Redacción Nacionales
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Como parte de las practicas agroecológicas impulsadas por el Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA), familias de la comunidad San Rafael, de San Marcos, conocieron la experiencia de huertos urbanos diversificados en pequeños espacios y rescate de la semilla criolla, en la comunidad Santa María de la Esperanza, Santiago Texacuangos, a fin de aprender que en un pequeño lugar bien administrado es posible cultivar diferentes productos y plantas.
Laura Mejía, coordinadora del programa Cero Basura del CESTA, explicó que la comunidad San Rafael, de San Marcos, lleva alrededor de tres años de estar involucrada en el proyecto de huertos urbanos, actualmente está en la etapa de transición, pues han utilizado la agricultura convencional y requiere de toda la comunidad unida al esfuerzo, hasta el momento trabajan 12 familias de un total de 100 en prácticas de cultivo orgánico.
“Falta que más se agreguen al proyecto, se están haciendo pruebas con semilla criolla y nativa de la zona de Cuscatlán, rescatadas a través de diferentes intercambios de experiencia y metodología que va en contra de la agricultura convencional. Esta comunidad carece de agua potable, además hay agricultores que han hecho mucha deforestación y hay indicios de erosión del suelo”, detalló.
Mejía manifestó que las familias involucradas deben conocer y aplicar técnicas en armonía con el ambiente, actualmente ya hacen separación de los desechos desde el origen, elaboración de compostaje, reducción del plástico de un solo uso, y algunas prácticas agroecológicas.
Mientras tanto, la presidenta del Centro de Desarrollo de Comunidades Unidas (CEDESCO-CU), Mercedes Monge, explicó que siempre le ha gustado cultivar, desde hace algún tiempo inició un huerto en su vivienda, en la comunidad Santa María de la Esperanza, Santiago Texacuangos, donde ha sabido distribuir el pequeño espacio para la siembra de hortalizas y verduras, pero a la vez, tiene un área de plantas medicinales, como jengibre, eucalipto, manzanilla, ruda, salvia, menta, albahaca, orégano en diferentes variedades.
Monge dijo que en su vivienda también tiene un pequeño santuario de semilla criolla, para ayudar a las comunidades de Santiago Texacuango, ya que debido a la cuarentena por la pandemia del COVID-19 fue imposible sembrar, pero se logró rescatar una parte y otra fue compartida por los agricultores. En el santuario hay cerca de 6 variedades de frijol, pipián, ayote, chile, variedad de tomate, arroz, maíz, entre otras.
“La cuarentena y la tormenta Amanda afectó los cultivos y se perdió la posibilidad de una reserva para próximas siembras, por eso nació la idea de resguardar y rescatar la semilla nativa; los cultivos agroecológicos son la única alternativa ante la difícil situación y crisis alimenticia a la que estamos entrando. Es importante cultivar en los pequeños espacios y tener lo mínimo para la comida de nuestras familias”, recalcó la presidenta del CEDESCO-CU.
Para conservar las semillas utiliza cebolla, ajo, la basura del frijol, ceniza y arena, además, de limpiarla por si sale algún gorgojo. El proceso de cultivo lo hace primero en bolsa plástica porque permite conservar el abono y no se lava con la lluvia, además, nace más rápido y luego lo trasplanta.
En los cultivos utiliza bocachi y compostaje, donde los desechos o cascaras de verduras y frutas son colocados en un solo lugar y después de cierto tiempo va sacando el abono orgánico, para las plagas aplica cebolla, ajo y ceniza; algún foliar de frutas, y la moringa licuada, con la cual riega las plantas.
Maribel Vásquez, habitante de la comunidad San Rafael, en San Marcos, comentó que desde hace un año y medio se motivó a participar en los grupos agroecológicos del CESTA, pero este año se decidió a sembrar maíz, pipián, pepino, hierbabuena, ajo, cebollín, tiene pensado ampliar los cultivos a otras verduras y hortalizas, “me ha gustado ver y conocer que de cualquier forma se puede sembrar, no es menester tener el montón de tierra”, reiteró.
Vásquez señaló que para abonar los cultivos lo hace de forma orgánica, a través del CESTA aprendió la técnica del compostaje, en un hoyo deposita las cascaras de güisquil, guineo, cascarones de huevo, también utiliza estiércol de caballo, ceniza y aserrín de madera.
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