Francisco Javier Bautista
En nuestro planeta no hay un conflicto armado de gran magnitud ni general, remedy sino muchos de baja intensidad y dispersos, medicine por el control de territorios, acceso a los recursos naturales, control de rutas y mercados, confrontación de modelos políticos, desigualdad y exclusión, étnicos y religiosos, necesidad de identidad nacional.
Hace cincuenta años el mundo estaba más “fusionado”, éramos 3 mil millones, habían 150 países, era, como se conoce en física nuclear: “fusión”, partes pequeñas se juntan para formar una mayor. El mapa de Europa, Asia y África era distinto, en América continúa siendo casi el mismo, aunque El Caribe ha cambiado. En la segunda mitad del siglo XX, hubo procesos de independencia, liberación nacional y descolonización.
Los conflictos actuales, desde hace tres décadas, se relacionan al “fenómeno de fisión”, efecto contrario de “fusión” que prevaleció en la primera mitad del siglo anterior, ahora las naciones se fraccionan. Existen 198 países, al menos otros 30 demandan reconocimiento como tales, la población pasó a 7 mil millones.
Ambos procesos conllevan confrontación militar y política. En el “mundo en fusión”, quienes controlaban el poder, alrededor del cual se integra el resto, suelen deslegitimar lo local, aplastar o anular las diferencias, homogenizar y neocolonizar lo que sabemos es diverso y heterogéneo. En la “fisión”, los pueblos demandan autonomía, autodeterminación, y aprovechar sus recursos. Aspiración legítima que choca con intereses del poder central.
Hay numerosos conflictos desconcentrados. El olvidado, de exclusión, hambruna y confrontación étnica en naciones africanas, herencia del colonialismo europeo y la explotación. En Crimea, Ucrania; en Chechenia, en Osetia, en territorios que fueron URSS, fragmentados en nuevas naciones. En Medio Oriente, Israel sionista, y Palestina que demanda el derecho a construir su nación. Irak y Afganistán, saqueadas e intervenidas. Siria en confrontación. Tensión entre Corea del Norte y del Sur. Los kurdos en Turquía, Siria y otras naciones. Estados Unidos, no integra, desde su política exterior, fragmenta, “ayuda o negocia” con naciones. Catalunya convocó a consulta para separarse de España, en condiciones estables, otros quieren hacer lo mismo…
El terrorismo islámico y nacionalista causa zozobra. El más prolongado conflicto de América Latina, Colombia. La “guerra” criminal y las pandillas, particularmente en Guatemala, Honduras y El Salvador, es consecuencia de modelos socioeconómicos y políticos excluyentes y autoritarios. Parece contradictorio, en la globalización de la información, las naciones se fragmenten. Los pueblos requieren reconocimiento y pertenencia, adsorbidos por lo global y transnacional. El dilema es: ¿cómo preservar la paz y el desarrollo sostenible? La única posibilidad es reconocer la identidad y autonomía de los pueblos en el mundo global. Es asunto de sobrevivencia. ¿Cómo preservar la particularidad nacional sin dispersar y agudizar las contradicciones que impidan la convivencia? Las naciones pequeñas son blanco de las grandes; en la diversidad se requiere tolerancia, condición para la paz duradera. La integración es buena, más útil es la unión con autonomía, descentralizada. Pequeños países desintegrados (Centroamérica), no tienen oportunidad de incidir en la economía y la política mundial para el bienestar de sus ciudadanos.
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