Por Carlos Mario Márquez/San Salvador/AFP
El encuentro ocurre frente a las ruinas mayas de El Tazumal: niños y jóvenes de El Salvador y Cuba forman un círculo tomados de las manos, here pills a punto de emprender por los senderos del arte una rica experiencia de amistad y sano entretenimiento.
Los participantes, rx de entre 9 y 18 años, se divierten a campo abierto bajo el calcinante sol en este sitio, 80 km al oeste de San Salvador, antes de iniciar los ensayos para el montaje de la obra «La Cucarachita Martina pide la convivencia y la paz».
Veinte niños y varios instructores de la compañía de teatro infantil La Colmenita, de Cuba, vinieron a El Salvador a convivir y aprender con muchachos de comunidades pobres de este país centroamericano, sobre las que se ha cebado la acción criminal de las pandillas.
En el montaje de la obra, que exalta el triunfo de la paz y el amor sobre la violencia, participan 144 niños y jóvenes salvadoreños que ahora se transformarán en gestores de la actividad artística en sus propias comunidades.
«El teatro y la música los traemos no con la intención de que los niños y jóvenes vivan de ellas, sino para que aprendan a vivir mejor», declaró a la AFP el director de La Colmenita, Carlos Cremata, quien dirigió multitudinarias y ovacionadas presentaciones en San Salvador, Santa Ana y San Miguel, en el oeste y este del país, respectivamente.
La experiencia encaja en la estrategia que impulsa el gobierno del presidente Salvador Sánchez Cerén, de ofrecer a los jóvenes formas de ocuparse y divertirse que los alejen de la violencia de las pandillas.
El pasado mes de enero, las autoridades registraron 738 homicidios (más del doble de los 339 del mismo mes de 2015), cifra que se cierne como una sombra sobre los jóvenes de entre 15 y 29 años, víctimas principales de esta creciente ola de violencia.
En general, El Salvador se ha convertido en uno de los países más violentos del mundo, al registrar en 2015 un total de 6.657 homicidios, con una tasa de 103 por cada 100.000 habitantes.
Teatro, juego, aprendizaje
Para Cremata manifestaciones artísticas como el teatro y la música pueden ser utilizadas como «pretexto» para alentar la convivencia y la paz y contagiar la alegría.
«Compartimos un método que no es teatro, sino que es un juego para crear valores, es una expresión artística educativa», resume el maestro cubano.
Los jóvenes salvadoreños que participaron en el montaje de «La Cucarachita» tienen la misión de reproducir la experiencia en sus comunidades, que se cuentan entre las más violentas.
«El arte y la cultura abren el alma, nos sensibilizan, te hacen mejor persona y te ayudan a convivir con los demás», manifiesta a la AFP Andrea Elas Méndez, una joven de 14 años que toca el violín en una pequeña orquesta de cámara del violento municipio de Sonzacate, en el oeste del país.
«Me siento feliz de ser la Cucarachita Martina… es maravilloso interactuar con otros niños», afirmó Karen Ramos, de 13 años, originaria del municipio de Mejicanos.
La obra cuenta la historia de una cucarachita que rechaza varios pretendientes que le ofrecen cosas materiales y acaba aceptando la oferta de amor y paz del ratón Pérez, de noble corazón.
Violines por pistolas
Para el presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, «el arte es una herramienta de educación y transformación social», que ahora le apuesta a «tender la mano» a los niños y adolescentes.
Además del teatro, el gobierno salvadoreño impulsa otros proyectos para involucrar a los niños y jóvenes en actividades artísticas como la música, la danza y el canto.
Uno de ellos es una orquesta de cámara integrada por 30 jóvenes de Sonzacate, en el occidental departamento de Sonsonate, que fue integrada hace aproximadamente un año y ya realiza conciertos por todo el país.
«Lo que tratamos es de insertar muchos jóvenes en la cultura de paz, fue difícil, pero el proyecto de la orquesta ha venido a cambiar la mentalidad del joven a que abandone una pistola o un cuchillo por un violín, una trompeta o un saxo», declaró a la AFP Ovidio Aguirre, director de la Casa de la Cultura de Sonzacate.