Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino
Ni cristianos tibios de salón, ni silencios cómplices frente a injusticias contra otros cristianos que son víctimas de diversas situaciones que vulneran sus “sacrosantos” derechos, dijo el Papa Francisco en su Homilía pronunciada en la Misa Solemne de San Pedro y San Pablo, esta mañana, en la Plaza de San Pedro, en Roma, Italia.
Acompañado de los cinco nuevos Cardenales, entre ellos, el primer Cardenal de El Salvador, Monseñor Gregorio Rosa Chávez, el Sumo Pontífice envió un mensaje de unidad para la Iglesia e instó a la práctica de un compromiso más profundo para acompañar a los más pobres y así vivir la realidad de Jesús, que vino por todos al mundo a entregar su sangre y su vida.
“Quien confiesa a Jesús sabe que, no ha de dar solo opiniones, sino la vida; sabe que no puede creer con tibieza, sino que está llamado a arder por amor; que no puede conformarse con vivir el día o acomodarse en el bienestar, sino que tiene que ir mar adentro y renovar cada día el don de si mismo”, expresó.
Otro, de los pasajes que citó el Santo Padre sobre la vida de Pedro y Pablo, fue su derramamiento de sangre por Jesucristo, que aunque no fueron los primeros, fue un signo dentro del libro de los Hechos de los Apóstoles, que recalca el compromiso de fe y el hacia el Hijo de Dios, “El Señor crucificado y resucitado está cono nosotros, perseguidos pero no abandonados”,
“Hoy en día en varias partes del mundo, a veces en un clima de silencio, con frecuencia cómplice, muchos cristianos son marginados, calumniados, discriminados y víctimas frecuentes de la violencia incluso mortal y, a menudo sin que los que podrían hacer algo para que se respetaran sus sacrosantos derechos no hagan nada para impedirlo”, manifestó.
Entre otros, pensamientos el Papa Francisco reiteró a toda la feligresía y el Clero que el “cristiano está llamado a soportar el mal, no solo tener paciencia y continuar con resignación, sino a imitar a Jesús, que significa cargar el peso, sobre los hombros y por los demás”, explicó.
Mientras, sobre la Oración la comparó como el “agua indispensable que alimenta la esperanza” que es un patrimonio que da paso a la confianza y al acompañamiento dentro y fuera de la Iglesia.
“La oración nos hace sentir amados y nos permite amar. Nos hace ir adelante en los momentos más oscuros, porque enciende la luz de Dios y nos ayuda a superar las pruebas”, indicó el Papa Francisco al considerar que una Iglesia que reza unida está protegida por Dios, y que acompaña su caminar.
“La oración es la fuerza que nos une y nos sostiene, es el remedio contra el aislamiento y la autosuficiencia que llevan a la muerte espiritual. Porque el Espíritu de vida no sopla, si no se ora y sin oración no se abrirán las cárceles interiores que nos mantienen presos”, predicó.