Luis Arnoldo Colato Hernández
El ataque a las refinerías saudíes el pasado fin de semana, no solo constituye un bombardeo estratégico a una infraestructura vital que además es fundamental para el engranaje productivo del modelo económico global, pues provocó rápidamente que el ejecutivo estadounidense liberara un alto porcentaje de las reservas de crudo norteamericano, para paliar los efectos que se han traducido en un primer momento, en la reducción de hasta un 6 % del flujo de carburante al mercado mundial, con las consecuencias que de ello derivan para la economía.
El planeta entero depende del petróleo, por lo que la explotación de este y su distribución es de capital importancia para que el modelo continúe.
Ello por supuesto permite comprender de golpe a quienes son neófitos, por qué las crisis globales se localizan en regiones de alta producción petrolera, así como que estas son consecuentes con los intereses de quienes se benefician de ellas.
Por otro lado y en relación al tal ataque, vale considerar que el mismo puede caracterizarse por lo quirúrgico de este, pues golpeo acertadamente la infraestructura clave del blanco, y sin que además el sistema de defensa antiaéreo saudí, tercer comprador a nivel mundial de armamento convencional y sofisticado, sobre todo estadounidense, pudiera lograr que los vehículos del ataque, fueran derribados.
Tal nivel de audacia dio pie a acusaciones en contra de Irán, por parte de Arabia Saudí y los EE. UU. de ser el responsable del ataque, sin aportar ninguna prueba de ello, y que posteriormente Riad reconoce es incapaz de probar lo que, sin embargo, ha derivado en una mayor tensión en la región del golfo por las amenazas de EE. UU. a Irán, quien posee los recursos para cancelar el estrecho de Ormuz, negando el vital petróleo al mundo.
Pero además cualquier ataque a Irán supone una represalia de este no solo contra los saudíes, también en contra de Israel, con las consecuencias que de ello se desprenderán.
En este marco debe añadirse a esta cadena de eventos el que el jueves 19 el FMI ha lanzado un llamado a cesar el conflicto financiero entre China y los EE. UU., el cual costará al primero hasta un 1 % de su PIB, y un 0.8 % de los EE. UU. en el presente ejercicio financiero, con los nocivos efectos que la economía global tendrá, ralentizando el crecimiento de la misma, orillando una nueva recesión aún más tóxica que la de 2008 de acuerdo al organismo.
Por ello, la banca mundial no solo urge desmontar este enfrentamiento económico, pero además invertir más en las economías internas, promoviendo el empleo y superando las inefectivas medidas de ahorro que desde el propio organismo apenas unas semanas atrás, se promovieron entre sus clientes en el globo.
Es decir, se evidencia no solo que las medidas implementadas para enfrentar la crisis del modelo son “las del bombero”, pero que además se debe realizar un abordaje pragmático a este, reconociendo su responsabilidad en las mismas, como de los costes humanos que de ellas se derivan.