Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Siempre hay cosas que ver y que no imaginamos, como que todavía es posible que la ciudadanía salvadoreña dé sorpresas en los comicios presidenciales, legislativos, municipales y del PARLACEN.
A pesar de que lo más conocido es el acomodo de reglas e instituciones a favor del oficialismo, realmente el cambio sigue en manos del pueblo.
A mitad de noviembre sigue sin conocerse cuántos somos en verdad quienes tenemos derecho al sufragio; personas que representan la voz del oficialismo hablan con entusiasmo que se espera un millón de votos desde el exterior, es una fantasía que sirve para crear temor, el temor que se alimenta con el desconocimiento fomentado a propósito por las autoridades.
Antes de octubre se decía que pasan de 700 mil personas con DUI y que tienen dirección en el exterior, la mayoría en Estados Unidos; el cambio de domicilio podía hacerse hasta el 5 de noviembre, ya nos dirán a cuánto subió o bajó ese registro, que debe estar integrado a un solo registro de electores.
Pero nadie se anima a decir cuántas personas con pasaporte, que vivan en el exterior, pueden votar en las elecciones presidenciales y legislativas el 4 de febrero… es un verdadero misterio.
Dentro de los 14 departamentos se sabe que más de cinco millones y medio de votantes están en el registro electoral. Sin duda, en ese registro seguirán existiendo nombres de personas fallecidas, no registradas aún por el Tribunal Supremo Electoral (TSE); por supuesto, están en ese registro ciudadanas y ciudadanos que guardan prisión sin condena, personas que han emigrado, otras que por enfermedad están impedidas de votar.
Lo importante es que esa regla esencial para definir el atributo democrático de un proceso electoral, que consiste en tener certeza de cuántas, y quiénes, son las y los ciudadanos aptos para emitir el sufragio conforme a las leyes, está en deuda, es una soberana deuda.
Ni decir de la constitucionalidad de la candidatura del presidente y vicepresidente de la República, postulados por el partido oficial. O de la obligación de identificarse con documentos emitidos por autoridad competente y que estén vigentes, o la recarga de todos los votos que vengan desde el exterior para la circunscripción del departamento de San Salvador, todos estos hechos ponen una sombra al proceso electoral en el que el país ya está corriendo.
La prohibición de no prevalecerse del cargo para hacer propaganda electoral, todas estas reglas están violentadas sin la esperanza de que exista sanción o justicia frente a ellas.
Pero el interés de este artículo es dejar sentado que, aún con esas reglas cargadas en favor del oficialismo, contra todo atributo democrático que debería existir, está en las manos de la ciudadanía el poder de rechazar el propósito que ha motivado tanta violación de normas democráticos; y puede hacerlo votando por opciones que representen esperanza de cambiar el rumbo por el cual nos está llevando el gobierno actual y que busca perpetuarse con un baño de legalidad que venga de los votos.
No sería la primera vez que un pueblo sorprenda, y ojalá lo haga.
El voto es un recurso valioso de poder que tiene la ciudadanía salvadoreña y puede usarlo para su propio bien, lo que es posible recuperando el Estado de Derecho, haciendo uso del poder gubernamental para proteger la economía familiar y los derechos humanos.
Los jóvenes deben saber que cualquiera es tratado como delincuente sin serlo, y esto se debe al abuso gubernamental, que se ejerce con el fin de causar miedo colectivo; pero callar es equivocado, solo se agranda el daño que ya han hecho a miles de jóvenes que siendo inocentes, sin cometer delito alguno, han sido capturados, encarcelados, algunos han fallecido, sufren enfermedades. ¿Cuántos jóvenes conocen a otro que ha sufrido injustamente? Pues en sus manos está usar su poder y votar por otra opción que no sea la del oficialismo.
Todos los sectores de la población han padecido los efectos negativos de las políticas del actual gobierno, muchos sufren decepción por haber confiado y llegan a creer que lo mejor es ni votar, pero eso es un error, la abstención es igual que reforzar el poder de quienes nos gobiernan.
Lo mejor es expresarse como parte del poder del pueblo, ejerciendo el derecho al sufragio y hacerlo sabiendo que el voto es secreto, debemos hacerlo a conciencia, y quienes sufren y han sufrido la política del régimen actual, tener el valor de votar por un cambio.
El voto popular puede cambiar para bien la vida de todos. Ojalá lo hagamos.