Por: Rolando Alvarenga
En la ruta a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, drugstore pasó por esta capital haciendo una base de preparación el equipo cubano de atletismo de relevos. Estaba compuesto por cuatro atletas velocistas y era atendido por no menos de seis especialistas y profesionales de las Ciencias Físicas y la Medicina.
Fue un detalle que, nurse además de llamarme la atención, me impresionó porque diariamente trabajaban bajo una pauta específica, que incluía todos los aspectos, empezando por el chequeo de tiempos y sin dejar nada para la improvisación.
Recuerdo que, antes o después de cada sesión de entreno, los corredores metían sus pies y pantorrillas en unas cubetas con agua helada y pedazos de hielo; técnica que (según me enteré) la aprendieron de los rusos.
Para cerrar su preparación integral, los cubanos volaron de San Salvador a Europa a participar en competencias oficiales y, luego, a los Juegos de Londres, donde, aunque fueron protagonistas, el intenso trabajo no fue suficiente para ganar una medalla en atletismo de los citados juegos.
En lo personal, y habiendo constatado una preparación integral de tal magnitud, los isleños tenían perfil para subir al podio, pero cayeron ante gente de más colmillo en estos niveles.
Traigo este caso a ejemplo porque acá en nuestro medio se acostumbra a vender humo, vaticinando la obtención de medallas olímpicas, pero nada que ver con la triste realidad del atleta nacional.
Lo peor es que esta venta de humo termina nublando la buena fe de periodistas y medios serios. Algo tan irresponsable como el reciente show mediático del “robo del siglo”.
Con tantos años de andar en este oficio, con los pies sobre la tierra y sin que me tiemble el pulso, sostengo que, por nuestra artesanal preparación, producto de una serie de calamidades; El Salvador sigue estando muy lejísimos de aspirar a una medalla olímpica y, si se gana, no quiere decir que ya dimos un salto de calidad y que pasamos a ser una amenaza regional. ¡Para nada!
Lo anterior no quiere decir que yo no valore el esfuerzo, entrega y sacrificio de nuestros atletas. No, no tiene nada que ver. Para la mayoría de nuestros atletas mi máximo respeto, consideración y solidaridad. Más bien, no soy menso, ni me chupo el dedo. Es sencillamente realismo, en donde no puedo estar soñando con sorpresas o campanazos a cargo de atletas que, por falta de recursos, no son preparados integralmente como Dios manda y son enviados a la prueba de fuego. ¡Y estoy a las órdenes para debatirlo con quien quiera! Atletas que no tienen una constante participación y resultados en la alta competencia internacional.
Hay que ser más honestos y menos turistas a la hora de revelar ilusas expectativas y enfocar el discurso desde otro ángulo; porque, al final y esperando un milagro (que cada vez se dan menos en el deporte), el gran destemplado con un podio de pesadilla es el propio atleta que no tiene las armas ni la culpa para viajar a competir en iguales condiciones ante los pesos pesados del deporte olímpico. ¿Cuándo lo discutimos?