Isaac Bigio
Analista internacional
Los resultados de las elecciones generales navideñas en Reino Unido tendrán fuertes consecuencias para la política mundial.
En dichos comicios se enfrentaron el líder conservador Boris Johnson (quien venía detentando ese puesto desde el 24 de julio) y el laborista Jeremy Corbyn (quien desde el 12 de septiembre del 2015 es el líder de la Oposición).
He llegado a conocer muy de cerca a ambos políticos y antes que ambos protagonizaran sus debates semanales en la cámara de los comunes y luego se confrontaran en TV, organicé en 2008 un foro electoral donde ambos estuvieron en el mayor coliseo del centro de Londres. Veremos lo que pudo haber pasado si Corbyn hubiese ganado, y luego lo que puede pasar ahora que Johnson ha ganado ampliamente.
CORBYN
Este último representaba el intento más serio dentro de una de las grandes potencias de la OTAN de dotarse de un gobierno radical y socialista en el siglo XXI. Corbyn plantea revertir las políticas de austeridad monetaristas para pasar a una mayor intervención estatal en la economía re-nacionalizando los servicios de trenes, agua, luz, gas y correo; restableciendo la universidad gratuita, reactivando el sistema libre nacional de salud (NHS), mejorando los salarios, pensiones y cuidados a los enfermos y necesitados, etc.
Este programa se plasmaba en una política exterior muy particular. Corbyn quería mantener lazos estrechos con la Unión Europea (UE) convocando a un nuevo referéndum para que los británicos decidan entre mantenerse en ese bloque o separarse de este, pero preservando un mercado común. Corbyn, si bien históricamente ha estado por el desarme nuclear unilateral y en contra de la OTAN, de la monarquía, y del servicio secreto (M15), había decidido arriar esas banderas por presión de su partido. Él es sumamente hostil a Donald Trump y ha impulsado marchas contra los bombardeos occidentales de Irak, Libia, Siria y otras naciones.
Corbyn es una de los políticos británicos con más lazos con Iberoamérica. Tiene tres hijos anglo-chilenos y una esposa mexicana, Laura Álvarez, quienes han entablado una relación muy estrecha con Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Corbyn me expresó una vez el orgullo que sentía que su mujer podría ser la primera “primera dama” británica latinoamericana y también no nacida en el país. Los Corbyn fueron a la posesión presidencial de AMLO, y de haber llegado a la residencia oficial del número 10 de la calle Downing hubieran hecho una alianza muy estrecha con México para contener a EE.UU. y buscar evitar que Trump quisiese seguir cambiando regímenes en la región, como acababa de hacerlo en Bolivia. Corbyn había sido muy cercano al chavismo aunque había marcado distancias ante Maduro y Ortega, pero se mantiene muy cercano a Lula.
También habría creado el primer triunvirato de gobiernos socialistas en Londres, Madrid y Lisboa, las que otrora fueron las primeras potencias ultramarinas de la historia. Corbyn hubiese ayudado a juntar en España al Partido Socialista Obrero Español con Unidas Podemos y dado gran viada a la candidatura de Bernie Sanders, para que gane las primarias demócratas y compita por la presidencia de EE.UU.
Un eventual gobierno suyo hubiese iniciado negociaciones con Madrid y Buenos Aires para permitir que ambos recuperen total o parcialmente la soberanía de Gibraltar o las Malvinas, respectivamente.
JOHNSON
El actual primer ministro fue reelecto incrementando en casi medio centenar el número de bancas parlamentarias de su partido. Los conservadores han pasado de haber tenido el 49 % al 56 % de la cámara de los comunes, con lo cual pueden gobernar sin tener que hacer concesiones a ninguna otra fuerza. Además, Johnson ha depurado de su bancada a todos los disidentes pro-europeos. Pese a que la mayoría de los tories que han llegado a ser primeros ministros o cancilleres del tesoro (el segundo puesto de todo gobierno) están abiertamente en contra de su plan del Brexit, él ha logrado que todos los 365 parlamentarios conservadores electos ahora hayan suscrito una previa declaración avalando su programa.
Esto implica que Johnson tiene grandes posibilidades de completar su quinquenio, y al final de este lograr que su partido esté al filo de cumplir quince años en el Gobierno, un periodo casi tan largo como el que inició Margaret Thatcher en 1979 y culminó con John Major hasta 1997. Con la significativa mayoría parlamentaria absoluta ya es seguro que en enero el Reino Unido se sale oficialmente de la UE, y que para el 31 de diciembre del 2020 ya se habrá acabado el periodo transitorio habiendo logrado un nuevo tratado comercial entre la mayor isla europea y el resto del continente.
Esta es la primera vez en que se rompe el más importante bloque continental del mundo tras más de seis décadas de haberse iniciado. Lo que inicialmente se conoció como mercado común europeo sirvió de inspiración a otros modelos regionales, y también resultó clave para que las potencias capitalistas destrocen al modelo “socialista” del este de su continente.
La ruptura de la UE es algo de lo que van a querer sacar provecho las tres mayores potencias nucleares. Para Vladimir Putin es una bendición pues Moscú siempre vio a dicho bloque como su principal enemigo en Europa. En las últimas tres décadas, el Kremlin vio con horror como la cabeza de lo que hoy es la UE (Alemania occidental) se anexaba la Alemania oriental y como este bloque fomentaba la división de las federaciones yugoslava, checoslovaca y soviética entre todas sus repúblicas componentes haciendo que aparecieran veinticinco nuevos Estados. La UE y la OTAN incorporaron a su seno a todos los antiguos aliados rusos en el Pacto de Varsovia, así como a las tres repúblicas exsoviéticas del Báltico. Putin había logrado evitar que la UE y la OTAN se expandan a Moldavia, Ucrania y Georgia alentando separatistas armados.
Trump también celebra el Brexit que tanto ha promovido. Hasta antes de él todos los presidentes norteamericanos buscaron unir y potenciar a la UE como parte de su estrategia de fortalecer a la OTAN, y hacer un bloque contra Moscú y contra los distintos gobiernos o movimientos radicales en el mundo musulmán.
Sin embargo, Trump ha decidido pasar del globalismo al proteccionismo y considera a la UE como una competencia económica mientras que cree que ya es hora de acabar la guerra fría contra Moscú. Washington quiere cocinar un nuevo tratado de libre comercio con Londres para hacer que sus anteriores dominadores coloniales pasen a ser medio subordinados suyos.
China -por su parte- ha optado por un rol aparentemente calmo, pero esta potencia va a tender puentes a un Reino Unido sin ataduras a Europa para conseguir abaratar las tarifas que este tiene ante sus exportaciones. Un tema serio a resolver es el status de las protestas en Hong Kong tras las cuales Beijing ve la mano de Londres.
En eventos que organicé como dirigente de la comunidad luso-hispana en Londres Johnson vino como alcalde afirmando que él se sentía latinoamericano, pues sus padres lo concibieron en México y él nació en un hospital puertorriqueño.
Johnson, quien es muy antichavista, va a persistir en la línea de reconocer a Juan Guaidó y Jeanine Añez como mandatarios de Venezuela y de Bolivia, respectivamente. Si bien Johnson tiene diferencias con el discurso xenofóbico, anticomunista y anti-ecológico de Trump y Jair Bolsonaro, va a querer mantener una buena relación con ambos.
FUTURO DEL REINO UNIDO
La inminente ruptura con la UE viene generando dos grandes temores al interior de este bloque. Por un lado hay quienes denuncian que Johnson quiere hacer una “base pirata” en las costas europeas pues los británicos reducirían sus aranceles y con ello afectarían al mercado europeo. De otra parte, si a los británicos les va bien eso alentaría a números movimientos ultranacionalistas centrífugos que hay en la UE.
Otra consecuencia del triunfo de Johnson es que al convertirse en el paladín del nacionalismo inglés esto ha producido en contrapuesta el ascenso del separatismo en Escocia e Irlanda del Norte.
El Partido Nacional de Escocia obtuvo en ese país el 45 % de los votos y se ha llevado el 80 % de sus 59 bancas en el parlamento británico planteando que su objetivo es un nuevo referéndum sobre la independencia en el cual se les permita a los escoceses separarse de los ingleses para volver a la UE.
Por primera vez en la centenaria historia de Irlanda del Norte, los nacionalistas republicanos que quieren re-unificarse con el resto de su isla irlandesa han sacado más parlamentarios que los unionistas.
Sinn Féin, el partido anteriormente ligado al Ejército Republicano Irlandés, logró que su alcalde de Belfast John Finucane en las elecciones generales del 12 de diciembre sacase de su banca a Nigel Doods, portavoz parlamentario del Partido Unionista Democrático (la fuerza que evitó que cayesen los tories del poder en 2017-2019).
Hace 101 años atrás, el 14 de diciembre de 1918, en las elecciones del Reino Unido Sinn Féin ganó todas las bancas de los 26 condados irlandeses, y en vez de posesionarse en Londres, declararon unilateralmente la independencia en Dublín. Los seis condados del noreste, donde vencieron los unionistas, decidieron quedase en el Reino Unido.
Hoy por primera vez en Irlanda del Norte y por tercera vez consecutiva en Escocia ganan en número de parlamentarios los que piden un referéndum para separarse de Londres. A Johnson no le va a ser fácil mantener contentos a la mitad de los cuatro países que conforman el Reino Unido, los mismos que, a diferencia de Inglaterra, si quieren seguir en la UE.
La UE siempre ha protegido la unidad de todos sus socios, aunque, más bien ha alentado la ruptura de otros vecinos europeos a fin de atraer sus pedazos a su propio club.
Si antes la UE impulsó la ruptura de las tres federaciones socialistas del Este, ahora esta no vería con malos ojos que la República de Irlanda se reintegre a Irlanda del Norte (tal como antes aconteció con Alemania) o que los escoceses y los ingleses se divorcian “amigablemente” como antes alentaron a que eso pase entre checos y eslovacos.