París / AFP
Fabien Zamora
Esmai Qaani, el nuevo jefe de la fuerza Quds que reemplaza al general Soleimani, ha realizado parte de su carrera como guardián de la revolución y todo parece que con su nombramiento la continuidad está asegurada aunque carece del carisma de su predecesor, asesinado por Estados Unidos.
«Tras el martirio del glorioso general Qasem Soleimani, nombro al brigadier general Esmail Qaani comandante de la Fuerza Quds» de los Guardianes de la Revolución, declaró el ayatolá Alí Jamenei el viernes pasado.
Qaani era hasta ahora el segundo de la Fuerza Quds, encargada de las operaciones exteriores de Irán. El ayatolá Jamenei lo describió como «uno de los comandantes más condecorados» de los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico iraní desde la guerra Irán-Irak (1980-1988).
Si Soleimani era desde años un rostro bastante familiar para los observadores, el de Qaani, es menos conocido.
Originario de la provincia de Jorasán, en el noreste del país, Esmail Qaani habría nacido en 1957.
Según datos del investigador Ali Alfoneh en una nota del Arab Gulf States Institute de Washington, Qaani se unió a los Guardianes de la Revolución (IRCG) poco después de la instauración de la República Islámica en 1979, entre 1979 e inicios de 1980.
Su carrera lo llevó al Kurdistán iraní para combatir a los separatistas kurdos, y participó en los combates de la guerra Irán-Irak (1980-1988), durante la que se hizo amigo de Soleimani.
«Somos hermanos en armas y es la guerra la que nos ha hecho amigos», diría en una entrevista en 2015, citada por Alfoneh.
En 1987 fue nombrado al frente de Ansar, un cuerpo que opera en Afganistán y Pakistán, lo que marcaría su entrada en la Fuerza Quds, encargada de las operaciones exteriores.
«Cuando Soleimani fue designado al frente de la Fuerza Quods, entre el 10 de septiembre 1997 y el 21 de marzo de 1998, probablemente designó a Qaani como adjunto», dice Alfoneh, antes de agregar que el jefe se encargaría del frente occidental (Siria, Irak, Yemen, Líbano…) mientras que el adjunto lo haría del frente oriental.
En «la parte oriental, Irán hizo diplomacia pero no la guerra», señala Thomas Flichy de La Neuville, profesor de historia de las civilizaciones orientales en Rennes School of Business e investigador asociado en Oxford.
Mientras «Soleimani emerge rápidamente como un jefe carismático (…) Qaani parece acantonado en labores cotidianas administrativas y burocráticas», según Alfoneh.
– Mantener la herencia –
Es una de las diferencias clave, según los investigadores interrogados por la AFP: «Qaani no tiene el carisma de Soleimani, ni su comprensión del Levante (Oriente Medio)», señala Annalisa Perteghella, investigadora del instituto italiano ISPI.
«Soleimani era carismático, con gran poder de persuasión, gran poder psicológico; era un poco Murat en Rusia (mariscal del imperio napoleónico cuyas acciones en el campo de batalla fueron a menudo decisivas). Cuando había una situación difícil, se envíaba a Murat con tres caballeros y con su fuerza de persuasión llegaba a magnetizar a las tropas» y dar un vuelco a la situación, explica Flichy de La Neuville.
No obstante, reemplazarlo no es imposible. Soleimani «es completamente reemplazable (…) Irán está organizado para administrar sus operaciones de influencia, independientemente de la persona», estima François Heisbourg, experto de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS).
El perfil de Qaani parece predestinado a perpetuar la herencia de su predecesor, en particular porque las «órdenes de la Fuerza Quds siguen siendo las mismas que bajo la dirección del mártir Soleimani», según el guía supremo.
«A corto y medio plazo, será el continuismo», según Perteghella, que estima que «podría haber cambios a largo plazo, pero seguimos en territorio desconocido».