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@RosmeriAlfaro
La Comunidad Monseñor Romero de la Cripta de Catedral expresó su gozo por el nombramiento de Monseñor Gregorio Rosa Chávez, “uno de los grandes baluartes del proceso de paz entre el ejército y la guerrilla del país. Un hombre de mucha trayectoria y que estuvo muy de cerca de Monseñor Oscar Arnulfo Romero”, expresó María Teresa Alfaro.
María Teresa, quien es parte de la comunidad, aseguró que Monseñor Romero “debe estar alegre allá en el cielo porque a uno de sus hijos sacerdotes se le ha dado ese reconocimiento, por su trabajo pastoral”.
Gregorio Rosa Chávez, fue nombrado Cardenal el pasado 28 de junio por el Papa Francisco, reconocimiento al papel que desempeñó como miembro de la iglesia, en los diálogos de paz entre el gobierno y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) para dar fin a 12 años de guerra de civil. Agregó que Rosa Chávez, pasó desapercibido en el proceso de pacificación en el proceso de paz en El Salvador pero brindó mucho apoyo para que se lograra.
Para la comunidad del beato Romero, el hoy Cardenal Rosa Chávez es un signo de esperanza para el pueblo salvadoreño, al llamar al pueblo salvadoreño a dejar de contar muertos y se vuelva un pueblo de luz y misericordia, siempre en búsqueda de la reconciliación sin un conformismo e injusticia. El cardenal afirma que quien tuvo que haber recibido ese título fue su guía, el mártir Romero, por su lucha en el proceso de paz. Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba misa en la capilla del Hospital “Divina Providencia”.
Un domingo más la comunidad Monseñor Romero realizó una misa en la Cripta de Catedral. Esta fue presidida por el párroco de Catedral Metropolitana, Francisco Góngora, quien afirmó que el hombre utiliza la política como una forma fácil de vivir, sin interés por el bien del pueblo sino en el personal.
“El sentido correcto de la política es el servicio al pueblo, sin embargo hoy no le sirven al pueblo sino que buscan su propio interés, no el de la ciudadanía, eso es una forma de corrupción…Tenemos unos políticos oligarcas, Romero llamaría a un cambio de corazón”, manifestó el religioso.
Agregó que el problema está cuando el hombre se calla las injusticias, porque un pueblo que calla es un pueblo tonto porque se vuelve cómplice de la corrupción. De igual forma dijo que, callarse la injusticia es ser tolerante a ella, ya no se es un oprimido sino opresor y eso significa que lo que Monseñor Romero hablaba de la opresión se vuelve lo contrario.
