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Construir un modelo de sociedad para el mundo sí… pero…

El presidente de la República, Nayib Bukele se pronunció ayer tarde en su discurso correspondiente a la septuagésima quinta Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), que se realiza anualmente en el mes de septiembre, en su sede en Nueva York. Su participación fue virtual por el tema de la pandemia de COVID-19. 

El presidente Bukele volvió a elogiar las tecnologías de la información, sobre todo el desarrollo e impacto de las redes sociales. Asimismo, hizo serias críticas a la ONU, por el rol que, según el mandatario salvadoreño, tuvo el organismo mundial en el tratamiento de la pandemia. Según el presidente Bukele faltó el liderazgo de la ONU, tanto así que “para la población no existe” ese organismo.

Parece que al presidente Bukele se le pasó por alto que la ONU, que fue creada en 1945 tras finalizada la Segunda Guerra mundial, y que en ese momento se acordó crear un organismo dependiente de aquella, dedicada a la salud en el mundo. Así fue como el 7 de abril de 1948, a solo tres años de haberse creado la ONU, se creó la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo que también colabora con las organizaciones regionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

En el caso de la pandemia, la organización que ha estado al frente ha sido la OMS, dependiente o parte de la ONU, que declaró la pandemia del COVID-19 y los protocolos que fueron distribuidos en todos los países del mundo, para atender dicha pandemia. Es decir, la ONU ha actuado a partir de sus instancias. Es cierto que la ONU necesita adecuarse a los tiempos y en eso tiene razón el presidente, pero no solo en el tema de las tecnologías, sino para evitar que las potencias sigan haciéndolo a costa de la pobreza de los países tercermundistas.

Y algo muy importante, que las resoluciones de la ONU sean de obligatorio cumplimiento y que no obedezca al Consejo de Seguridad, que eliminen el veto que tienen tres, cuatro o cinco potencias dentro de ese organismo. La ONU debería obligar, por ejemplo, que Estados Unidos siga siendo el gran gendarme. Que las Naciones Unidas pueda obligar a las grandes potencias como Estados Unidos a que no castigue a los pueblos con sanciones económicas o bloqueos como el que mantiene contra Cuba y, hoy también, contra Venezuela.

En estos temas sí hay que criticar a la ONU y allí es donde deben dirigirse los cambios que el organismo mundial necesite. Creemos que el presidente Bukele perdió la oportunidad para solicitarle a las naciones del mundo y para pedirle al liderazgo de la ONU, que se promueva en ese foro político y de debate mundial para que a países tercermundista como El Salvador le condonen la deuda externa.

Solo en los tres meses de pandemia, el presidente Bukele ha solicitado -en calidad de préstamos- tres mil millones de dólares, lo que ha hecho crecer la deuda externa de El Salvador, y dado que se tendrá que recurrir a más préstamos, debió solicitar a las Naciones Unidas, en su 75 Asamblea General, que los organismos multilaterales financieros que dependen de la ONU, condonen las deudas históricas para enfrentar los retos de las naciones después de la pandemia. Solo así, el presidente Bukele no solo podrá promover a escala mundial “la idea de construir un modelo de sociedad para el mundo”, sino hacerla realidad antes en El Salvador.

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