceso de abstracción intensa.
Hay obras abstractas, manifestaciones surgidas del centro mismo de la tierra y de su propio ser. “Paisaje rojo” es uno de ellos. Composición diagonal en el lienzo. Abigarrada maraña de formas curvas en intenso movimiento, casi una sobre la otra, vibrando, al rojo vivo. Intensamente palpitante.
He abordado diferentes manifestaciones en la obra de Martivon Galindo. Me he sumergido en el río caudaloso del tiempo impetuoso que no cesa de correr hacia el futuro. Me he sumergido en sentido inverso hasta sentir la mordedura de la sierpe del tiempo. He retrocedido en el tiempo y he ido del pasado, de los orígenes, hasta el presente, hasta el año 2016 en que escribo estas letras. Satisfecho, gozoso de haberme sumergido en el río de la vida y bregado del pasado al presente en la visión pictórica de Martivon Galindo, impregnada de fuerza, de luces y de sombras, de vida y color.