Por: Rolando Alvarenga
Es triste, lamentable y censurable, el calvario que durante los últimos meses han venido y siguen transitando los futbolistas, entrenadores y árbitros que prestan sus servicios en el “Fútbol Profesional Salvadoreño”.
Cristianamente, duele en el alma y se siente tanta impotencia el escuchar desgarradores relatos, sobre el drama que están viviendo la mayoría de estos seres humanos y sus grupos familiares, afectados directamente en sus estómagos, producto de la paralización de actividades a causa de la cuarentena por el mortal COVID-19.
Es un tema esencialmente humano que debe llamar la atención del INDES para que, como máximo ente rector deportivo estatal y amparado a la Ley General de los Deportes, tome cartas en el asunto. Hoy que se está hablando de protocolos para autorizar la reanudación de actividades deportivas, el INDES debe llamar a la FESFUT y a la alta cúpula dirigencial futbolística para que, antes de toda reanudación, incluyan la obligatoriedad del Seguro y las AFP en las planillas de los “equipos profesionales”.
De sentido común y de lógica, es obvio pensar que si los futbolistas tuvieran Seguro Social, algún recurso económico fijo y mensual estarían recibiendo en estos tristes días de cuarentena; pero no, nada de nada.
Días tan difíciles, que la mayoría no puede salir a las calles a rebuscar el sustento alimenticio hogareño.
Este trágico calvario también debe ser un llamado de alerta para los propios futbolistas, entrenadores y árbitros con el fin de que no acepten firmar contratos en el aire, sin ninguna garantía, tanto para su estómago, como para su integridad física.
El motivo es que cuando resultan lesionados, tampoco hay un seguro médico estable -más allá de que los equipo pagan hospitales privados- que les garantice los tratamientos médicos respectivos. ¡Qué injusticia!, ¡qué pecado!