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Habitantes de las comunidades Xiriualtique; El Convento, isla San Sebastián y puerto Caballo, se encuentran realizando acciones de limpieza de cañones para restaurar el bosque salado en Jucuarán, Usulután. Foto Diario Co Latino/Brenda Platero.

Comunidades como actores claves en restauración de la barrera viva del manglar

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

El manglar designado por la ciencia como una “área biótica o bioma” se constituye en un ecosistema primordial para la subsistencia de diversas especies entre fauna y flora, que se arraigan en aguas salobres; de ahí su relevancia como zona de reproducción marina, barrera protectora frente a marejadas, inundaciones o tsunamis.

  Entre estos “bosques costeros, bosques salados o manglares”, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) ha establecido en el territorio nacional las principales coberturas de esta barrera viva en la bahía de Jiquilisco y La Unión, el estero de Jatepeque y Barra de Santiago, Ahuachapán.

  No obstante, su importancia como generadora de biodiversidad, con el crecimiento de la frontera agrícola, la contaminación por aguas grises y residuos de agroquímicos, se está debilitando el manglar en el área de Samurai, isla San Sebastián y puerto Caballo, Jucuarán, Usulután.

      En ese sentido, Ayuda en Acción, en coordinación con el Fondo de Inversión Ambiental  de El Salvador (FIAES) se encuentran realizando un proceso de “manejo sostenible y restauración” en cinco mil hectáreas del bosque salado, a través de la implementación de prácticas y conocimientos que permitan a las comunidades un manejo responsable de los recursos del ecosistema de manglar.

  

Pescador artesanal de la zona subsiste de la resaca en el manglar en donde la biodiversidad de mariscos y peces es abundante. Foto Diario Co Latino/Brenda Platero.

Jesús Rivas, residente de la zona afirmó que estaban trabajando en el cañón que da vía a El Espino y luego a la bocanitas; “aquí, a este lugar lo llamamos el infiernillo, porque es el paso que está más cerrado y azolvado, lo limpiamos con machetes y palas, para limpiarlos hacemos lo que podemos”, indicó.

    Los manglares proveen una serie de relevantes bienes y servicios que favorecen el bienestar de las comunidades de la zona, que dependen de sus recursos marinos como peces, curiles, cangrejos y otras especies. Así como, una barrera natural y protectora ante marejadas, huracanes, tsunamis e inundaciones.

Óscar Meza, coordinador de Monitoreo y Seguimiento del Jaltepeque de Ayuda en Acción señaló que la zona sur de Jucuarán es un área en donde se concentran los manglares más altos de Centroamérica, en el que predomina el mangle Rojo (Rhizophora mangle), que cuenta con 120 especies distribuidas en 16 géneros, del cual el género Rhizophora domina las partes más anegadas de los ecosistemas manglar y de intermareal.

  “Esta es una zona que se ha intervenido a través de FIAES, Ayuda en Acción y CORDES desde hace año y medio en la rehabilitación de canales, para favorecer la restauración y en esta zona se han trabajado 8.8 kilómetros lineales y para esto se necesitó la mano de obra de las comunidades de Xiriualtique, El Convento, El Espino, Arcos del Espino, puerto Caballo y las Bocanitas”, expresó Meza.

Asimismo, recalcó que al ejecutar este proyecto colectivo, en protección del ecosistema salado, se rehabilita y preserva la Reserva de la Biósfera y Sitio Ramsar, Xiriualtique-Jucuarán,  acciones que favorecen a más de 7,000 familias, entre los municipios de Jucuarán, Concepción Batres y San Dionisio, en Usulután.

El cañón o camino del bosque del manglar es importante para el intercambio del agua salada con el agua dulce, esto para crear el ambiente salobre que beneficia a la vida de biodiversidad marina de la zona. Foto Diario Co Latino/Brenda Platero.

Sin embargo, reconoció que en las últimas décadas los  ecosistemas se han visto altamente amenazados, ya sea por desarrollo del turismo, el cambio en el uso de suelo (producción agrícola) y el urbanismo, entre otros aspectos; actividades que están provocando un grave deterioro y en casos más graves la pérdida del bosque salado, lo que impacta de manera irreversible el medio ambiente y la actividad productiva de las comunidades, que es su medio subsistencia.

   María Zoila Batres, de 54 años y que vive en Arcos del Espino señaló que se encuentra trabajando junto a sus vecinos en los cañones de la zona, desazolvando el manglar, a fin de que circule el agua salada y dulce que da al lugar sus propias características como ecosistema.

  “Nosotros mantenemos limpio el lugar, primero por el paso de nosotros mismos (en la zona) y luego por los mariscos que no pasar sin ningún problema en estos cañones por nuestros hijos y nietos. Nos abastecemos de los curiles, punches pescados y otros animalitos como los mariscos de todo. Y nos preocupamos como comunidades, porque si se cierra el paso y si no lo mantenemos limpio, lo va a afectar y este proyecto es bonito y lo vamos a aprovechar no solo para nosotros, sino para nuestros nietos y bisnietos”, manifestó.

  Este proyecto también se ha implementado en las zonas de intervención “Planes Locales de Aprovechamiento Sostenible (PLAS)”, que conllevan mecanismos de autorregulación, acciones de desazolve y limpieza de canales desde las comunidades que van a permitir el restablecimiento del flujo hídrico; así como, un trabajo de sensibilización sobre la importancia del bosque salado a la población estudiantil y del área que viven de la pesca.

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