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De compras en Navidad en el Mercado

Carlos Girón S.

En ocasiones, con mi esposa vamos de compras al mercado central de nuestra capital, donde se  adquieren vituallas a precios “competitivos”, como dicen los comerciantes para indicar que venden “barato” –aunque no lo sea.

Donde hemos ido es al antiguo mercado central; al nuevo, el Cuscatlán, inaugurado alegremente la semana pasada por el alcalde Nayib Bukele, junto a la gran concurrencia de los nuevos usuarios, no hemos ido todavía.

Para la cena navideña se ocupan tantos ingredientes con los cuales adobar y adornar el “chumpe pecho ancho”, aparte de las ensaladas o “entradas”, como dicen los chefs, como también las esencias y néctares para los ponches de aperitivos, siendo esa la razón por la cual nos dirigimos a donde hay mayoreo y gran abundancia de todo lo que se va a ocupar. Y es un agrado ver la amabilidad y solicitud con la que las y los vendedores atienden a quienes se acercan a sus puestos de venta. Primero le regalan sonrisas francas y sinceras que hacen entrar en confianza a los compradores. Su afabilidad le hace a uno pensar de inmediato que allí nadie muestra señales de estar aterrorizado, en ascuas de un peligro inminente, un asalto o ataque armado, como lo pintan y describen con imaginarios detalles las noticias “verdaderas”, cuya verdadera intención está oculta: tal vez para que los vendedores y vendedoras vuelquen sus canastos y cierren sus puestos y dar material para que se destaque que el desempleo se ha elevado al tanto por ciento, con cientos y miles de desocupados. También la intención puede ser que el público se sienta con pánico de llegar a comprar allí al mercado y se vea obligado a recurrir sólo a los súper, a comprar todo más caro, aun con las “ofertas”.

El comercio se ha inventado hoy en día la fórmula del “2X1” –compra el primer artículo a precio normal, y el segundo con un descuento fenomenal, con lo cual la gente se “alagarta” sin poder evitar la compulsión de llevarse los artículos, aunque no los necesite; la cosa es aprovechar la oferta y la oportunidad de adquirirla –con la tarjeta de crédito para toparla más cada vez.

Las y los vendedores del mercado tienen siempre las ofertas más atractivas, aparte de que si el comprador pide rebaja, se la dan. A nosotros, con mi esposa, no nos gusta regatear precios; si el vendedor o la vendedora da la rebaja, es su beneficio el que le estamos quitando. No es justo; es ingrato. En el súper, usted, lo toma o lo deja, sencillamente. Cómo que le van a dar vendaje como lo hacen algunos vendedores en el mercado. Vendajes y regalos. Una señora a quien mi esposa le estaba comprando, así descuidadamente, saca una bolsita con un regalito: una pequeña manta, gesto que conmovió a mi esposa, quien me murmuró: “¡Mira, qué corazón!…  a mí también me conmovió y ví con ojos de gratitud a la señora vendedora.

En el mercado, en estos días, hay puestos donde, en una esquinita, sus dueños han puesto el “Nacimiento”, y a un ladito su pequeño radio con música de villancicos. Nos detenemos allí un rato para elevar nuestros pensamientos en oración, pidiéndole a Dios protección y bienaventuranzas para la o el dueño del puesto, y para todos los demás vendedores del mercado. Vivimos con ello una parte de las alegrías propias de los tiempos de Navidad y Año Nuevo.

Otras veces, siempre con mi esposa, hemos ido y vamos al mercado de Santa Tecla, donde también se compra a precios “competitivos”, de todo. La gente allí, los vendedores, amables también, amigables y generosos. Allí relumbra la bondad, aunque parezca increíble. En cierta ocasión alcancé a ver de compras también al apreciado amigo David Escobar Galindo,  aunque no pude ver si andaba con su esposa; no nos saludamos porque no andábamos cerca, pero pensé que a él también –como a nosotros– no le disgusta ni desagrada mezclarse con la gente sencilla y humilde.

En el nuevo mercado “Cuscatlán” posiblemente haya un poco de más comodidad y limpieza, siendo lo mejor el ambiente en el que se desenvolverán, tanto los comerciantes como las personas que lleguen de compras, en una atmósfera más placentera. Pronto nos acercaremos con mi esposa a ese novedoso centro comercial que –como en los grandes almacenes—cuenta con escaleras eléctricas, ¡ah, y hay que ver: hasta con una buena biblioteca! Hay que llegarse con tiempo entonces para detenerse unos momentos y sentarse a leer para instruirse así un poco y alimentar el espíritu, para no andar pensando sólo en el alimento material.

Y bien, terminemos estas líneas enviando un saludo amistoso y cordial, con los mejores deseos de mucha bienaventuranza que nos traiga el Niño Dios con Su venida, y disfrutemos lo más sanamente posible la celebración de la llegada del Nuevo Año 2017 –si esa es la voluntad del Señor…

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