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Con todo orgullo digo “Soy ex alumno de la Ciudad de Los Niños”

En memoria a Arístides Alfaro Samper Chirajito, and promoción 50-60

Luis Antonio Chávez
Escritor y periodista

Arístides Alfaro Samper, buy mejor conocido como Chirajito, troche nació en Verapaz, San Vicente, con muchas carencias, pero tuvo una niñez muy divertida.
“Deseaba muchas cosas, aunque no jugué con juguetes de madera, siempre me las ingenié para jugar al fútbol con pelotas de trapo, piscuchas, capirucho”, refiere el artista.
Según Chirajito, a él le encantaba jugar canicas, en especial un juego lúdico que en los estratos bajos se le conoce como “yorta”.
“Hacíamos hoyos en la tierra con las tapas de gaseosa hasta formar un cuadro, luego lo hacíamos en medio y al centro donde se mete la chibola; de forma paralela realizaba actividades artísticas”, acota.
De acuerdo a Samper, junto a su primo realizaban shows artísticos y debido a las carencias, se pintaba la cara con tile (carbón), cobrando –por actuar- un centavo de colón por persona.
El ex alumno de la Ciudad de Los niños acota que cuando se va para la calle “a la universidad de la vida”, le tocó andar en veladas artísticas; pero ya soñaba con ser alguien en la vida.
Los anhelos por superarse eran muchos. Al verse en desventaja frente a otros jóvenes de la calle, se matricula en la escuela de boxeo nocturno, donde obtiene un primer lugar.
“Luego de triunfar, la familia Valiente (parientes del ex edil Mario Valiente) que vivía sobre la Avenida España, me regaló una dulzaina y eso me sirvió para obtener más ingresos”, refiere con nostalgia.
Chirajito dice que el profesor José Esteban Ibarra, mejor conocido como el “Teacher”, fue el fundador de la Ciudad de Los niños en 1950.
La escuela, de acuerdo al artista circense, nace por Decreto Legislativo durante la administración del Presidente, Cnel. Óscar Osorio.
Ibarra –según Chirajito- pensó fundar un internado para varones cuyas familias eran de escasos recursos económicos en el país y esa idea nace en Nebraska, EE.UU. a través del padre Flanagran.
“El ejemplo es grande y el legado también. Después se fundó otra Ciudad de Los Niños en Monterrey, México”, refiere.
Arístides rescata que quienes estudiaban en el internado vivieron cosas lindas, por eso dice con todo orgullo: “Soy ex alumno de la Ciudad de Los Niños”, dice Arístides con una sonrisa de satisfacción.

Llegada a la CN
Todo en la vida tiene un propósito y ello es corroborado por Arístides Alfaro Samper al recordar su llegada a la escuela Rafael Campos Ciudad de Los Niños, ubicada en Santa Ana.
“Un primo que estudió en Chile con el “Teacher” Ibarra al ver que yo andaba en la calle le pidió al profesor que le ayudara a internarme. Como la Ciudad de Los niños nació con la idea de albergar a los niños descarriados de la calle, me fueron a traer frente a Catedral, donde lustraba zapatos”, recuerda.
Según el cómico, el Teacher recomendó a Pa´Roque (Óscar Mauricio Roque) que le llevara a la escuela; pero no llegó solo, le acompañó del ex diputado por el PCN, Arturo Argumedo (QEPD).
“Llegué de noche a la Ciudad de Los niños y me encontré con Raúl Flores, otro niño de la calle, al verme se alegró, me dijo que no nos fuéramos a ir porque en la escuela nos darían comida y techo, aprenderíamos oficio y estudiaríamos, la verdad es que me quedé”, dice.
Alfaro Samper sostiene que en ese tiempo no había construcciones, que sólo existía una cancha de básquet, dormitorios amplios hechos con láminas y sólo la dirección estaba construida de adobe.
“Después de clases almorzábamos. A las dos en punto formábamos en la cancha frente a la dirección y después nos íbamos a construir la escuela, éramos unos zompopitos acarreando arena, grava, cemento, madera…”, evoca con nostalgia Chirajito.
El cómico de todos los niños dice que no le gustaba agarrar las carretas grandes llenas de arena, porque mucho pesaban, por lo cual se fabricó una de madera más pequeña.
La piscina la construyeron  dos años después de fundarse la escuela.

Un mentor futurista
En cierta ocasión, un alumno se quedó dormido en un dormitorio, entonces a varios alumnos se les ocurrió ponerle “calambre”, para despertarlo.
Según el artista de los niños, otra de las travesuras era que cuando llegaba un nuevo alumno a la escuela, acostumbran hacerle bromas, entre ellas cuando se iba la energía eléctrica.
“Al nuevo lo mandábamos, con cualquier pretexto, a comprar “corriente en polvo”, o si veíamos pintada una valija de varios colores, le decíamos que fuera donde el bodeguero a traer “pintura cuadriculada”, y el nuevo andaba de la seca a la meca, hasta que alguien se apiadaba de él”, manifiesta Chirajito tras una sonora carcajada.
Para Chirajito, el “Teacher” Ibarra fue un mentor por vocación, ya que cuando les castigaba por alguna travesura, les decía porque les pegaba.
“No te pego por lo que acabas de hacer sino por lo que vas a hacer mañana, porque la educación se comienza en el niño desde muy pequeño”, señala hoy que es adulto.
Mientras construían las viviendas que albergaría después a miles de ciudadanos ejemplares en la Ciudad de Los niños, Chirajito recuerda las palabras del “Teacher” Ibarra.
“El profesor nunca dijo ´voy a colaborar con un poco de arena´, sino que decía ´voy a poner un poco de rocas´”, acota.
Chirajito confiesa a los cuatro vientos que si no hubiese existido el internado a saber qué hubiese sido de él si seguía en las calles.
Otra de las travesuras que hacían, pero no por ello dejó de ser peligrosa, es que alguien apagaba las luces de la habitación, donde dormían hasta diez alumnos, y se agarraban a zapatazos, cuyo saldo a veces era lamentable.
“Al recordar esos juegos me da pena, pero esa era nuestra realidad. Nos tirábamos los zapatos, en la oscuridad, cayera donde nos cayera, también, cuando alguien no estaba en la habitación después del toque de trompeta, poníamos botes de lámina llenos de agua arriba de la puerta, la cual dejábamos medio abierta, para que cuando el cristiano llegara éste recibiera su castigo”, señala.
Desde su egreso de la escuela de sus amores ha pasado mucha agua por el río; sin embargo Chirajito recuerda con nitidez dónde durmió el primer día de su llegada.
“El primer día dormí en la parte alta del camarote de hierro 142. Ahí descubrí mi facilidad para aprender música, de tal forma que aprendí a tocar marimba”, evoca.
Según Chirajito, en la escuela conoció a Ramón Arístides Turish, padre del cantante Jaime Turish.
“Quien sí se dio gusto pegándonos fue pa´Roque, con la diferencia que él siempre nos decía por qué nos pegaba. Lo sorprendente era que después de darnos la tunda nos preguntaba si teníamos algo que decir al respecto, respondiéndole nosotros que no. Pero gracias a eso fue que no nos descarriamos”, reseña.
Para Chirajito, la Ciudad de Los niños marcó su vida para siempre y aunque no ha triunfado, fue la enseñanza recibida en su niñez la que le ayudó a valerse por sí mismo en la vida.
“Los profesores se dieron gusto conmigo, pues desde chico fui muy inquieto, mas no guardo rencor porque me enseñaron a formar mi carácter con educación, por eso los bendigo”, dice.

Nostalgia
El carisma del “Teacher” Ibarra permitió que 350 alumnos de la Ciudad de Los niños optaran estudiar docencia en la escuela Normal Alberto Masferrer.
Mas no sólo Ibarra se entregó a la educación de aquellos mozalbetes provenientes de todo el país,  también el profesor y periodista Guillermo Peñate Zambrano (QEPD), también puso su cuota de sacrificio.
“Pese a que éramos cosa seria porque veníamos de la calle, esa escuela linda nos cambió la vida, al grado que de cien menores que recogieron de las calle dos de ellos se descarriaron”, señala con propiedad el artista de los niños.
Chirajito, pese a los años de egresado de la Ciudad de Los niños, aún recuerda el himno que le identifica.
“Estamos de frente a la vida,/ olvidando el camino del ayer, / prometiendo a la patria querida, /su prestigio y honor defender”…
Según el artista circense, entre los profesionales, militares, profesores, deportistas, periodistas, economistas que estudiaron en la CN, se encuentran Carlos Navarro, considerado el mejor pianista a nivel latinoamericano, Carlos “Imacasa” Recinos, Edgar Alonso el Kiko Henríquez, quienes han puesto muy en alto los colores patrios.
“Fue mi primer carnal (Navarro) en la escuela. Cuando teníamos el programa en la radio Tropicana, él actuaba como el compadre Arturito, pero yo actuaba como el indio Remigio”, sostiene.
Pero no sólo Argumedo es referente de la Ciudad de Los niños, también están los coroneles retirados Luis Avelar, Jorge Alberto Cruz; periodistas como Wenceslao Martínez hijo, José “Neto” Mariona, José Ramos, son un ejemplo de la formación y disciplina con que educaron a los alumnos de la CN.

Pasadas vistas y contadas
Como todo internado, todo ex alumno recibió como bautizo un sobrenombre.
“Yo era parte de la pandilla El terrón. Éramos firmitas en la escuela (los que más molestaban), por eso es siempre permanecíamos castigados cubriendo nuestro cuerpo sólo en calzoneta. A nosotros nos daba pena que nos vieran el día de visita vestidos en calzoneta”, recuerda.
De acuerdo al artista de los niños, los domingos eran bien alegres en la Ciudad de Los niños, ya que la población santaneca se daba cita ahí para disfrutar del aire puro, llegaban las familias a visitar a sus hijos, todo era alegre.
“La marimba de la escuela nace con la donación de un requinto que hace un amigo de Quezaltepeque, después Paquito Palaviccini donó la marimba completa y don Gustavo Vides Valdez favoreció a la escuela con un tenor”, refiere.
Según Chirajito, quienes eran parte del elenco artístico no salían los domingos a visitar a sus familiares por pasar tocando ese instrumento musical en la glorieta.
En ese momento la banda de guerra de la escuela era muy admirada, disputándose ese sitial con el liceo San Luis, adonde se matriculaban las familias pudientes de Santa Ana.
“La diferencia es que ahí estudiaban niños de dinero, pero no nos achicábamos porque la escuela nuestra competía con ellos y siempre les dábamos  “riata” porque teníamos disciplina militar”, acota.
El régimen era tal que los alumnos eran despertados a las cuatro de la mañana a hacer formación general, luego hacían ejercicio, limpieza en toda la escuela, se bañaban, desayunaban y estudiaban.
“Cómo no quisiera volver a estar pequeño, vivir esos momentos –que en ese instante fueron duros, por no dimensionar que nos preparaba para la vida- en la escuela y no salir de ella jamás”, expresa Chirajito con un nudo en la garganta.
La disciplina en la escuela fue tal que como siempre hay alumnos que se la quieren llevar de listos, algunos de ellos hurtaron las pertenencias de sus coetáneos, recibiendo su merecido.
“Una vez nos sacaron a la una de la mañana a hacer flexiones, rana chacha… unos alumnos habían hurtado las pertenencias de otros compañeros. Yo creo que el “Teacher” Ibarra lo hizo más que todo para que escarmentáramos, manifestándonos que los castigos allá afuera eran peores, pues nos esperaba la cárcel, el hospital o el cementerio”, refiere.
Para Chirajito, la vida en la Escuela era como estar en un paraíso.
“Nombre, si nosotros hasta nos dábamos el lujo de intercambiar la fruta por el pan francés, el fresco por el pan dulce… y si nos quedábamos con hambre, pedíamos “Barbas”, en fin, no nos preocupábamos, pero si nos prepararon para enfrentar la realidad cuando nos fuéramos de ahí”, dice con nostalgia.

Anécdotas
Si bien la Ciudad de Los niños fue concebida en un primer instante como un mini zoológico, pues había algunas especies animales, en cierta ocasión se escapó un lagarto.
“Un día que caía un mameyazo de agua se escapó un lagarto, nos organizamos para irlo a buscar, pasamos frente al beneficio Tres Puertas, de la familia Hill. Estaba en una poza, pero como nos acompañaba el profesor Crespín, su cuidandero, lo agarró y lo llevamos de nuevo a la escuela”, recuerda.
Pero no sólo el lagarto se les escapó, seguido se iban otros animales, como la vez que se fue un tigrillo tierno en pleno día de visita, armándose un gran desparpajo.
“Todas esas cosas son bellas. Estoy haciendo un libro se llama Mi autobiografía, donde narro esas experiencias, también hablo de mi vida artística. Ahí también tuve mi primera novia, a quien escribí unos boleros y unos acrósticos” (poemas escritos en forma vertical con cada letra del nombre, infiere.
“Yo quiero mucho a la escuela y quisiera que todos los profesores que están en el cielo que Dios les bendiga”, manifiesta con un dejo de nostalgia el artista.
El artista de los niños que alegro a muchas generaciones desde el programa Jardín Infantil transmitido por un  canal local en compañía de Prontito, Pizarrín y Tío Periquito, tenía un sueño muy grande, como es el de cambiar el nombre de la escuela por el del Teacher José Esteban Ibarra.
Arístides Alfaro Samper tiene tanto amor a la escuela que lo formó, que cierra su entrevista haciendo un llamado a los ex alumnos de la CN.
“Voy a pedir la firma a los ex alumnos de la escuela desde la década de los 50 a la fecha para que la Escuela sea nombrada Profesor José Esteban Ibarra Ciudad de Los niños”, cierra su entrevista Arístides Alfaro Samper, con la convicción de hacer realidad su sueño.

San Salvador, junio de 2009

* Ex alumno de la Ciudad de Los Niños

Ver también

Ilustración de Iván Alvarenga. Sin título. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 14 diciembre 2024