La semana pasada se conoció que un total de 16 congresistas de los Estados Unidos, health encabezados por los demócratas Mark Pocan y Mike Honda, prescription exigieron al Departamento de Estado, que desista de su pedido de requerir cambios al programa de compra de semillas para implementar el FOMILENIO II en El Salvador.
Como se ha informado y editorializado, la Embajada de Estados Unidos en El Salvador reveló que su Gobierno firmaría el FOMILENIO II, solo si El Salvador cumplía con nuevas condiciones, entre ellas, que la trasnacional MONSANTO, representada en El Salvador por el ex presidente Alfredo Cristiani, participen en las licitaciones para la adquisición de semilla para la siembra, que compra el Gobierno.
En el marco del programa para incentivar la agricultura y garantizar la política alimenticia, el primer Gobierno de izquierda decidió comprar la semilla a las cooperativas de la Reforma Agraria, y con ello reactivar el cooperativismo y mejorar las condiciones de vida de sus agremiados.
Cristiani y otros personajes de la derecha en el país, denunciaron en Estados Unidos que El Salvador estaba violentando el Tratado de Libre Comercio, al comprar la semilla a las cooperativas y dejando fuera de la licitación a empresas como la MONSANTO, una transnacional que trabaja con semilla transgénica, por lo tanto dañina para la salud de los humanos, y un atentado al medio ambiente.
Ya hemos dicho que la presión de la Embajadora de los Estados Unidos en El Salvador, para favorecer a la transnacional es una violación a la soberanía nacional, y así lo sostienen los congresistas cuando dicen: “Creo que Estados Unidos no debería ejercer una influencia indebida en los procesos políticos democráticos y decisiones de política interna de El Salvador, especialmente en una manera que ponga en riesgo el Plan de Agricultura Familiar que está proporcionando un apoyo esencial para los pequeños productores y la seguridad alimentaria nacional”.
Es de aplaudir a los señores congresistas, porque no es solo una posición que respeta la soberanía de una pequeña nación, sino también en defensa del sector cooperativo y campesino de El Salvador.
Estados Unidos debería ser más respetuoso con los gobiernos débiles como el nuestro, y lejos de intentar dañarlo debería ayudarlo con una cooperación más horizontal y, por tanto sin condiciones absurdas y anti soberanas.
Esperemos que las voces de los congresistas hagan en eco en el Gobierno del Presidente Barak Obama.
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