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Óscar Grande López, residente del caserío La Sambumbera, San Luis Talpa, La Paz padece de Enfermedad Renal Crónica no Tradicional, enfermedad que contrajo debido al uso de productos tóxicos como el glifosato durante sus labores agrícolas. Foto Diario Co Latino/Karla Rodas.

Comunidades en lucha permanente contra agrotóxicos de industria cañera

Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino

La humilde casa que se levanta en la colonia La Esmeralda, caserío La Sambunbera, municipio de San Luis Talpa, La Paz, resguarda a Oscar Grande López, quien a sus 32 años se encuentra confinado a la rutina, de su cama a una silla de un pequeño patio, en donde vive junto a su madre Rosalía López,

“Quizás fue en el año 2012 que yo comencé a sentir dolor en la -rabadilla- (parte baja de la espalda), al principio me dieron calmantes para el dolor, pero no sabía que eran mis riñones, menos que era un problema renal, pero cuando comenzaron a ver (en la Unidad de Salud) que mucho asistía, decidieron hacerme exámenes y ahí lo supe.

Al principio, no quería dializarme, pero mi cuerpo ya no aguantó, tuve que ir al hospital, ya con el tratamiento de diálisis peritoneal con un catéter blando, pero tuvieron que hacerme una operación en mi estómago, porque en las conexiones tenía pus. Ahora estoy con hemodiálisis, dos veces por semana y no trabajo”, narró Grande.

La Enfermedad Renal Crónica, no Tradicional, es aquella que no tiene relación con las causas más frecuentes que la derivan: hipertensión o  diabetes. La Organización Panamericana de la Salud (OPS), recomendó ante el aumento de casos, en el país, a estar vigilantes y brindar atención médica, estableciendo alianzas con las comunidades afectadas, para un abordaje  integral en el impacto de esta enfermedad.

El municipio de San Luis Talpa se encuentra al sur oeste del departamento de La Paz, con una extensión territorial de 113, 52 kilómetros cuadrados, de los cuales 112.00 km corresponden al área rural, con  una vocación  agrícola de granos básicos y frutales: No obstante, el cultivo de la caña de azúcar ha  ganando terreno.

“A mí me dio esta enfermedad porque el equipo que me dieron no era el recomendado, todo ese veneno lo adquiría mi cuerpo porque era una bomba de mochila. Regaba Roundup (glifosato), no recuerdo los  otros nombres, pero si sé, que era una mezcla de venenos, le echaban hasta diez químicos. Comenzábamos a las seis de la mañana y llegábamos hasta las once y todavía echándolo. A veces no aguantábamos el vapor en las espaldas, se sentía caliente. Pero la necesidad nos lleva hacer este trabajo. Cuando ya veníamos del campo nos bañábamos, pero en la tarde no aguantábamos el vapor que nos salía, era el veneno que estaba ya dentro de nuestros cuerpos, quedaba rezagado y así amanecíamos. Nos íbamos al trabajo de nuevo con aquel vapor”, recordó.

El empleo en la zona rural se puede obtener en oficios de  agricultura o en el comercio formal o informal, así como en las zonas francas, cuya especialidad es la maquila textil. Sin mayor margen de un empleo más seguro y digno entre la población.

“Trabajaba con mis hermanos en una hacienda cañera y no nos daban ni guantes, ni uniforme, simplemente la mochila, a veces, los empaques de la mochila no servían nada y cuando uno caminaba lo bañaba a uno todo el veneno. Éramos en esa época hasta cincuenta regadores y eran barriladas de diecisiete litros, que regábamos para una manzana y aquí las haciendas tienen un promedio de cien manzanas. Y  ahora, que se han visto los casos de insuficiencia renal, en muchas personas, ya es poco frecuente que la gente lo haga por temor a la enfermedad. Nunca fui agricultor en lo personal, tenía un trabajo en la hacienda y nos pagaban por eso, entonces ante la necesidad de trabajar… Íbamos”, manifestó.

Rosalía López, tiene fresca en su memoria la imagen de Oscar cuando su salud colapsó, luego de más de diez años trabajando en los cultivos de caña como fumigador. Llevándolos a un peregrinaje de unidades de salud, hospitales y la morgue. “Si, recuerdo cuando  me cayó por primera vez, aquí estaba adentro de la  cocina y él bajó las gradas gateando para acá, era como el medio día. Mis otros hijos me dijeron -mamá a Oscar a saber qué le agarró- entonces, a esa hora salí con él para afuera (Unidad de Salud) y no me lo atendieron, me dijeron que tenía que llevarlo a otro lugar, iba vomitando y se quedaba todo pálido, así que nos regresamos, luego mejoró y fue a trabajar. Ellos bien cipotíos comenzaron andar trabajando, ni podían echarse al hombro la bomba, les ayudaban a echárselas al lomo, para que ellos anduvieran regando eso”, comentó.

La evolución de la enfermedad de Oscar fue un sufrimiento permanente, en su segundo episodio, Rosalía comentó que fue cuando tuvo que ingresar a su hijo en el hospital de Zacatecoluca, estaba rígido, no podía abrir sus ojos y fue el médico quien la notificó que tenía que recibir una diálisis para salvarle  su vida, ahora, lleva cuatro años en tratamiento.

“Estamos en una situación difícil, porque ninguno trabaja. Mi otro muchacho, Juan Francisco (24 años) está bien mal, estuvo hospitalizado en los primeros días de mayo, con el potasio bajo y Medardo de 22 años, bien mojadito de ese veneno venía después de trabajar, me dijo una vez -yo si algún día saliera enfermo me quito la vida, no voy andar sufriendo como mis hermanos- y cuando se fue hacer los exámenes, solo salió y venía con el propósito de tomarse lo que iba beber (veneno). Esto es duro para una madre, yo traté de conformarlo, aconsejarlo con mi otro hijo, pero lo hizo”, declaró.

Esta situación de incertidumbre, que va en aumento, es para Ana Dolores Rosales, coordinadora de la Red Intercomunal de Salud del municipio de San Luis Talpa, La Paz, una lucha permanente de las comunidades del lugar, que ante la problemática de contaminación de suelos, aire y la indiscriminada extracción del agua, que ha pasado la factura a sus cultivos de granos básicos, huertos casero y el descuaje del bosque forestal.

“Hemos venido haciendo trabajos de coordinación con la alcaldía y unidades de salud, que son las instancias que les compete el área de saneamiento y medio ambiente. Y aquí estamos y vivimos, como si ninguna ley nos pudiera proteger, sabemos que existen leyes; en nuestro municipio una ordenanza que solo protege a la tortuga marina y los manglares, que tampoco se cumple”, reconoció.

La alcaldía del municipio de San Luis Talpa y los ministerios de Medio Ambiente, así como Agricultura y Ganadería, se encuentran en deuda con la aprobación de  una ordenanza municipal, que permitiría a las comunidades rurales la regulación en el uso de agrotóxicos, la extracción del agua y la recuperación de los ecosistemas afectados por la industria cañera.

“Hemos venido impulsando esta ordenanza reguladora, porque no podemos pasar la estación del verano sin agua, porque los cañaverales se la quedan, en su mayoría, dejando secos los pozos artesanales, tenemos que esperar que llueva y muchas veces, esa agua no es apta para consumo humano. Este proceso nos llevó seis meses trabajando juntos, luego se retiraron y no hemos recibido la firma del Concejo Municipal, sino fuera por el acompañamiento de ARUMES, Foro Nacional de Salud, FUNDASAL y la PDDH, es que tenemos una buena ordenanza que no nos han permitido entregar, para su aprobación”, puntualizó.

La OPS ha establecido que en Centroamérica se registra un alza en casos de Enfermedad Renal Crónica no Tradicional, que predomina en hombres jóvenes que trabajan en el campo. Quienes residen en comunidades agrícolas que se concentran en la costa del Pacífico, lo que asocian a factores como los tóxicos ambientales (agroquímicos), inadecuada higiene laboral, las condiciones de altas temperaturas y baja ingesta de líquidos.

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