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El golpe de Estado contra la Presidenta Dilma Rousseff fue finalmente consumado ayer en el senado brasileño: la decisión soberana y democrática de 54 millones de electores fue revertida por 61 senadores, conspiración en la que también participaron los grandes medios y el sistema judicial.
“La presidenta Rousseff no ha cometido ningún delito, pero está siendo juzgada por una banda de ladrones”, había dicho el periódico estadounidense The New York Times en abril de este año, en relación a que la mayoría de senadores que destituirían a la mandataria tienen graves acusaciones de corrupción, empezando por Eduardo Cunha, el ex presidente de senado a quien el destacado sociólogo brasileño Emir Sader llama “el más corrupto de los corruptos”.
La acusación espuria de falsear cuentas públicas para ocultar el déficit, fue sólo un pretexto de la derecha oligárquica y ex aliados del Partido de los Trabajadores para sacar a la Presidenta, recuperar el poder y reinstaurar el neoliberalismo.
Como bien dice el líder histórico de la izquierda mexicana Cuauhtemoc Cárdenas, en un artículo publicado en el diario La Jornada, la destitución de la Presidenta Rousseff representa “la imposición la traición sobre la lealtad, la ilegalidad sobre el derecho, la corrupción sobre la honradez, la delincuencia sobre la honorabilidad”.
Cárdenas agrega que “detrás del golpe de Estado están las oligarquías locales asociadas con los grandes consorcios internacionales, los intereses depredadores de los recursos naturales y los sectores del entreguismo y la subordinación al imperio, que pretenden la recuperación directa del poder político para retomar la labor interrumpida por los 13 años de gobiernos nacionalistas y democráticos”.
Por eso ARPAS se suma al rechazo y condena del golpe, expresado por la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), y se solidariza con el pueblo brasileño que sabrá luchar para retomar el camino de la democracia y la justicia social .
Como coordinadora de medios comunitarios, también exhortamos al Presidente Salvador Sánchez Cerén a seguir el ejemplo de los países latinoamericanos que no reconocen al gobierno ilegítimo encabezado por Michel Temer. Es necesario reivindicar la democracia y la dignidad de los pueblos.
El golpe de Estado en Brasil es, finalmente, un vehemente llamado a todas las fuerzas revolucionarias, progresistas y democráticas del Continente a levantarse con fuerza para revertir la reinstauración conservadora que amenaza con llevar a Nuestra América por las oscuras sendas del autoritarismo, la exclusión, la desolación y la desesperanza.