David Ernesto Blanco
Hay pensamientos que poco a poco se convierte en fijación, es una niebla que envuelve al ser humano hasta que se convierte en su entorno, un amanecer recurrente, un día expectante y la noche sin paz.
No sabemos todo lo que puede albergar el pensamiento del ser humano, esos monólogos que la conciencia maneja a su antojo y se van convirtiendo en ideas, pueden ser de varios tipos, algunas solo aparecen en circunstancias determinadas y otros son recurrentes que sin motivo aparente surgen hasta convertirse en mantras que van extendiendo su estructura dialéctica interna hasta convertirse en razonamiento. Estos últimos son los que hacen que la mente se perturbe, que no dejan que la vida siga su curso normal que detienen al individuo y que lo motivan dependiendo de su naturaleza a una causa, a un fin.
Andrés, era la mayoría del tiempo un ser humano “normal”, con planes, metas, desilusiones… tristezas claro, pero en él existía una idea que se había apoderado de él poco a poco y en circunstancias cada vez más diversas, sin embargo hubo un momento en que su idea se convirtió en obsesión, cuando la oscuridad se apoderaba de su habitación , cuando solo los grillos podían interrumpir sus pensamientos y la lucha interna se trasladaba a las sabanas y a las almohadas y un gallo que pareciera que lo había acompañado durante toda su vida le daba la señal que ya eran ciertas horas de la madrugada. Si, debía de ser el mismo gallo, ese que en su adolescencia no lo dejaba dormir al alba y que a más adelante a más de una compañera de alcoba había desquiciado, si debía ser el mismo.
Como suele pasar las decisiones no son del todo planeadas sino que simplemente surgen, sin ningún tipo de detonante pero siempre por pensamientos recurrentes, podrían decirse que aparecían a medida pasaba el día, un sillón , una mesa amplia, unas columnas, un cuarto desolado, las vinculaba con las figuras femeninas que iba acomodando a sus fantasías de formas tan diversas pero con el mismo fin, había una fascinación por el vientre de las mujeres que conjugaba con sus pensamientos que trasladaba a las noches en que no era posible conciliar el sueño.
Después de un tiempo había pasado del conflicto moral a la decisión, como suele pasar. No es sencillo tener un conflicto de ideas por tanto tiempo y no tener una resolución, una determinación así que Andrés tomo la decisión. Y tras de ella claro un plan. Las mujeres que pasaban por sus pupilas ya no como simples deseos sexuales, sino como un fin, una salvación un deseo prohibido que no se puede comentar. Una concupiscencia.
Las secretarias de la oficina, las amigas, las ex novias, parejas, y aquellas mujeres liberales que tanto critican la sociedad, pero que sostienen la dignidad del hombre, cada vez que las veía las imaginaba y las relacionaba con sus fantasías, en su mente sus caderas desnudas, a su merced, su abdomen que deseaba tener, sus pechos, y todo lo que debéis imaginar y solo dos pueden contar. Eso pasaba por su mente, durante todo el día y noche.
¿Como puede actuar un hombre en esas circunstancias? Andrés poco a poco cae en la desesperación y en la indolencia de su complejo y toma una decisión; para la conjetura del relato.
Quizás siempre que se llega a la determinación la tardanza es más bien el diseño moral del individuo que trata de reprimirlo, y entre más largo el proceso para la decisión más dolorosos será en la conciencia, en el cuerpo y en el espíritu, así pues solo faltaba buscar cómo llegar al fin, exponerlo bien y por su puesto ser aceptado, Porque en estos menesteres siempre es cuestión de dos, aunque hayan intereses diferentes, con sentimientos o no.
Las mujeres conocidas no están en la lista de Andrés, no sabría ni por dónde empezar y el cortejo para el fin no sería nada menos que inicuo.
Qué más quedaba. Pues bien como es del conocimiento común solo había una opción, las mujeres que no preguntaban si las querían, así que aunque no era de su costumbre y para guardar las apariencias que siempre son buenas para estos menesteres identifico los lugares propicios para hacer sus propuestas, no tarea fácil, tomando en cuenta su naturaleza y los objetivos poco usuales.
Asistió a los lugares más exclusivos en donde tanto señores adinerados se reúnen para hacer amistades nocturnas con frecuencia, como así también los hombres comunes que esperan con ansias el fin de mes para tener una satisfacción, un alivio a la rutina y esperan sentirse hombres o quizás ser entendidos o queridos, Andrés era de los últimos.
La primera que lo cautivo fue Tatiana, Sus curvas bien formadas su porte y su mirada angelical, no cuesta mucho hacer amistades cuando se cuenta con los recursos suficientes, el parloteo de preámbulo se extendió más de los normal a solicitud de Andrés, para luego, no sin antes dejar una buena propina consiguió su número telefónico insistiendo que lo que deseaba no podía realizarse en esos entornos.
Pasaron algunas semanas hasta realizar la primera llamada, la que Tatiana reaccionó amigablemente, era su trabajo, pero le daba curiosidad las solicitudes de su cliente, las relaciones eran más que todo con clientes exclusivos y Andrés lo sabía bien, fue por eso lo de su aparente decencia y el desapego a las cuentas, como que fuera una cita de lo más normal la invito a un restaurante de los que ofrecen vino a la carta, ella acepto pasaron las horas y las charlas de cortejo que ella no tolero más en un momento de silencio incomodo le dijo al oído de la manera más tierna “ te agradezco, pero esto no es necesario, solo dime que quieres” el guardo silencio por unos segundos y sin sobresalto le susurro sus pretensiones que estaban llenas de explicaciones que trataba de justificar, su monologo fue más largo de lo esperado por ambos, las pupilas de Tatiana se dilataron y se sonrojo como nunca antes lo había hecho, guardo silencio lo miro con sus ojos azules bien abiertos y simplemente se levantó de la mesa sin decir adiós.
Este primer intento desmotivo a Andrés, pero sus ideas seguían más firmes que nunca, seguían en su cabeza dando vueltas fantasías, que ya no disponían de juicio moral, sus miradas evaluaban a las mujeres que lo rodeaban, hasta darse cuenta de lo inapropiado que resultaba.
Había que hacer un nuevo plan, una estrategia que llevará al objetivo y concluyo que buscaba en el lugar inapropiado, así pues el próximo mes cambio de escenario, acudió a los lugares llamados del bajo mundo, donde los vicios y el dinero prevalecen, con mayor énfasis cuando se aproxima el amanecer.
Acudió discreto y ya sus exigencias bajaron al límite, el nombre de ella no tenía importancia, lo olvido más rápido de lo que se lo dijesen. Muy claramente que con el suficiente dinero todo se puede conseguir. Andrés se relajó y empezó a pedir tragos tratando de no embriagarse pero haciendo sentir a gusto a su acompañante que cada vez se sentía más cómoda de “hacer la noche” hay días que los clientes solo viene a joder le confeso y al final no le saca más que un pleito por la cuenta, y por su puesto allí en esos lugares el cliente siempre termina perdiendo. Claramente ella le propuso que fueran a su alcoba, que al final de cuentas era un cuarto donde iban todos sus clientes, si, en ese momento y le pareció que hasta en eso era la indicada, como en la primera ocasión Andrés propuso algo mejor, más íntimo, pero existían dos detalles, ella no podía perder más clientes y no la dejarían salir sin una buena excusa, o compensación, en ese tipo de lugares todos ganan del cliente.
La respuesta fue rotunda de la patrona, “De acá ninguna chica sale” lo que quiera hacer, arréglelo acá con ella. Nuevamente Andrés empezó a dudar se quedó mucho
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tiempo callado ganado tiempo con las bebidas, hasta que ella lo tomo por las mejías y le pregunto qué si lo acompañaba. Sin decir palabra entro al cuarto donde apenas cabía una cama, ella se empezó desnudar sin y Andrés permaneció sentado en la esquina de la cama sin hacer ningún movimiento, ella se arrodillo ante él completamente desnuda con sus pechos rosando sus rodillas y le dijo simulando dulzura, ya te he dicho que puedes pedirme lo que quieras. Hubo ese incomodo silencio, él la levanto y la sentó a su diestra, y repuso..- lo que sea? Ella no contuvo la risa y repuso, si supieras lo que se viene a pedir acá…anda, no tengas pena.
Al poco tiempo Andrés termino en la calle, tirado por los cuidanderos del lugar no sin antes recibir algunos golpes y sin el poco de dinero que le quedaba.
En la oficina pidió el respectivo permiso para que los moretones no fueran tan evidentes y los rumores de la oficina no le bajaran más el poco autoestima que tenía ya . Quizás era tiempo de darse por vencido.
Mientras almorzaba en un comedor público en sus días descanso forzado, una luz reanimo sus esperanza: dos señores mayores tenían una conversación como suelen tenerla las personas que ya no tiene prisa, solo rescato una frase del mayor de ellos – “No, definitivamente a las mujeres no se les puede decir toda la vedad, mucho menos de forma inmediata, si lo haces desde allí estas cagado”. Esa frase Andrés la anduvo en la cabeza toda una semana. Y se dispuso otra vez a su empresa.
Como suele suceder las oportunidades se presentan sin darse cuenta para el que urge de ellas, Andrés fue muy poco observador pues en su misma oficina había alguien, quien de reojo miraba sus necesidades de compañía y aunque ella no tenía más que la curiosidad femenina por naturaleza poco a poco surgió el interés, relatar los cortejos disimulados, hasta llegar hasta las primeras salidas a cenar no vienen al interés del relato.
Los meses pasaron como debe pasar para que surja el romance, sin planeación, sin grandes análisis, lo importante era lo que ambos sentían, confianza y deseo para iniciar algo más posteriormente eso que llaman amor, torpeza mutua en el pensar y el deseo sin acabar, no había discusión y su relación no sorprendió a nadie, sus noches eran intensas y sus días sin dudas.
Pero como en este mundo no todo suele ser perfecto en este caso aunque Andrés se sentía completo con su Rosa, su mente resguardaba aquel deseo, aquello que no se puede explicar, trato de muchas formas de compensar y reprimir sus deseos dando y recibiendo placer y cariño de muchas e intensas formas, hasta que ambos quedaban saciados de tanto querer, pero la mente de Andrés seguía divagando en las madrugadas como un espíritu que deambula sin saber dónde ir y como suelen pasar las cosas una luego de una noches de intimidad, de esas que no hay porque contar, al ver a Rosa dormida desnuda bajo un rayo de luna que atravesaba las ventajas abiertas para permitir que la brisa nocturna refresque lo que calentó el cuerpo, se levantó sigilosamente a su armario, tomo la capsula que había guardado por tanto tiempo y vio por última vez a Rosa, su querida, quien le había llenado su vida y sin más quito toda prenda que estorbase y recostó su cabeza sobre su vientre, abrazo sus muslos suavemente y acomodándose sin hacer el menor ruido posible con lentitud acomodo su rostro hasta que se encontró plenamente cómodo como así lo había deseado, susurro un “lo siento flor” y el cianuro no tardó en hacer efecto.