@GloriaCoLatino
Gallardetes y globos multicolor adornan la sencilla entrada de tierra y pasto seco al Caserío Linares Caulotal, no rx municipio de San Agustín, Usulután, es la celebración del primer “reencuentro”, de Pro-Búsqueda, de la Masacre La Quesera, que mantuvo en vilo a la familia y toda una comunidad, quienes comparten un pasado doloroso.
Milagro del Pilar Martínez espera con ansias fundirse en un abrazo con su hijo Nicolás Arnoldo, que ahora se llama Germán Zamora, con ese sencillo gesto de amor que ha demorado 28 años, espera mostrarle toda la ternura maternal, luego de su desaparecimiento forzado, cuando solo contaba con cinco años de edad.
La Masacre de “La Quesera” ocurrió entre el 21 al 31 de octubre de 1981, luego de una incursión militar combinada que arrebató la vida de más de 500 personas, en una operación de “Tierra Arrasada”, que abarcó los cerros que circundan los municipios de San Agustín, Berlín y Jiquilisco, Usulután.
Milagro del Pilar se encuentra nerviosa, una pequeña toalla en sus manos la estruja y cambia de lugar cada 2 ó 3 minutos, se encuentra rodeada de la familia más cercana, así como, sus parientes donde primos, primas, tíos, compadres y vecinos han hecho acto de presencia ante una reunión de tal magnitud. “Me siento alegre y siento dolor; me siento triste y feliz… estoy ansiosa, tengo una mezcla de emociones por este regalo de Dios de encontrarme con mi hijo, luego de tantos años”, afirmó.
Germán fue herido y desaparecido la noche del 15 de octubre de 1981, durante la masacre de La Quesera… cargado por su abuela María Estebana corría buscando protección en cualquier roca, ladera o grieta de los cerros cercanos… pero una esquirla rompió la mejilla del niño, lo que provocó que cayera de los brazos, y pese a los intentos de levantarlos fueron en vano, solamente pudo correr y esconderse de la refriega militar contra la población civil.
En la zona de la masacre fueron capturados Germán, quien contaba con 5 años, y su hermana Marisol, de 3 años (quien aún continúa desaparecida), quienes fueron llevados por un soldado al cuartel y fueron ofrecidos a una mujer que se convertiría después, en la madre adoptiva de “Nicolás Zamora”.
La familia Zamora también fue perseguida y sufrió la represión militar, por lo que, toman la decisión de irse a Australia como refugiados y al no contar con documentos de Nicolás (Germán) deciden asentarlo como hijo propio y salen del país.
Ese doloroso pasado es compartido entre familiares y miembros de la comunidad Linares, Cauolotal, quienes han llegado a celebrar el reencuentro preparado por Pro-Búsqueda de Niños y Niñas Desaparecidos durante el Conflicto Armado, luego de una detallada investigación y la identificación con ADN (perfil genético).
Doña Vicenta narró como quedó sola cuando los batallones de la Fuerza Armada mataron a todos sus hijos “los velé a todos… ahí tirados en el suelo… mi familia no se acercó por temor a que los mataran a ellos también, yo comprendí esa situación, así que cuando se fueron los soldados decidí seguir adelante con mi vida… sola”, recordó.
La Masacre de La Quesera fue investigada y documentada por María Julia Hernández, junto a su equipo de abogados, cuando estaba al frente de Tutela Legal del Arzobispado de San Salvador, que fue cerrado intempestivamente y sin ninguna razón por el Arzobispo José Luis Escobar Alas en septiembre de 2013.
En la investigación se establece que un contingente militar integrado por los batallones Atlacatl y Atonal, así como la Sexta Brigada de Infantería, Fuerza Aérea Salvadoreña y miembros de la Guardia Nacional persiguieron y masacraron a la población civil en un operativo militar.
En cuanto a las zonas afectadas se identificaron las poblaciones de los cantones Valle Nuevo, Linares Caulotal, Linares Montañita y La Quesera, jurisdicción de Usulután.
Por ahora, la Fiscalía General de la República ha mantenido un perfil bajo en este caso. La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado Salvadoreño el 1 de marzo de 2005, por “violación a las garantías judiciales” a familiares de las 13 víctimas entre niños y niñas de la Masacre La Quesera.
El momento esperado del reencuentro llegó a la comunidad, Germán Zamora se encuentra frente a Milagro del Pilar, extiende sus brazos y se funden en un abrazo que parece durar una eternidad, el silencio se adueña del lugar … la familia y la comunidad los rodean… se escucha un aplauso nutrido, y muchos se sueltan a llorar.
“Me he quedado sin palabras, todavía no entiendo todo lo que está pasando.”, dice German, en tono bajo al oído de su madre y ella de inmediato le responde… hijo, gracias a Dios este es un momento grandioso… que he pasado esperando toda mi vida…”.
“Es como una boda”, grita una prima de Germán, y no es para menos, el recién llegado es presentado a sus 5 hermanos maternos y 6 paternos, así como una veintena de sobrinos, primos y tíos; así como la comunidad.
“Te pareces a tu padre”, le dicen, mientras pasa de brazos en brazos, quienes les expresan su alegría y le recuerdan pequeñas anécdotas de cuando era un infante o le reafirman que es un milagro o una bendición de Dios para su madre y la familia.
Germán llegó acompañado de su esposa Vanessa, sus tres hijos, dos de sus hermanos adoptivos y sobrinos, quienes también compartieron abrazos y frases de bienvenidas.
“Este es el símbolo más bonito de un resarcimiento, por un daño hecho”, expresó Eduardo García, Director de Pró Búsqueda, al señalar que en la adopción de Nicolás Arnoldo ahora, German Zamora no hubo ninguna mala intención de separar una familia.
“Respetamos ambas familias y pregunto ¿Cuánto cuesta entender que el resarcimiento de quienes sufrieron el conflicto armado, es tan fácil de mitigar?… Que estas personas tienen humanidad y pese a que esta tierra está manchada de sangre por la masacre… ahora está llena de amor y alegría y quiero agradecer también a la Comisión Nacional de Búsqueda, por el empeño puesto para este reencuentro. Por eso invito a la Fuerza Armada y Cruz Roja a darnos información”, manifestó.
Sin que el idioma sea una barrera, una pelota de fútbol bastó para que los hijos de Germán y sus recién conocidos primos integren un grupo de juegos en el humilde patio de la familia, mientras los adultos intercambian sus experiencias del conflicto y como sobrevivieron.
“Lo que hasta ahora he visto de El Salvador… puedo decir que es hermoso y reconozco que mi madre es luchadora”, dijo German Zamora.
Que al cuestionarle sobre las noticias de violencia en el país, y que dan la vuelta al mundo, agregó: “Es una situación triste, pero todos los países tenemos problemas, pero yo aquí me siento bien y tranquilo… por ahora me siento embargado por este sentimiento de alegría”, puntualizó.
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