Por: Iván Escobar
Texto y Fotografías
En 1977 El Salvador vivía la efervescencia de una sociedad que estaba cansada de represión y engaños, la gota que derramó el vaso de las luchas populares fue la masacre en la Plaza Libertad, frente a la iglesia El Rosario.
La protesta pacífica de varios días aquel 28 de febrero de 1977 fue reprimida en horas de la madrugada solo por el hecho de expresar su descontentó la gran mayoría de la población ante el “robo” de las elecciones al candidato de la Unión Nacional Opositora (UNO), Ernesto Claramount, y la imposición del coronel Carlos Humberto Romero, del derechista partido PCN. Los comicios habían tenido lugar el 20 de febrero de ese mismo año.
“En esta fecha y en este lugar la dictadura en turno intentó matar los sueños y la esperanza de nuestro pueblo y una vez más se equivocaron porque ésta masacre fue un detonante que llevó a los amplios sectores a reafirmar su decisión de buscar los cambios”, fue el mensaje central del comunicado conjunto de organizaciones populares e iglesias históricas que este 28 de febrero de 2022, conmemoraron el 45 aniversario de la masacre.
“Las personas que aquí se concentraron eran conscientes de la necesidad de dar un viraje”, añadieron los manifestantes que este lunes por la tarde, realizaron un acto conmemorativo en el lugar de la masacre.
Cantos y la lectura de un pronunciamiento conjunto por parte de la Coordinadora Intergremial Rafael Aguiñada Carranza (CIRAC), FUSS, MPA, la Mesa de Iglesias entre otras organizaciones, se realizó el homenaje este lunes, en recuerdo a los hechos acaecidos hace 45 años, y reiterando que en la actualidad se continúan desde el Estado realizando acciones encaminadas a minar las libertas vigentes. “¡Honor y gloria a nuestros mártires del 28 de febrero de 1977! ¡Dictadura nunca más!” expresaron los manifestantes.
La plaza, un testigo de la tragedia
Los representantes de las organizaciones sociales y sindicales recordaron junto con algunos de los sobrevivientes de la masacre, a las víctimas de aquella violación a los derechos humanos, una clara expresión de intolerancia por parte de la dictadura de turno.
La madrugada del lunes 28 de febrero de 1977, la plaza fue el único testigo de la brutal masacre, en la cual literalmente fueron acordonados los manifestantes y asesinados por elementos del ejército. Disparos de fusilería, uso de tanquetas, gases lacrimógenos fueron parte del accionar de las fuerzas del Estado en contra de los manifestantes.
La mayoría de los protestantes murieron, eran civiles y no portaban armamento para defenderse ante la acción represiva. Algunos testigos comentan, que unos pocos tenían algún revolver o pistolas, «pero muchos no pudieron ni utilizarlas ante la brutalidad”, comentaron.
Algunos manifestantes se refugiaron en el interior de la iglesia El Rosario, ubicada al oriente de la plaza. La persecución era tal, que a la fecha en los portones centrales del templo están marcados los orificios de los disparos de G-3, utilizados por la entonces Guardia Nacional y la Policía de Hacienda. El terror se apoderó de la ciudad, el silencio imperó luego. Algunos salvadoreños recuerdan que todo ese día, camiones de bomberos lavaron la sangre de las aceras, y despejaron el lugar. Los cuerpos de las víctimas apiñados fueron levantados, algunos de ellos jamás fueron encontrados. La masacre fue un detonante más al convulsivo momento que vivía la sociedad. “El gobierno declaró que sólo había ocho muertos”, recopila el libro “Romero ¡Cese la represión!”. Cabe recordar que dos días después de los comicios, es decir, el 22 de febrero de ese año fue nombrado Mons. Oscar Arnulfo Romero, como Arzobispo de San Salvador, en un acto sencillo y sin mayor protocolo por las protestas que ya se vivían por el fraude electoral. Así se estrenaba el nombramiento del religioso, quien en marzo de ese mismo año, sufriría la noticia del asesinato de su amigo, el padre Rutilio Grande, otra acción represiva de la dictadura. La guerra estaba en ese entonces, a la vuelta de la esquina.
Producto de esta masacre, surgieron las Ligas Populares 28 de febrero (LP28) como brazo social del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), una de las cinco organizaciones político-militares que luego conformaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Las LP28 formaron parte, también de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), en la que estaban también el Bloque Popular Revolucionario (BPR), el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU) y el Movimiento de Liberación Popular (MLP).
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