Sao Paulo / AFP
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva fue autorizado este miércoles a despedirse de su hermano Genival Inácio da Silva, «Vavá», fallecido la víspera, pero desistió de salir de la cárcel pues recibió el permiso cuando el entierro estaba ocurriendo.
«No dejaron que me despidiese de Vavá por pura maldad», dijo Lula, quien purga desde abril de 2018 una pena de 12 años y un mes en la cárcel de Curitiba, a 400 km de la localidad de Sao Paulo donde se llevó a cabo el sepelio.
«No puedo hacer nada porque no me dejaron ir. Lo que puedo hacer es quedarme aquí y llorar», agregó Lula, según un comunicado del Partido de los Trabajadores (PT).
El presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Dias Toffoli, otorgó un habeas corpus a Lula para garantizarle el «derecho a encontrarse exclusivamente con sus familiares (…) en una Unidad Militar de la Región, inclusive con la posibilidad de que el cuerpo [de su hermano] sea llevado a la referida unidad, a criterio de la familia».
Un portavoz del Instituto Lula indicó a la AFP que «la decisión judicial llegó cuando el cuerpo estaba siendo enterrado» en el Cementerio da Pauliceia de Sao Bernardo do Campo, a 20 km de Sao Paulo.
El músico y escritor Chico Buarque consideró que el manejo judicial del asunto estuvo marcado por «el cinismo». «Mi solidaridad con Lula por la pérdida de Vavá. Y mi repudio a la justicia por el cinismo y la cobardía», dijo el artista al portal Brasil 247.
Los abogados de Lula habían pedido que el exmandatario (2003-2010) fuese autorizado a asistir al funeral y al entierro de Vavá. Invocaron el artículo 120 de la Ley de Ejecución Penal, que determina que los presos pueden obtener el permiso de salida con escolta en caso de fallecimiento o enfermedad grave de un hermano o de otros parientes cercanos.
Pero el martes por la noche la jueza Carolina Lebbos -a cargo de la megaoperación anticorrupción Lava Jato- negó la solicitud, acogiendo recomendaciones de la Policía Federal (PF) y la Fiscalía.
La PF recomendó no autorizar el pedido alegando cuestiones logísticas, entre ellas no disponer de los medios de transporte necesarios para que el exmandatario pudiera participar a tiempo «en los ritos post mortem de su hermano», y de seguridad, ante el alto poder de movilización del exmandatario.
Lula, de 73 años, fue condenado por corrupción pasiva y lavado de dinero, como beneficiario de un apartamento en el litoral de Sao Paulo a cambio de favorecer a una constructora en contratos con la estatal Petrobras.
El exmandatario responde a otros procesos, pero se declara inocente en todos y denuncia una conspiración para impedirle volver al poder.