Iván Escobar
La venta de libros usados en el centro histórico de San Salvador es una opción o un oasis para los amantes de las impresiones literarias, sean estas de segunda mano o nuevas. Por muchos años, el Parque San José, ubicado en el centro de la ciudad se convirtió en un punto de distribución mayor de libros usados.
Las ventas de libros usados o libreros del San José, casi han desaparecido. Las readecuaciones del centro histórico por parte de las administraciones municipales a finales de los 90s casi llevaron a la extinción de estos espacios, en los cuales la venta de libros era permanente en el pasado.
Con los años, los libreros se han mantenido en los alrededores, en locales alquilados, o espacios emergentes como lo fuera La Casa Tomada del Centro, que además de ser un espacio para el arte y la cultura en el corazón de la ciudad, entre 2011 y 2015, albergó la venta de libros usados.
En mí recorrido por la ciudad llegué a conocer a los proveedores de muchos de los libros que hoy en día conservo. Roberto Guevara, Wally Romero, Jorge Ramírez (QDDG) y Obed Alfaro, eran parte del colectivo de la Casa Tomada del Centro, y comerciantes de libros usados.
Luego del cierre de este espacio, los libreros han tomado direcciones distintas, pero conservando aún el comercio de los libros. Jorge Ramírez, quien falleciera este año, mantenía su venta en las cercanías de la Casa de la Cultura del Centro, y los fines de semana en Santa Ana; Alfaro reside hoy en el occidente del país, y comercia libros en Ahuachapán y zonas aledañas.
Romero hoy mantiene entre otras actividades la venta de libros a domicilio, y Guevara, la última vez supe que su local estaba en las cercanías del mercado Excuartel. Así hay muchos espacios pequeños o locales que subsisten con la venta de libros, en una ciudad que aparentemente es indiferente a las letras.
Sigue la venta de libros en el San José
Así es como conocí hace unos años a Nelson Nuila, un hombre que en la actualidad comercia libros en el parque San José, al costado sur del mismo, sobre la primera calle, lo encuentran junto a su familia, ofreciendo variedad de textos, y además la reseña o el análisis de alguna de las publicaciones.
“Yo realmente no era librero, yo asistía a la Casa Tomada del Centro, y en las exposiciones que tenían tocaban diferentes temas como de Roque Dalton, del Gabo, entre otros, y luego se formaban los conversatorios (…) eso me fue envolviendo, me fue motivando”, comenta.
Nuila recordó que tiene cuatro años de dedicarse al comercio de libros. Este año, debido a la pandemia del COVID-19, y al igual que muchos comerciantes informales, ha sufrido el impacto económico, y visto reducidas las ventas. “Con la pandemia, ha mermado la compra”, dice con preocupación.
Su incursión en el comercio de libros fue con el pintor Obed Alfaro “es una de las personas con gran humildad y un gran corazón”, destaca. Y añade que su primera actividad comercial fue en Zacatecoluca, “Llevo cuatro años, que han sido bien aprovechados, le he sacado fruto al conocimiento y me siento orgulloso conmigo mismo”, valora.
Una de las cosas que él rescata de su actividad comercial, es el interés de las personas por adquirir literatura. “Nos da sentimiento, cuando en el parque toda la gente pasa de largo, compra sus cosas, y de 100 personas solo uno me compra un libro, eso me motiva, y me hace feliz”, precisa. Don Nelson, al igual que otros libreros ven con optimismo el apoyo de aquellos amantes de las letras, invita a apoyarles y no dejar morir este oficio, que sigue tan presente, como cuando lo ejercieron libreros como Cristóbal Suárez de Figueroa, escritor y enciclopedista español del siglo de Oro, o James Lackington, que de zapatero paso a fundar la famosa librería “El templo de las musas”, en Londres, y quien innovó en el siglo XVIII, garantizando el acceso a los libros a las personas de todo nivel. “El librero, si el público no le apoya, se sienta como que es una veleta en el mar que lo esté sacudiendo la tempestad. Aquí con el apoyo incondicional de amigos, y la magia de las redes (sociales), nos permite motivar a la gente a que lea, que es nuestro objetivo”, concluyó Nuila. Por ahora, este librero está llegando al parque a vender de forma esporádica, ya que el temor al contagio de la enfermedad es latente, pero cualquier cosa invita a las personas a que le consulten sobre algún título en particular o interés en libros, a través de su perfil personal en Facebook: Nelson Nuila, “ahí estamos a la orden”.
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